La madre Maryja Wspomozycielka, S.S.V.M. nació en Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, en 1981, en una familia de sólidas raíces católicas. Es la tercera de cinco hijos, dos hermanas y dos hermanos, del matrimonio de Jan Borkowski, nacido en Polonia, y Nelly Medina, oriunda de Bolivia.
“Mi padre fue a Bolivia junto a un grupo de jóvenes laicos misioneros y ahí conoció a mi mamá. Luego decidió quedarse y casarse con ella en 1978”, cuenta la religiosa.
A los 11 años su familia se mudó a Toronto, Canadá. Una década más tarde ella y su hermana mayor participaron en un Retiro Ignaciano, que es un retiro espiritual organizado por la comunidad de San Ignacio de Loyola. “Nosotras sabíamos que allí Dios podía mostrarnos cuál era Su voluntad, si habíamos sido llamadas a la vida religiosa o al matrimonio”, asegura.
Corría el año de 2002, y aunque nunca hubiese pensado en entregarse a la vida consagrada, en ese retiro espiritual el Señor les mostró, a ella y a su hermana, el llamado de la vocación religiosa.
Tres años después su hermana ingresa a la comunidad Servidoras del Señor y la Virgen de Matará, cuya patrona es Santa Francisca Javiera Cabrini. Desde entonces su nombre religioso es hermana Krolowa Polski.
El proceso de Maryja fue distinto.
En 2008 confió su decisión a sus padres y hermanos, quienes se pusieron muy contentos con la noticia. De hecho su hermana, quien ya había hecho sus votos temporales, la recibió con inmensa alegría, pues oraba intensamente para que el Señor le mostrara a su hermanita Su voluntad y su llamado.
Sin embargo, su decisión implicaba un cambio radical pues ella se desempeñaba como maestra en los grados tercero, quinto y sexto de la escuela elemental en Toronto y estaba comprometida para casarse.
Su hermana, que se encontraba en Italia siguiendo su proceso de formación, visitaba a su familia con regularidad. Fue durante una de estas visitas que le preguntó: “¿Estás haciendo tu voluntad o estás siguiendo la voluntad del Señor?”. Luego de esa pregunta oró para que le fuera mostrado claramente su llamado. Así transcurrieron cuatro meses y las hermanas oraban, una en Italia y la otra en Canadá, mientras se acercaba la fecha de la boda. Durante tres días la hoy religiosa hizo los ejercicios espirituales nuevamente y allí vio que su vocación era definitivamente la vida consagrada.
A solo cinco meses de casarse ella le comunicó su decisión a su prometido. Aquello supuso un momento difícil para ambos, que ya llevaban seis años de relación. Si embargo, después de un tiempo, él lo entendió, aunque el momento de recibir la noticia fuera doloroso.
En enero de 2009, con 27 años cumplidos, decide ingresar a la vida religiosa en la misma comunidad de su hermana. Primero viviendo por unos meses en un convento en Toronto , hasta que en noviembre del propio año inició su noviciado en Upper Marlboro, Maryland, donde al cabo de un año empieza su estudiantado y continúa durante otros tres años.
Posteriormente inició su apostolado o misiones en la parroquia San Pablo en East Harlem, Nueva York, donde estuvo tres años. Sus votos perpetuos los hizo en 2016 en la Basílica Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción en Washington D.C.
Actualmente la madre Maryja Wspomozycielka se encuentra sirviendo a la comunidad de la parroquia Santos Pedro y Pablo-Epifanía en Williamsburg, Brooklyn, donde permanecerá cuatro años.
“Dios nos ha creado para que podamos reverenciarlo, adorarlo y servirle y yo cumpliendo Su voluntad como religiosa puedo ayudar a que otros puedan también encontrarlo, conocerlo y amarlo”, dice la religiosa.
Pese a los desafíos que ha impuesto la pandemia para las comunidades religiosas, el apostolado no ha parado en esta iglesia con gran número de hispanos, de modo que han dispuesto de nuevos canales para mantener la comunicación con la feligresía.
El grupo de religiosas y el equipo pastoral liderado por el padre Jason Espinal, han acatado de forma estricta las medidas locales y nacionales de prevención para evitar los contagios y se han adaptado en procurar mantener disponibles sus servicios pastorales para todos en esta comunidad multicultural. En sus tiempos libres a la madre Maryja Wspomozycielka le gusta oír música clásica y tocar el piano, habilidad que aprendió muy pequeña en su natal Bolivia.