*Por Mons. Joseph Calise
En «La Divina Comedia», Dante coloca un cartel en la puerta del infierno que dice: «Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate». Traducido, dice: «Abandonad toda esperanza, los que entráis aquí».
La descripción del infierno como el abandono de toda esperanza es una buena metáfora de la vida bajo el control de alguna sustancia o conducta adictiva. Cualquiera de nosotros que haya vivido el ciclo aparentemente interminable del abuso puede identificarse con la desesperanza de no ser capaz de dejar lo que sea -beber, jugar, comer en exceso- que sabemos que está causando nuestra infelicidad.
Hay cientos de grupos que utilizan el método de los Doce Pasos para la recuperación. El primero en aplicar los Doce Pasos fue Alcohólicos Anónimos, fundado por Bill Wilson y el Dr. Bob Smith en 1935. Su texto principal, conocido como el «Libro Grande», comienza con Wilson contando su propia historia en el primer capítulo. Después de ofrecer suficiente información para que cualquier persona con problemas con la bebida encuentre algo con lo que pueda identificarse, el segundo capítulo tiene el esperanzador título de «Hay una solución».
En la actualidad, soy el presidente del Comité de Salud y Bienestar de la diócesis. Aprovechando mi experiencia con los Doce Pasos, es mi responsabilidad ayudar a los demás a confiar en que hay una solución a la miseria en la que viven tantos. La dificultad estriba en que, a veces, la persona que sufre la adicción teme el estigma imaginario que conlleva revelar un problema.
Muchos creen que la solución está al alcance de todos menos de ellos mismos: los adictos suelen considerarse la proverbial excepción a la regla. Y, por supuesto, algunos se obstinan en no querer admitir que necesitan cambiar. A menudo, las intervenciones son necesarias cuando las personas que rodean al afectado creen que se merece una calidad de vida mejor que la que está experimentando. Quieren ayudarle a conseguirlo porque saben que no puede hacerlo solo.
Septiembre es el Mes Nacional de la Recuperación. Esta conmemoración comenzó en 1989 para celebrar los éxitos de los muchos hombres y mujeres que actualmente viven sin consumir sustancias y encuentran la felicidad, así como de aquellos programas y personas que les ayudaron a buscar ayuda.
Pero también sirve de invitación. Nos da la oportunidad de reflexionar sobre nuestros comportamientos y recordar a las muchas personas que siguen enfermas y sufriendo y que podrían beneficiarse de un estímulo.
La recuperación tiene que ver con la esperanza: Existe una solución para quienes la desean y están dispuestos a hacer lo que sea necesario para encontrarla.