¡Ánimo, el Señor es bueno!
Esta fue la frase escogida por los miembros del apostolado mexicano de la diócesis para describir la vida de su querido sacerdote, amigo y líder, el difunto padre Jorge Ortiz-Garay, quien falleció el 27 de marzo a causa del COVID-19. Este era el lema del padre Jorge.
“Siempre se siente ese vacío de no tener junto a nosotros al Padre, pero sé que ahora hay un ángel que nos cuida”, dijo Edith Areizaga, quien ha sido miembro del apostolado mexicano durante más de 5 años. “Fue tan agradable reunirnos hoy en la parroquia, es tan representativo del padre Jorge. Siempre se llenaba la catequesis que impartía. Siempre estaba repleta… Hoy ha sido una experiencia bastante surrealista”.
El 16 de octubre, miembros del apostolado mexicano se reunieron por primera vez desde que se anunciaron los cierres al inicio de la pandemia. La reunión, en St. Mary Gate of Heaven (Parroquia Santa María Puerta del Cielo), en Ozone Park, marcó un día especial para la comunidad.
Eso se debe a que, en el día del cumpleaños número 50 del padre Jorge, líder de este apostolado, se celebró una misa solemne para conmemorar su vida y las semillas de fe que eran rasgos de su confianza en Dios.
Durante la ceremonia, los símbolos culturales hispanos fueron palpables: el ornamento sagrado del celebrante, el obispo auxiliar Octavio Cisneros, mostraba a Nuestra Señora de Guadalupe quien, con su tez mestiza, es un poderoso símbolo asociado con la identidad y la fe mexicanas.
Una banda de mariachis estuvo a cargo de la parte musical de la liturgia. Un grupo de jóvenes músicos vestidos de pies a cabeza con el atuendo tradicional de charro negro, tocaban guitarras, violines y trompetas para dar un sonido alegre pero típico a esta misa, triste y reflexiva. La música de mariachis suele estar presente en los eventos y celebraciones más importantes de las comunidades latinas.
Durante su sincera y apasionada homilía, Mons. Cisneros llegó al corazón del asunto: les recordó a los fieles que —a pesar del luto por el fallecimiento del padre Jorge—, su esperanza se encontraba en la Eucaristía.
“Los caminos de Dios son misteriosos”, dijo. “Y esas son las pruebas que Él nos pone. ¿Cómo respondemos a esos caminos que no podemos descifrar? ¿Cómo respondemos a esas pruebas? Con fe, con alegría, con una sólida vida sacramental, en la unión, la unión común… en la comunión”.
Mons. Cisneros continuó predicando sobre cómo superar juntos dificultades y dolores, como comunidad de fe. En un momento de la misa, se quedó mirando fijamente y en silencio la foto en blanco y negro del padre Ortiz que estaba colocada frente al altar.
“Fue un buen sacerdote… hasta el día de su muerte”, dijo. “Si Dios quiere, también dirán esas palabras de mí cuando vaya al encuentro con el Señor. Que todos podamos decir: ‘Siempre he sido el mismo’. Eso ya explica lo que significaba para el padre Jorge el sacerdocio, el ministerio, la dedicación, ser Cristo para los demás, ser Padre para todos”.
Para continuar la obra del padre Ortiz en el apostolado mexicano está el padre Baltazar Sánchez Alonzo, quien dijo que desde que comenzó a trabajar con el ministerio, los miembros lo han ayudado a convertirse en un mejor líder, sobre todo durante este tiempo de luto para ellos.
“Mi esperanza es continuar la obra de Jorge”, dijo el padre Alonzo. “Sé que entregó toda su vida por este ministerio para acompañar a la comunidad mexicana a reconocer la grandeza de María de Guadalupe”.
Dijo que si bien es visible el dolor y la tristeza de la comunidad por la ausencia del padre Ortiz, existe dentro de ellos un enorme deseo de continuar.
“Puedo notar que la comunidad mexicana está sufriendo la partida de nuestro hermano, pero al mismo tiempo, no han perdido la esperanza”, dijo el padre Sánchez. “Son personas muy valientes, quieren seguir trabajando y me están animando”.
Al finalizar la misa, el otro sacerdote que servía junto al padre Ortiz en la Iglesia de Santa Brígida, en Bushwick, sonrió y saludó a los miembros de los “Guadalupaños”. Tras la apariencia cálida y acogedora del padre Joseph Dutan, se esconde alguien que recientemente tuvo que despedirse de dos figuras cercanas en su vida: su padre y el difunto párroco de su iglesia. Mientras hablaba de los dos, aunque le tembló la voz, el sacerdote pareció abrirse paso con palabras que recordaban al mismo padre Jorge, con una confianza inquebrantable en el Señor.
Dijo que los últimos mensajes de texto que recibió de su hermano en la fe siempre fueron desinteresados y que mostraban más preocupación por el bienestar de los demás, que por el suyo, a pesar de estar luchando contra el coronavirus.
“El padre Jorge no dudó del Señor ni una sola vez, ni a punto de su último aliento, sus últimos momentos”, dijo el padre Dutan. “Dijo: ‘Sé que estoy en un buen lugar, sé que celebraré la Pascua con el Señor’ ”.