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Proteger y defender la vida, cuando nuestra vida es amenazada

Cada 25 de marzo se celebra la fiesta de la Anunciación del Señor, es la fiesta de la Vida del Hijo de Dios que se encarna en el seno de Santa María. Cada año para estas fiestas en diversas partes del mundo se celebra el DIA DEL NIÑO POR NACER, una celebración que hace memoria de la Vida como don de Dios y como tarea de los hombres en cuidarla y protegerla.

Marcha por la Vida 2019
Marcha por la vida en Tucuman, Argentina, 2019

En este 2020 la Vida aparece de un modo resonante por el cuidado de la salud; la pandemia global, que no sabemos cuando terminará y menos sabemos la cuantificación de sus consecuencias, vuelve a colocar como tema principal el valor de la Vida que se ve acechada por la muerte. En este contexto debemos reflexionar sobre el valor intangible e indisponible de la Vida humana naciente.

• La Vida es un Bien creado y que posee una riqueza y valor incalculable desde el inicio mismo en el seno materno: esta contemplación de la verdad biológica debe ser recuperada; el eclipse de su valor ha llevado a considerarla descartable y fácil de tirar. EL Covid-19 nos puso en aprietos y más que nunca huimos de un posible contagio que afecte nuestra Vida; tuvo que venir un virus global para que nos demos cuenta de cómo hemos de cuidar la existencia. Esa existencia que comienza en el momento mismo de la fecundación.
• La Vida es una verdad que nos interpela y exige: frente a la pandemia global el mundo esta mostrando una movilización sin precedentes, recurriendo a la mayor erogación económica de su historia para sobrevivirla. Es la reacción natural que debiésemos tener sobre la Vida desde su concepción. ¡Que protección espera la humanidad sobre la vida sino la respeta en sus dos extremos de fragilidad!. Quienes amamos la Vida desde su principio, sabemos que esta comienza y termina en la fragilidad. La vulnerabilidad unifica nuestro pasado con nuestro futuro. Frágiles nacemos, frágiles morimos. Si la experiencia que estamos viviendo hoy no nos hace reaccionar en cuidar activamente la Vida en todas sus etapas, es porque la ceguera del hombre lo convierte en su propio arrebatador.
• La Vida es una tarea irrenunciable de todo ser viviente: San Juan Pablo II nos plantea en Evangelium Vitae la necesidad de generar una Cultura de la Vida. Allí coloca diversos campos de acción que siguen vigente y sin realización plena. Hemos de trabajar en todos los rincones de nuestra acción apostólica un “Proyecto Cultural” de respeto y protección por la Vida. Su acción debe abarcar una visión de “Ecología Humana”, a decir del mismo Papa Santo. Esto quiere significar que debemos trabajar para cuidar la Vida naciente en el seno materno, pero también creando acciones comunes que generen conciencia de su valor a lo largo de todo su arco existencial. Los seres humanos no estamos viviendo bien, estamos errados en el modo existencial de plantear las cosas. Este virus nos está poniendo en jaque que el estilo consumista de la Vida es un fracaso. No podemos seguir así.
• El poder de la creatividad: San Gregorio Magno solía decir que: “Dios no se repite nunca”. Dios se nos presenta como el que nos da lo propio y específico en cada momento y en cada situación histórica de nuestras vidas. Esto también ocurre en este momento histórico que nos toca vivir. Dios nos ayuda y nos pide que seamos los más creativos posible para cuidar la Vida. El trabajo que hacen los medios de comunicación son cada día más un modo específico de caminar a esa creatividad que llega a todos. Me da la impresión que se debe pasar de la mera información, a la comunicación pro activa; aquella que genera pensamientos para producir cambios. Si los medios comunicacionales en la Iglesia hacen este salto, podremos tener en el tiempo una repercusión de acciones que cambiarán la realidad. Pasar de la “información a la acción informativa que cambia la realidad”.

Que la Virgen Santa María que le dijo Sí a la vida del Verbo Encarnado nos asista y bendiga en esta tarea de la vida, que nunca acaba por que Dios es Vida y nos llama a vivir eternamente con El.

(El P. Marcelo Barrionuevo es licenciado en Teología Moral, Asesor de la Pastoral de Vida y Familia de la Arquidiocesis de Tucuman, Argentina, Director del Centro de Bioética de Tucuman y columnista de la revista Palabra)