¿Puede una persona con esquizofrenia contraer matrimonio válidamente?
Aparentemente, la combinación de estos dos factores en una ecuación matemática puede equivaler al fracaso matrimonial e invalidez sacramental.
Sin embargo, esta expectativa convencional se ve desafiada cuando basamos nuestro cálculo en la vida del profesor John Forbes Nash Jr., el matemático estadounidense que recibió el Premio Nobel de Economía de 1994. Su vida aparece en una biografía titulada “A Beautiful Mind”, escrita por Sylvia Nasar.
Esta biografía premiada se convirtió posteriormente en una película que se estrenó hace veinte años. En la que, por cierto, el papel del psiquiatra que trató al profesor Nash lo interpreta Christopher Plummer, quien acaba de morir hace muy poco. Para fines de nuestro estudio, tenemos varias advertencias y limitaciones:
1) El matrimonio que se está considerando no es católico y, por lo tanto, está fuera de los dominios del derecho canónico, y
2) los hechos que consideramos son solo los que se dan en la película.
Nuestra interesante historia de amor comenzó cuando el profesor John Nash conoció a Alicia Larde, una alumna suya, y ambos se enamoraron. Aunque brillante, el profesor Nash, requirió de gran esfuerzo para pulir sus habilidades sociales.
Y creyendo ambos en el amor, contrajeron matrimonio. No se dan datos sobre la boda en sí, solo una escena de celebración frente a la iglesia donde supuestamente se intercambiaron los votos.
En dicha escena, justo después de la boda, el profesor seguía teniendo ilusiones de ser un descifrador de códigos contratado por el Pentágono. Sufría alucinaciones de estar bajo vigilancia y perseguido todo el tiempo por los rusos.
Luego, se le diagnosticó con esquizofrenia paranoide y fue internado en un centro psiquiátrico. Su esposa supo que su esposo perdió el control de la realidad al descubrir su extraña oficina y sus actividades.
El Código de Derecho Canónico establece que “quienes no pueden asumir las obligaciones esenciales del matrimonio por causas de naturaleza psíquica” (canon 1095, 3) son incapaces de contraer matrimonio.
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Es cierto que la esquizofrenia entraría en esta categoría, pero no es una causa psíquica automáticamente invalidante. Habrá que ver.
Como se describe en la biografía, “alguien con esquizofrenia no está permanentemente desorientado o confundido como lo estaría un individuo con una lesión cerebral o Alzheimer. Puede que tenga —y de hecho lo tiene— un control firme sobre ciertos aspectos de la realidad presente.
Mientras estuvo enfermo, Nash viajó por toda Europa y América, obtuvo ayuda legal y aprendió a escribir sofisticados programas de computadora” (cf. A Beautiful Mind, p. 18).
Dicha enfermedad psíquica se podía tratar con medicamentos, aunque sus efectos sean una espada de dos filos. Las píldoras controlarían sus delirios, pero obstaculizarían su capacidad para ser productivo profesionalmente y realizar actos conyugales. Si dejaba de tomar la medicación, recuperaría sus capacidades, pero su delirio estaría fuera de control.
El profesor finalmente reconoció que sus alucinaciones eran irreales cuando la niña de sus delirios no envejecía. Alicia lo ayudó a saber qué es real, al hacer que ambos sintieran sus respectivos corazones.
El factor más importante para el éxito de esta historia de amor es la convicción de Alicia resumida en estas palabras: “Necesito creer que algo extraordinario es posible”.
La película concluye con un conmovedor discurso ficticio del premio Nobel que describe bellamente la validez variable de la esquizofrenia y el matrimonio. Refiriéndose a su esposa, el profesor Nash declara:
“Siempre he creído en los números, en las ecuaciones y la lógica que llevan a la razón. Pero después de toda una vida de tales actividades, pregunto, ¿qué es realmente la lógica? ¿Quién decide la razón? Mis preguntas me han llevado a través de lo físico, lo metafísico, lo delirante y de regreso. De hecho, el descubrimiento más importante de mi carrera, el descubrimiento más importante de mi vida, es que solo en las misteriosas ecuaciones del amor se puede encontrar alguna razón lógica. Estoy aquí esta noche por ti. Tú eres la razón por la que yo soy. Tú eres todas mis razones. ¡Gracias!”.
En resumen, existe la posibilidad de que el matrimonio y la esquizofrenia puedan coexistir de forma válida. Sin embargo, dada la complejidad de la situación, cada caso debe ser evaluado y determinado por un experto.
En su aplicación al Derecho Canónico, cualquiera que sea la evaluación psiquiátrica o psicológica, siempre debe examinarse a la luz de los conceptos de la antropología cristiana que subyacen en la ciencia canónica.
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Mons. Jonas Achacoso es canonista y autor de “Due Process in Church Administration. Canonical Norms and Standards” (Pamplona 2018). Premio Arcangelo Ranaudo (Vaticano), y Administrador de la Iglesia Corpus Christi en Woodside, NY. Su columna Derecho y vida puede leerse en la edición mensual de Nuestra Voz. Síguelo en Twitter.