*Por Paula Katinas
BATH BEACH — Gene Doyle es un sobreviviente de abuso sexual clerical ocurrido hace décadas. Sin embargo, durante todo ese tiempo nunca perdió su fe en Dios ni se alejó de la Iglesia Católica.
“A pesar de todo el abuso que sufrí, eso nunca me alejó realmente de la liturgia. Esa ha sido una constante”, explicó Doyle. “Sabía lo suficiente como para no confundir la patología con la teología. Los sacerdotes que me abusaron… tenían sus propias heridas.
“Todos sangramos de distintas maneras.”
Por eso, cuando la Diócesis de Brooklyn celebró el 29 de octubre su Misa anual de Esperanza y Sanación para sobrevivientes de abuso sexual clerical, Doyle estuvo presente, sentado en uno de los primeros bancos de la iglesia de St. Finbar, en Bath Beach, junto a su esposa Mary.

La misa, presidida por Mons. Robert Brennan, se celebra cada año en la diócesis desde 2015, con excepción de 2020 y 2021 debido a la pandemia de COVID-19.
Su propósito es enviar un mensaje esencial a los sobrevivientes de abuso: que la diócesis está con ellos, explicó Mons. Brennan.
“Creo que eso es verdad, no solo por mi presencia personal, sino por la presencia de tantos aquí”, dijo. “Envía un mensaje… de solidaridad. Y también de dolor.”
La ceremonia no solo reconoció el valor de los sobrevivientes que ya han dado un paso al frente, sino que también buscó crear conciencia de que la diócesis está dispuesta a ayudar a quien lo necesite, explicó Maryellen Quinn, directora de la Oficina para la Protección de Niños y Jóvenes de la diócesis.
Quinn señaló que miembros del Equipo de Intervención y Sanación —un grupo formado por voluntarios— estuvieron disponibles después de la misa para hablar en privado con quien quisiera acercarse, compartir información o simplemente ser escuchado.
Portando una insignia que lo identificaba como miembro de ese equipo, el diácono Carlos García observó que, en los últimos años, más personas se han mostrado dispuestas a buscar ayuda.
“Hemos estado celebrando este tipo de misas desde hace un tiempo, así que creo que se ha vuelto más común que la gente se acerque”, explicó el diácono García, quien sirve en la parroquia St. Michael-St. Malachy, en East New York. “Cada persona enfrenta el trauma de manera diferente.”
El diácono García y otro miembro del equipo, el diácono Jaime Cobham, dijeron que estaban allí para ayudar en lo que fuera necesario: ya sea informando sobre los servicios diocesanos o simplemente escuchando.
“Una de nuestras preocupaciones principales son las víctimas y el impacto que esto tiene en ellas, en el pueblo de Dios”, dijo el diácono Cobham, quien sirve en la parroquia St. Athanasius-St. Dominic, en Bensonhurst. “Muchas veces no solo son las víctimas, sino también otras personas que, al escuchar las noticias, se sienten profundamente afectadas.”

Además de la Misa de Esperanza y Sanación, la diócesis apoya a la comunidad de sobrevivientes de varias maneras: aplica una política de tolerancia cero frente al abuso, realiza verificaciones de antecedentes de todos los empleados y voluntarios que trabajan con menores, ofrece consejería gratuita a las víctimas y mantiene una línea telefónica para reportar casos sospechosos.
Durante la misa, el padre Jeffry Dillon —también sobreviviente— ofreció una reflexión, afirmando que el camino hacia la esperanza y la sanación no es fácil, pero sí valioso.
“Sé que, en mi propia vida, las cosas cambiaron cuando asumí que el abuso formaba parte de mi historia”, dijo. “Cuando pude hacerlo, entonces decidí no permitir que eso me definiera, ni que me controlara o limitara.”
Doyle alcanzó un hito en su proceso de sanación hace algunos años, cuando decidió extender un gesto de perdón al segundo sacerdote que lo había abusado. El primero había fallecido hacía ya muchos años.
Doyle le escribió una carta al segundo sacerdote “diciéndole, esencialmente, que lo perdonaba, explicando cuánto me había afectado, pero también que quería que supiera que eso era algo que él también podía dejar atrás”, contó.
Cualquier persona que haya sido víctima de abuso sexual dentro de la diócesis puede comunicarse con la línea confidencial de denuncias al (888) 634-4499, que conecta directamente con las autoridades policiales.
Para más información sobre cómo la diócesis aborda los casos de abuso clerical, visite el sitio web de la Oficina de Ambiente Seguro y la sección “Protegiendo a nuestros niños” en la página oficial de la Diócesis de Brooklyn.
