NUEVA YORK – Celebrando una misa para la comunidad de Uvalde la primera noche después del tiroteo en la escuela primaria Robb, el arzobispo Mons. Gustavo García-Siller, llamó a los niños asistentes al frente de la iglesia para comunicarse con ellos directamente, pero no recibió ningún comentario.
En ese momento, el arzobispo de San Antonio, Texas, supo que necesitaba una forma de comunicarse con los niños que no fuera la palabra hablada. Después de pedirle al Espíritu Santo que lo guiara, decidió probar el lenguaje de señas, que había aprendido unos meses antes y del que solo conocía unas pocas palabras.
Mons. García-Siller luego comenzó a firmar los mensajes de los niños relacionados con la paz que finalmente imitaron. Días después, en otra Misa de intención especial después del tiroteo del 24 de mayo, García-Siller llamó nuevamente a los niños al frente de la iglesia y les enseñó las palabras “paz”, “amor” y “Espíritu Santo” en lenguaje de señas.
“A veces no sabemos qué decir, cómo consolar a la gente, expresar cómo nos sentimos, y a veces podemos hacer las señas y vivir un día a la vez”, dijo García-Siller a Nuestra Voz después de la Misa.
La intención de García-Siller de aprender el lenguaje de señas la primavera pasada fue servir a la comunidad sorda de la arquidiócesis. Resulta que también lo ayudó a navegar múltiples crisis este verano.
Primero fue el tiroteo de Uvalde donde murieron 21 personas. Luego, en junio, después de que 53 migrantes fueran encontrados muertos en un camión con remolque abandonado en las afueras de San Antonio, usó lenguaje de señas para decir palabras como “amor” y “gracias” a los sobrevivientes que visitó en el hospital.
Ahora, meses después de esas tragedias, García-Siller continúa usando y aprendiendo el lenguaje de señas. Es algo que él espera que continúe siendo parte de la vida católica en la arquidiócesis para todos los feligreses.
“No solo para los sordos, sino que a veces no sabemos comunicarnos y el lenguaje de señas puede ser un gran vehículo porque se basa en palabras y letras, pero también con símbolos, con señas, y podemos conectarnos de grandes maneras”, dijo García-Siller. “Ha sido algo tremendo y estoy muy emocionado”.
“Ha causado una reacción muy poderosa”, continuó. “La sensación de que nos estamos comunicando, que estamos en contacto, que de alguna manera estás construyendo un puente para que las personas expresen lo que están pasando”.
El arzobispo tenía el deseo de aprender el lenguaje de señas, reconociendo que las celebraciones en la arquidiócesis a menudo incluían intérpretes para los feligreses sordos y que “si realmente queremos incluirlos, necesitan saber que quiero comunicarme con ellos más directamente”.
“La motivación eran las necesidades de la gente y comunicarme con ellos, y entenderlos porque entenderlos facilita la comunicación, y si me están hablando en lenguaje de señas, si no los entiendo no será un buen servicio de mi parte”, dijo García-Siller.
Cuando comenzaron sus clases de lenguaje de señas, los instructores iban a comenzar enseñándole su nombre. En cambio, eligió, dadas las circunstancias futuras de manera un tanto providencial, aprender la palabra paz, y le explicó a Nuestra Voz que cree que su llamado es ser un instrumento de paz.
A partir del 25 de septiembre, la Iglesia Católica de Our Lady of Sorrows es la parroquia local de la comunidad sorda en la arquidiócesis, donde García-Siller y otros predicarán y ministrarán. Al anunciar la designación a fines de agosto, el párroco de la iglesia, el padre José Ramón Pérez-Martínez, dijo que con esto, la iglesia “pretende fortalecer el alojamiento y los recursos para la comunidad sorda”.
Para el resto de la arquidiócesis, Mons. García-Siller continúa explorando cuándo y cómo incorporar apropiadamente el lenguaje de señas en la Misa. Destacó que es beneficioso cuando envuelve a los niños, en momentos donde hay un diálogo o llamado y respuesta, y durante la homilía.
Señaló que también ha visto el beneficio de usar el lenguaje de señas durante una Misa bilingüe, porque le permite llegar a las comunidades de habla hispana e inglesa, así como a la comunidad sorda, pues conecta a los feligreses y no tiene que repetir lo mismo en tres idiomas.
Sin embargo, Mons. García-Siller enfatizó que el principal objetivo del lenguaje de señas es servir a la comunidad sorda.
“El punto principal tiene que ser que es un lenguaje de personas que debemos honrar y servir”, dijo Mons. García-Siller. “Ese es su objetivo y, como consecuencia, puede generar unidad: puede conectar a las personas en crisis”.