Al regresar de misa, cada Domingo de Pascua se convierte en una grata celebración familiar en mi hogar, con platos deliciosos, abrazos, anécdotas de siempre y mucho amor. Les ofrezco un plato principal que nunca falta y que se ha convertido en una verdadera tradición. Quiero recordarles que la clave de disfrutar cualquier alimento radica en consumirlo en porciones adecuadas y, en este caso, les recomiendo una porción de seis onzas por persona.

¡Que Dios me los bendiga y que disfruten este glorioso domingo de Resurrección!

Preparación

1- Un día antes, en un tazón pequeño, mezcla el aceite de oliva, el romero picado, la lavanda y el ajo. Sazona el pernil de cordero con esta mezcla añadiendo la sal y pimienta al gusto, haciendo cortes profundos para que la sazón alcance toda la carne. Colócalo en el refrigerador hasta el día siguiente en una fuente grande.

2- Al siguiente día, saca el cordero del refrigerador y déjalo reposar a temperatura ambiente por una hora. Precalienta el horno a 450 grados Fahrenheit.

3- Asa el cordero por unos 15 minutos, hasta que comience a dorarse. Reduce la temperatura del horno a 375 grados y hornea el pernil por una hora más hasta que el termómetro de carne que se inserta en la parte más gruesa del cordero registre 130 grados para el corte menos cocinado. Transfiere el pernil a una tabla de cortar y déjalo reposar por 30 minutos.