Noticia

Nos trataron amablemente

En el marco de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, el Papa Francisco quiso dedicar la catequesis de esta Audiencia General al tema de la “Hospitalidad,” retomando un episodio del libro de los Hechos de los Apóstoles del que ya había hablado hace dos semanas. El ejemplo es la hospitalidad de los habitantes de Malta para con Pablo y sus compañeros de naufragio.

La vida está en las manos de Dios

La barca en la que iba Pablo junto con unas 260 personas está a la merced del viento y del mar, pero a pesar de lo oscuro del panorama la fe del Apóstol “le dice que su vida está en manos de Dios, quien levantó a Jesús de la muerte, y que lo llamó, para llevar el Evangelio a los confines de la tierra. Su fe también le dice que Dios, según lo que Jesús reveló, es un Padre amoroso.” Estas certezas son las que inspiran a Pablo a ponerse al frente y animar a sus compañeros a tener confianza en Dios.

Una “rara humanidad”

Al llegar a tierra firme, los náufragos son recibidos en Malta por personas, que aunque ajenas a ellos, están atentas a sus necesidades. “Encienden un fuego para que se calienten, les ofrecen refugio contra la lluvia y también comida, y aunque aún no han recibido la Buena Nueva de Cristo, manifiestan el amor de Dios en actos concretos de bondad. De hecho, la hospitalidad espontánea y los gestos cariñosos comunican algo del amor de Dios, y la hospitalidad de los isleños malteses es recompensada por los milagros de curación que Dios obra a través de Pablo.”

Una Virtud ecumenica importante

La hospitalidad, en primer lugar, “significa reconocer que otros cristianos son verdaderamente nuestros hermanos y hermanas en Cristo.” No es un acto de generosidad unidireccional, afirma el Santo Padre, porque cuando recibimos a otros cristianos les damos la bienvenida como un regalo que se nos da. Al igual que los malteses, a nosotros se nos pagan porque recibimos lo que el Espíritu Santo ha sembrado en nuestros hermanos, y esto también se convierte en un regalo para nosotros”.

Los nuevos náufragos

Para finalizar el Papa Francisco recordò que al igual que Pablo y sus compañeros, hoy hay otras personas que también “enfrentan viajes arriesgados para escapar de la violencia, escapar de la guerra, escapar de la pobreza” y que son una oportunidad para que los cristianos, de diversas confesiones, trabajen juntos para “para mostrar a los migrantes el amor de Dios revelado por Jesucristo. Trabajar juntos para experimentar la hospitalidad ecuménica, especialmente para aquellos cuyas vidas son más vulnerables, nos hará cristianos.”