“¿Tú sabes el padrenuestro?”, preguntaba la catequista. “Sí, me lo aprendí de memoria, cuando era pequeño”. Esa fue la respuesta rápida de un estudiante. No es extraño, pues una de las primeras enseñanzas de los católicos a los niños es la plegaria del Señor. Entre las oraciones de Cristo, el padrenuestro ocupa un puesto privilegiado. Seguramente que lo hemos repetido muchas veces, pero sin advertir ni su contenido. Nos vamos a centrar especialmente en su relación con los salmos. Para comprobarlo usted puede comparar los números del salmo y su versículo.
El padrenuestro tiene tres partes: Introducción, Siete peticiones y Conclusión de Alabanza, Doxología.
(Introducción)
Padre nuestro,
“Como la ternura de un padre con sus hijos es la ternura del Señor con los que le temen”, 103,13.
“¡Tú eres mi Padre, mi Dios y la roca donde me refugio!” 89,27-28.
Que estás en el cielo.
El que se sienta en los cielos se sonríe, 2,4.
El Señor tiene su trono en el cielo, 11,4.
Los cielos son la morada del Señor, 115,16.
(Las siete partes)
1 Santificado sea tu nombre.
“¡Oh Señor, nuestro Dios, qué grande es tu nombre en toda la tierra!” 8,1.
“¡No a nosotros, Señor, nos des la gloria, no a nosotros, sino a tu nombre!” 115,1.
2 Venga a nosotros tu reino.
¡Oh mi rey y mi Dios! 5,3.
“Reina el Señor, vestido de grandeza, el Señor se revistió de poder”, 93,1.
“Anuncien a los pueblos, “El Señor es rey”, 96,10.
3 Hágase tu voluntad aquí en la tierra como en el cielo.
“He elegido, mi Dios, hacer tu voluntad”, 40,9.
“Tu voluntad es mi delicia”, 119,16.
“¡Cuánto amo tu voluntad! En ella medito todo el día”, 119,97.
“Enséñame a que haga tu voluntad, ya que tú eres mi Dios”, 143,10.
4 Danos hoy nuestro pan de cada día.
“El da su pan a todo viviente, porque su amor perdura para siempre”, 136,25.
“Su justicia da a los oprimidos, proporciona su pan a los hambrientos”, 146,7.
5 Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
“El Señor es ternura y compasión, lento a la cólera y lleno de amor”, 103,8.
“Yo confío en tu bondad”, 13,6.
“Suprimiste la deuda de tu pueblo, *perdonaste totalmente su pecado”, 85,3.
6 No nos dejes caer en la tentación.
“Dios cuida el camino de los justos”, 1,5.
“No deja que tu pie dé un paso en falso”, 121,3.
“En sus manos te habrán de sostener para que no tropiece tu pie en alguna piedra”, 91,12.
“Apenas dije: ‘¡Vacilan mis pies!’ tu bondad, Señor, me reafirmó”, 94,18.
7 Líbranos del mal.
“Este pobre gritó y el Señor lo escuchó, y lo salvó de todas sus angustias”, 34,7.
“Te alabaré, Señor, porque me has librado”, 30,2.
“Líbrame, Señor, del hombre malvado”, 140,2.
(Doxología)
Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor. Amén.
“A ti, Yahveh, la grandeza, el poder y la magnificencia, y la gloria… a ti, Yahveh, el reino…”. 1 Cro 29,11.
Las citas mencionadas prueban cómo el Señor rezaba con los salmos y a partir de ellos compuso su oración predilecta. Con los Salmos se puede profundizar mejor en la plegaria de Jesús.
¿Le gustaría a usted recitar una parte del padrenuestro y continuar con la lectura del salmo?