Editor de Nuestra Voz
“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él” Apocalipsis 3:20
Escuché cuando tocó a mi puerta y escuché su voz en mi alma con la claridad de un nuevo día. Cada latido de mi corazón repetía el mismo mensaje: “Yo quiero mudarme a Nueva York”. Muy poco sabía en ese momento de lo que Dios tenia reservado para mi….
Yo siempre había querido vivir en la ciudad de Nueva York, pero no fue hasta que en un viaje a Manhattan, en Año Nuevo del 2010, mientras regresaba a mi casa en Miami me pregunté: “¿Por qué no vivir en Nueva York?”
Yo estaba teniendo un estancamiento en mi carrera como productor nacional de entretenimiento en Telemundo, pero sabía que estaba destinado a realizar mucho más de lo que estaba haciendo en Miami, y no me encontraba donde necesitaba estar para satisfacer mis sueños y aspiraciones.
¡Dios tiene planes grandiosos para mí!
Llamé a mi mejor amiga y compañera de trabajo Nathalia Ortiz, quien ha vivido en Nueva York por varios años. Nosotros habíamos trabajado juntos por los pasados 10 años en diferentes proyectos: desde los Latin Grammys hasta series o “Reality shows” para Univisión. Le dije a Nathalia sobre mi loca idea de mudarme a la Gran Manzana. Nathalia había estado trabajando para la estación de televisión católica NET TV como reportera y co- presentadora, y recientemente había sido ascendida al puesto de directora de Medios Hispanos, como parte de una iniciativa de enfoque hacia el público hispano de la Diócesis de Brooklyn.
Fue una “casualidad” que Nathalia estuviera buscando un productor general para el departamento de Medios Hispanos para ayudarla a lanzar dos grandes proyectos: Un programa de entrevistas y un periódico mensual. ¡El trabajo era perfecto por mi experiencia, mis cualidades y mis sueños! Luego de varias conversaciones telefónicas, y una serie de entrevistas profesionales, conseguí el empleo y me mudé a Nueva York.
La mudanza a Nueva York
¡No puedo decirles lo excitante que fue mudarme! Comencé en el poblado de West New York, en New Jersey, donde un amigo compartió conmigo una habitación de su apartamento. Todavía recuerdo la hora y media de viaje, a veces más, ida y vuelta al trabajo, tomando un autobús y dos trenes por más de un año para llegar a mi trabajo. Fue toda una experiencia y una bendición disfrazada, para una persona que creció en Miami. Tuve la oportunidad de crear, explorar, respirar cada perspectiva y rincón de la ciudad, aprender y apreciar todo lo que me podía ofrecer.
Lanzamiento de “Nuestra Voz”
Nunca había trabajado para un periódico en mi vida, y para ser honesto, yo nunca leía el periódico, así que trabajar para “Nuestra Voz”, fue un mundo completamente nuevo para mí. Comenzar este proyecto definitivamente no fue algo sencillo y si ven algunos periódicos de los primeros meses, y miran el periódico ahora, definitivamente ha evolucionado y crecido.
En el principio, yo diseñaba el periódico, sin tener experiencia previa en artes gráficas. No hay necesidad de decir que no sabía lo que estaba haciendo; pero hice lo mejor que pude con mucho orgullo y pasión. Trabajé con ojo de perfeccionista y con el deseo de hacerlo bien. Cada edición era mejor y mejor, y hasta el día de hoy, el periódico continúa creciendo y continuamos haciendo nuestro mayor esfuerzo dejando nuestro corazón en cada edición. Crear y desarrollar este periódico ha sido un maravilloso viaje de fe y determinación para mí.
¡Este ha sido el momento más excitante y feliz de toda mi vida!
Al principio pensé que era porque estaba finalmente en Nueva York, y estaba logrando hacer cosas que no había experimentado antes, pero no fue hasta recientemente que me di cuenta que la razón de mi felicidad era porque me había acercado más a Dios.
“Nuestra Voz” me ha enseñado mucho sobre mi, la comunidad, y mi fe. Siguiendo el curso de las historias que reseñamos cada mes, he podido conectarme en un viaje espiritual con aquellos de quienes escribimos los artículos. Es verdaderamente asombroso encontrar que nuestra fe une nuestros sueños por un propósito: vivir el sueño de Dios a través de actos de amor y compasión. Yo he aprendido que nuestra comunidad mejora cada vez que damos y ayudamos aquellos en necesidad. “Nuestra Voz” ha servido el propósito de propagar la semilla de fe y amor.
¿Cómo podemos propagar la palabra del Señor más lejos?
Sentado en mi escritorio, viendo la gran pila de periódicos, me doy cuenta que ya van a ser dos años que estoy editando “Nuestra Voz” cada mes. Pienso que este periódico ha tocado los corazones de miles y ha sobre pasado las fronteras donde la palabra de Dios en Español es grandemente necesitada. Esta ha sido una de las grandes bendiciones de mi vida, dar a esta comunidad una voz y una tarima, donde nuestros lectores puedan llamar y enviar correos electrónicos para dejarnos saber cuan felices y orgullosos están de su periódico y cuan orgullosos de nuestro esfuerzo. Por primera vez en mi vida, estoy haciendo un trabajo con un propósito grandioso, no sólo entreteniendo a la gente, sino realmente tocando y cambiando sus vidas.
Tengo que agradecer a mi ángel y buena amiga Nathalia Ortiz que me dio esta maravillosa oportunidad, algo por lo cual le estaré y atesoraré por el resto de mi vida. Ed Wilkinson, quien ha sido mi padrino a través de todo este proceso y es alguien que admiro y respeto profundamente. También quiero agradecer a Monseñor Harrington, por querer y siempre creer en este proyecto además de permitirnos alcanzar las estrellas y más allá de ellas. Rezo para que este sea solo el comienzo de “Nuestra Voz”. Además, le extiendo mi gratitud a la gente tras bastidores de “Nuestra Voz”. Estoy muy orgulloso de cada uno de ustedes, y quiero compartir el amor y el compromiso que ustedes ponen en cada edición. Finalmente, a los fieles lectores de “Nuestra Voz”: ¡Gracias por dejarnos entrar a sus vidas, por hacernos su fuente de confianza en noticias e información católica y permitirnos ser parte de sus familias! Mis oraciones son para que continuemos creciendo en Cristo el uno con el otro…
Y le escuché tocar mi puerta, le abrí, y ciertamente él entró a mi vida, llenándola de bendiciones…