
*Por Mons.Nicholas DiMarzio
El 13 de noviembre, la Iglesia celebra la fiesta de Santa Francisca Javier Cabrini, Patrona de Todos los Inmigrantes. En esa ocasión, los obispos de los Estados Unidos y los obispos del Estado de Nueva York emitieron declaraciones sobre la situación actual de los migrantes en nuestro país.
Las preocupaciones se citan en el cuerpo de este artículo. Sin embargo, el elemento más importante —tal como enfatizaron los Obispos del Estado de Nueva York— es la disposición a comprender correctamente la situación actual de la migración en nuestro país, a la luz de la doctrina social católica.
Con ese fin, los obispos del Comité de Migración de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos han pedido a nuestro pueblo que haga una promesa, buscando la intercesión de la Madre Cabrini, comprometiéndonos a la oración y al discernimiento.
Muchas preocupaciones forman la base de esta promesa para atender estas cuestiones relativas a los migrantes.
Haz clic aquí para firmar la Promesa Cabrini.
Acogida
Nuestra nación ha sido, durante gran parte de nuestra historia, un lugar acogedor para los inmigrantes que han construido nuestra sociedad, nuestra cultura y nuestra Iglesia. La migración debe ser siempre segura, legal y ordenada, y las reformas migratorias deben producir estos objetivos.
Es necesario eliminar la discriminación y los abusos del pasado, mientras evitamos regresar a la historia oscura de hace 100 años, cuando el nativismo y el racismo guiaban nuestras leyes y prácticas. Hoy enfrentamos una situación similar.
La doctrina social católica afirma que las personas deberían poder permanecer en su tierra natal y, si no pueden vivir allí en paz, tienen derecho a migrar a países que puedan recibirlas.
Los Estados Unidos han sido un refugio para los migrantes, y cerrar la puerta a nuestra historia no es un desarrollo positivo.
La aplicación de las leyes administrativas de inmigración debe distinguirse de los delitos penales, y las prácticas de cumplimiento deben adherirse a estándares humanos, incluyendo el debido proceso, la unidad familiar y alternativas a la detención.
Para mantener nuestro liderazgo moral en el mundo libre, nuestro país debe continuar el programa de reasentamiento de refugiados para todos los que califiquen, conforme a sus necesidades de protección y a nuestra capacidad de recibirlos.
Los solicitantes de asilo deberían poder presentar sus solicitudes fuera de los Estados Unidos. La reunificación familiar y la no separación de las familias deben seguir siendo un aspecto importante de la legislación y de la práctica migratoria.
Protección
La protección de la dignidad humana básica debe otorgarse a los migrantes independientemente de su estatus legal. Existen otras opciones para proteger nuestra seguridad además de la deportación masiva. Actualizar la disposición del registro en la ley de inmigración para permitir que los migrantes de largo plazo obtengan estatus legal les ayudará a evitar los excesos de las redadas y garantizará seguridad. Otorgar estatus a los migrantes de largo plazo evitaría muchos problemas y protegería el mercado laboral.
Aunque quienes hayan sido condenados por un delito grave deberían ser deportados cuando sea necesario y posible, aquellos que cumplen con nuestras leyes mientras están aquí deben recibir un trato diferente. No se debe utilizar el perfilamiento racial como método de aplicación, ni tampoco separar familias en el proceso.
La ciudadanía por nacimiento, que se confiere a quienes nacen en territorio estadounidense, ha sido la norma tanto legal como culturalmente en los Estados Unidos desde su fundación, y quedó consagrada en la Constitución después de la Guerra Civil. Esto debe protegerse. De lo contrario, haríamos apátridas a millones de niños nacidos en Estados Unidos.
La protección de la libertad religiosa no debe disminuirse mediante amenazas, vigilancia o arrestos en lugares de culto. Las visas deben estar disponibles para los trabajadores religiosos que asisten tanto a migrantes como a fieles nacidos en el país.
El estatus de protección temporal ya concedido no debe eliminarse arbitrariamente cuando los beneficiarios no pueden regresar a condiciones peligrosas en sus países de origen. Las condiciones o circunstancias frecuentemente peligrosas en los países de origen —los llamados “factores de empuje” que los obligan a huir— necesitan nuestra atención.
Promoción
Se debe ofrecer un camino directo para obtener la ciudadanía estadounidense a todos los residentes legales y a las nuevas personas documentadas. El idioma y el patrimonio cultural de los migrantes deben ser respetados, especialmente al brindar atención pastoral. Los trabajadores agrícolas nacidos en el extranjero deben tener los mismos derechos y salarios que otros trabajadores nacionales.
Integración
La integración no significa asimilación, por la cual el idioma y las diferencias culturales son eliminados de la vida de los migrantes que necesitan ayuda para adaptarse a una nueva cultura e idioma. Los medios de comunicación deben compartir historias positivas sobre las contribuciones de los migrantes en todas las plataformas.
La Promesa Cabrini
Santa Francisca Javier Cabrini es la patrona de todos los migrantes. Buscamos su intercesión por las preocupaciones mencionadas anteriormente. Al firmar la promesa, comprometemos nuestras oraciones y energía para la acogida, protección, promoción e integración de los migrantes.
PROMETO:
- Afirmar, de palabra y de obra, la dignidad inherente de cada persona, independientemente de su estatus migratorio o país de origen, viendo a cada uno como un hijo de Dios ante todo.
- Comprometerme con la Sagrada Escritura y la doctrina social de la Iglesia, reflexionando sobre el papel de la migración en la historia de la salvación, en la historia de los Estados Unidos y en la historia de mi propia familia.
- Escuchar y aprender sobre las circunstancias que enfrentan los migrantes y refugiados, incluidos los de mi comunidad, con un corazón y una mente abiertos.
- Buscar oportunidades de encuentro para crecer en una comprensión y comunión más profundas que conduzcan a una auténtica solidaridad con quienes necesitan ayuda.
- Considerar qué significa ser un buen prójimo y cómo estoy llamado a reflejar el amor y la esperanza de Cristo para los demás.
- Fomentar un diálogo cívico que coloque a la persona humana y la santidad de la familia en el centro de la formulación de políticas, especialmente con miras a una reforma migratoria significativa.
- Unirme al Papa León en la oración por todos los migrantes y refugiados como compañeros de camino hacia nuestra verdadera patria.
