Con el relato de la llegada de Pablo a Efeso y la conversión de algunos de sus habitantes, el Papa Francisco puso en evidencia la incompatibilidad entre la fe cristiana y las prácticas de magia o adivinación durante la habitual catequesis de la Audiencia General en el Vaticano.
El Poder de Dios desenmascara
El Santo Padre resalta como por el bautismo se experimenta el derramamiento del Espíritu Santo que regenera y abre paso a los auténticos milagros: los enfermos se recuperan y los obsesos son liberados. Esto sucede, afirma el Papa, porque el discípulo se parece a su Maestro y lo hace presente al comunicar a sus hermanos la misma vida nueva que recibió de Él.
La obra de los bautizados permite que sean desenmascarados aquellos que desean “usar el nombre de Jesús para realizar exorcismos pero sin tener la autoridad espiritual para hacerlo, y revela la debilidad de las artes mágicas.
También los plateros que fabricaban y vendían estatuas de la diosa Artemisa fueron desenmascarados por la difusión del Evangelio en Éfeso dañandoles el comercio “que había convertido una práctica religiosa en una verdadera ganga.”
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El Poder de Dios transforma
Francisco enfatiza la incompatibilidad entre la fe en Cristo y la magia: “Si eliges a Cristo, no puedes recurrir al mago: la fe es un abandono confiable en manos de un Dios confiable que se da a conocer no a través de prácticas ocultas sino por revelación y con amor gratuito.” “Estas cosas que se hacen para adivinar el futuro o adivinar muchas cosas o cambiar las situaciones de la vida no son cristianas. La gracia de Cristo te trae todo: ora y entrégate al Señor.” Recomienda el Pontífice.
El Papa resalta cómo la predicación de Pablo provoca que las artes mágicas sean abandonadas por un gran número de personas que eligen a Cristo: “¡Un verdadero cambio para una ciudad, como Éfeso, que era un centro famoso por la práctica de la magia!”.
El Poder de Dios compromete
Finalmente el Santo Padre resalta que la Evangelización conlleva a un necesario compromiso con la comunidad mientras nos recuerda el consejo de Pablo a los líderes de la Iglesia: “Velen por ustedes y por todo el rebaño”.
“Este es el trabajo del pastor: despertarse, cuidarse a sí mismo y al rebaño. El pastor debe vigilar, el pastor debe vigilar, vigilar, los presbíteros deben vigilar, los obispos, el papa debe vigilar. Haga la vigilia para proteger al rebaño, y también para cuidarse, examinar la conciencia y ver cómo se cumple este deber de vigilar,” explica el Papa Francisco. Finalmente se dirigió a los obispos exhortándolos a “estar muy cerca del pueblo para protegerlo, para defenderlo; no separado de la gente.”