“Querido Dios: ¿Cuánta gente hay en el cielo?
Debe ser un montón, yo conozco a dos y
solo tengo 8 años. Hoy aprendí una nueva
palabra ‘meduloblastoma’ o algo así”.
—Manuel (9 años)
Esta película de 2010 no es una cinta que podemos catalogar exclusivamente como un drama. Es en sí misma una invitación a hablar con Dios, a abrirle el corazón sin importar cuán grande sea el dolor y las tristezas que nos agobian para que sea Él quien finalmente se encargue de ellos.
Cartas al Cielo nos muestra la historia de Tyler, un pequeño que padece de cáncer. El valor con que enfrenta su enfermedad inspira a todos los que lo conocen. Es un ejemplo de cómo la fe y la esperanza pueden cambiar nuestra actitud en los momentos de más difíciles de la vida.
La historia de Tyler no es meramente el fruto de la imaginación de un escritor. Es un homenaje de su padre, Patrick Doughtie, codirector y libretista de la película, quien en 2005 perdió a su hijo de 9 años a causa del cáncer.
A lo largo de la película el espectador tiende a pensar que nuestra conmiseración debe dirigirse solo a Tyler. Sin embargo, cada persona cercana a este ‘Guerrero de Dios’, como él se autodenomina, enfrenta su propia lucha; y es justamente este pequeño gran valiente quien les enseña la lección que terminará por darle sentido a sus vidas.
Maddy, la madre de Tyler, constantemente recuerda a su difunto esposo y anhela aquellos momentos cuando eran una familia feliz, cuando su hijo más pequeño no se debatía a diario entre la vida y la muerte y ella se esforzaba por aparentar una fortaleza que no sentía.
Brady es el reemplazo del cartero de la zona, un hombre que se refugia en el alcohol luego de haber perdido la custodia de su hijo tras haber sido arrestado conduciendo ebrio con él en su auto.
Cada día, Tyler escribe una carta dirigida a Dios. En ella no reclama nada, no reniega de su enfermedad sino que, por el contrario, pide volver a ver la sonrisa de su mamá y pide por la salud y bienestar de sus vecinos y amigos. Esas cartas las recoge su nuevo cartero que, al ver que no tendrán respuesta, decide leerlas y llevarlas a la iglesia. Allí el pastor le dice que Dios con el tiempo le dirá qué hacer con ellas y que no es coincidencia que hayan llegado a sus manos.
Esta película deja, sin duda, un gran mensaje para toda la familia y vale la pena verla para entender que cada día tenemos más motivos para dar gracias que para pedir que Dios nos escuche aunque, claro, Él siempre lo hará.