Por Emanuel Martelli
« Con el tiempo, las amenazas contra la vida no disminuyen. Al contrario, adquieren dimensiones enormes. No se trata sólo de amenazas procedentes del exterior, de las fuerzas de la naturaleza o de los “Caínes” que asesinan a los “Abeles”; no, se trata de amenazas programadas de manera científica y sistemática. El siglo XX será considerado una época de ataques masivos contra la vida, una serie interminable de guerras y una destrucción permanente de vidas humanas inocentes. Los falsos profetas y los falsos maestros han logrado el mayor éxito posible . Más allá de las intenciones … estamos en realidad ante una objetiva «conjura contra la vida », que ve implicadas incluso a Instituciones internacionales, dedicadas a alentar y programar auténticas campañas de difusión de la anticoncepción, la esterilización y el aborto».
(San Juan Pablo II)
El torbellino de noticias relacionados con el avance de la agenda asesina y bárbara del aborto en el mundo, particularmente en esta gran nación, no puede sino dejar perplejo a cualquier católico, especialmente cuando dicha agenda es propulsada desenfrenadamente por personas que dicen compartir la fe y la doctrina de la Iglesia Católica. Tal es el caso del Sr. presidente Joe Biden o la Sra. Gobernadora del Estado de Nueva York, Kathleen Hochul, quienes tienen la infeliz honra de haberse convertido en abanderados infames del aborto, llegando incluso a hacer gala publica de ello, como es el caso de las recientes declaraciones de la Gobernadora del Empire State: “Mientras los extremistas antiabortistas y los jueces siguen haciendo retroceder el derecho al aborto en todo el país, nosotros estamos contraatacando aquí en Nueva York. Estas iniciativas y financiación impulsarán el acceso al aborto en todo el estado, protegerán a las mujeres que buscan atención sanitaria reproductiva y ampliarán el acceso a la medicación abortiva. Bajo mi mandato, seguiré garantizando que Nueva York siga siendo un puerto seguro para quienes necesiten servicios de aborto.” [1]
La Iglesia Católica, fiel a su misión, en un intento de salvar la vida de los niños, condena con fuerza el crimen espantoso del aborto, llegando incluso a colocar la máxima pena de excomunión latae sententiae para quienes se vean envueltos de hecho en uno, por tratarse de una víctima indefensa, incapaz de hablar o gritar por ayuda, o siquiera defenderse mínimamente cuando es atacada por aquellos que deberían defenderla, a saber, madre, médico y Estado.
San Juan Pablo II reafirmó con toda la fuerza la codena al crimen del aborto cuando en al Evangelium Vitae 63 declaró: Por tanto, con la autoridad que Cristo confirió a Pedro y a sus Sucesores, en comunión con todos los Obispos —que en varias ocasiones han condenado el aborto y que en la consulta citada anteriormente, aunque dispersos por el mundo, han concordado unánimemente sobre esta doctrina—, declaro que el aborto directo, es decir, querido como fin o como medio, es siempre un desorden moral grave, en cuanto eliminación deliberada de un ser humano inocente. Esta doctrina se fundamenta en la ley natural y en la Palabra de Dios escrita; es transmitida por la Tradición de la Iglesia y enseñada por el Magisterio ordinario y universal. Ninguna circunstancia, ninguna finalidad, ninguna ley del mundo podrá jamás hacer lícito un acto que es intrínsecamente ilícito, por ser contrario a la Ley de Dios, escrita en el corazón de cada hombre, reconocible por la misma razón, y proclamada por la Iglesia.
Es sabido que este crimen ha generado un negocio millonario regado con la sangre de millones de niños americanos. Sin embargo, lo que muchos ignoran es que el aborto como toda aquella agenda que san Juan Pablo II dio en llamar de “cultura de la muerte”, es sin duda la manifestación más repugnante de la actual ideología que ha impregnado y contaminado las bases de nuestra sociedad. En efecto, aquella vida que por ser la más frágil de todas, debería por ello mismo ser la más custodiada por las leyes de cualquier estado que quiera llamarse civilizado, que es la vida humana incipiente, la vida que la ciencias médicas y genéticas han demostrado suficientemente ser en todo distinta de cualquier otra vida, incluida la de la propia madre, pero que los rabiosos enemigos del “ser” se empeñan en negar y renegar, creando mecanismos macabros para asesinarla “legalmente”.
Los cristianos se horrorizan cuando escuchan los relatos de barbarie en la antigua Fenicia o en la temible Cartago, dónde las creaturas inocentes eran sacrificadas bárbaramente. Sin embargo, al igual que la maleza crece nuevamente en el jardín venido a menos, así esta antigua barbarie que había sido erradicada por obra del catolicismo vuelve a resurgir en jardín de los pueblos otrora cristianos, pero que han corrido la suerte de la sal que ha perdido su sabor y ya no sirven sino para ser pisoteados por los barbaros.
La verdad es que estos barbaros modernos se han embarcado en una lucha contra la realidad sin precedentes, puesto que ya no existe orden natural ni aún ciencia que incline por la fuerza de la evidencia, los deseos perversos de sus corazones. Es la dictadura de la omnipotencia caprichosa de la voluntad humana que cree, al igual que sucede con los locos que han perdido el contacto con la realidad y viven en un mundo de fantasías creados por ellos mismos, que pueden moldear y crear la realidad, decretando leyes que naturalizan lo innatural, contrariando el orden establecido en la naturaleza por su Hacedor y pensar que no existirán las consecuencias.
Sin embargo, el cristiano está llamado a morder la realidad, a reconocer la naturaleza de las cosas y llamarlas por aquello que son. La realidad es en definitiva el remedio para el mal moderno y la falta de realidad caracteriza la barbarie actual.
¿Qué remedio hay para un católico que apoya al aborto contrariando a sabiendas lo que la Iglesia a la que dice pertenecer condena? ¿Qué remedio hay para quien los datos de la realidad, de la ciencia médica, de la genética y de la biología ya no valen nada? ¿Qué es esto sino un cumplirse a escala social de aquel dicho español que afirma no haber peor ciego que aquel que no quiere ver? Y sin embargo cuando este ciego es un gobernador o un presidente que tiene la función de dirigir todo un pueblo, entonces puede temerse con razón que tal sociedad se precipite hacia el colapso, puesto que si un ciego guía a otro ciego, ambos caen en el abismo. Como muestra de ello, allí está la Europa envejecida, cuyas políticas anti-natalicias propiciadas por la ideología y la falta del sentido de la realidad de años, la han dejado en ese estado moribundo en que la contemplamos hoy.
La ideología es precisamente la negación de la realidad, y digámoslo abiertamente, tal negación de la realidad natural, de la genética, de la biología y ahora también de la religión, es humanamente incurable, puesto que el paciente se niega con todas sus fuerzas a tomar el único remedio que podría salvarlo que no es otro que una dosis de sana y verdadera realidad. Esta es la enfermedad que caracteriza la modernidad y que puede tomar varios nombres y llamarse como “progresista”, “socialista”, “liberal”, “de género”, “pro choice”, etc, pero que en verdad no es sino una misma infección nacida de la aberración al “ser” de la realidad que se introdujo en la sociedad occidental por obra de la filosofía moderna y que como raíz descompuesta ha producido los frutos podridos que la sociedad recoge hoy de la que el aborto es la muestra más aberrante.
Sin embargo, aunque humanamente desesperamos de una curación, aquel cuyo nombre es “SER EL QUE ES”, puede abrir los ojos de los ciegos. De allí que debamos rezar y rezar mucho por nuestros dirigentes y por todos aquellos que tienen las manos manchadas con la sangre de los inocentes, al tiempo que combatimos con todas las fuerzas la ideología asesina que continua cómo antiguamente lo hizo Herodes, arrebatando la vida de los inocentes. Todo cristiano tiene la obligación en conciencia de alzar su voz para ser primariamente escuchado por Dios en la oración, pero también para que su voz resuene en la sociedad, denunciando sin cobarde complicidad, el crimen aberrante del aborto. No hacerlo es pactar silenciosamente con este Molok moderno que continúa devorando a los hijos de nuestro pueblo.
[1] https://www.governor.ny.gov/news/governor-hochul-announces-major-actions-strengthen-abortion-protections-and-access-part-fy#:~:text=May%203%2C%202023-,Governor%20Hochul%20Announces%20Major%20Actions%20to%20Strengthen%20Abortion%20Protections%20and,Part%20of%20FY%202024%20Budget&text=Governor%20Kathy%20Hochul%20today%20announced,all%20who%20seek%20abortion%20care.