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Católicos denuncian muerte de segundo niño cerca de la frontera

WASHINGTON (Por Rhina Guidos/CNS)—. Funcionarios de inmigración anunciaron nuevos exámenes de salud para niños inmigrantes después de la muerte de un segundo niño, de ocho años, quien falleció estando bajo el cuidado de la Oficina de Protección Fronteriza (CBP) durante Nochebuena.

“Esta es una pérdida trágica. En nombre de la Oficina de Protección Fronteriza y Aduanas de EE.UU., ofrecemos nuestras más sinceras condolencias a la familia”, dijo el comisionado de la CBP, Kevin K. McAleenan, en un comunicado del 25 de diciembre. Él explicó las nuevas medidas para niños inmigrantes detenidos y emitió más detalles sobre lo que sucedió antes de la muerte del niño el 24 de diciembre.

Pero grupos católicos como Hope Border Institute en El Paso, Texas, dijeron que la muerte pudo haberse prevenido si las autoridades estadounidenses no estuviesen bloqueando a los migrantes en puntos de entrada donde se puede solicitar asilo legalmente. En cambio, ellos dijeron que los inmigrantes son desviados y toman un camino diferente por rutas más peligrosas, donde experimentan deshidratación y otros peligros, o son enviados a instalaciones llenas de gente, las cuales no son adecuadas para alojar a niños.

La tragedia era algo que se esperaba, dijo Dylan Corbett, director ejecutivo de Hope Border Institute, por las condiciones que los migrantes encuentran. “Es completamente inaceptable. Niños no se de-ben de alojar en una instalación de seguridad”.

Según el comunicado de CBP, la agencia encargada del control de la frontera, el niño y su padre fueron detenidos el 18 de diciembre debido a una entrada ilegal “al oeste del Puerto de Entrada Paso del Norte en El Paso, Texas”.

Entre ese día y el 24 de diciembre, ellos fueron reubicados a varias instalaciones y se les dio alimento y agua y se les proveyó “chequeos de bienestar público” durante todo el camino. La versión de la agencia decía que en la mañana del 24 de diciembre, un agente notó que el niño tenía “ojos llorosos” y tosía. Él fue enviado junto con su padre a un hospital general para tratamiento de “posibles síntomas de influenza” y se le dio Tylenol y otro medicamento.

La agencia dijo que después de ser dado de alta del hospital el mismo día, el niño y su padre regresaron a “detención temporal” en un punto de seguridad en la carretera, donde más tarde esa noche el niño vomitó y “parecía estar letárgico”. Debido a la condición del niño, más tarde esa noche las autoridades enviaron a los dos de vuelta al hospital.

El comunicado de la agencia decía que el 24 de diciembre, en ruta hacia el hospital, el niño comenzó a vomitar otra vez y perdió el conocimiento y el personal del hospital no pudo revivirlo. Según el CBP el niño fue pronunciado muerto justo antes de la medianoche.

Aunque la agencia no ha revelado el nombre del niño, un comunicado del Caucus Hispano del Congreso lo identificó como Felipe Alonzo Gómez, de Guatemala. Él es el segundo niño identificado en diciembre que murió mientras estaba bajo la detención de las autoridades de la frontera estadounidense. Anteriormente en diciembre, las autoridades dijeron que Jakelin Caal, una niña de siete años, también de Guatemala, murió de deshidratación mientras estaba bajo la custodia de la Pa-trulla Fronteriza.

“Tuvimos la muerte de otro niño pequeño y eso es muy preocupante”, dijo Corbett en una entrevista telefónica desde El Paso con Catholic News Service el 26 de diciembre. “No sé si esto es política, no sé qué está pasando, pero este juego que los políticos están jugando en Washington (atendiendo) la frontera se ha vuelto (peligroso)”.

Para algunos grupos católicos, la muerte del segundo niño en Nochebuena fue algo particularmente fuerte.

“Mientras los padres en todo Estados Unidos despertaban para celebrar la mañana de Navidad con sus hijos, el padre de Felipe, con quien viajó (y su madre que se quedó en Guatemala), están de luto por la pérdida de su niño”, dijo Christopher Kerr, director ejecutivo de la Red de Solidaridad Ignaciana con sede en Ohio. “La muerte de Felipe nos debe recordar de que niños y sus padres están llegando a nuestra frontera en el mismo estado que el niño Jesús enfrentó mientras María y José luchaban para encontrar un lugar seguro para su nacimiento —vulnerable y en riesgo. Como cristianos estamos llamados a responder con compasión, amor y hospitalidad”.

Kerr dijo que el grupo consiguió que más de 1,000 personas enviaran tarjetas de Navidad digitales “al Congreso y al presidente Trump” para enfatizar la necesidad del cuidado de los que buscan asilo.

Pero la pérdida irreversible de la vida de otro niño es “un ejemplo trágico de la necesidad desesperada que tiene nuestro país de políticas de inmigración humanitarias que respeten la dignidad y los derechos de todas las personas”, dijo Kerr.

“La Red de Solidaridad Ignaciana continuará movilizando nuestra red para pedirle a nuestros líderes electos que se aseguren de que nuestro gobierno proteja a los más vulnerables —especialmente a los refugiados y los que buscan asilo— mientras también responden con soluciones a largo plazo a las causas fundamentales de la migración”.

CBP dijo que procurará inmediatamente exámenes de salud para todos los niños que están bajo su custodia, “con un enfoque en los niños menores de 10 años de edad”.

El periódico The Washington Post informó el 26 de diciembre que la secretaria del Departamento de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen, estaría enviando a la frontera sur el cuerpo médico de la Guardia Costera de Estados Unidos “para examinar a los inmigrantes después de las muertes de dos niños pequeños de Guatemala que estaban bajo custodia federal”.

El periódico informó que ella también tiene programada para fines de diciembre una visita a las instalaciones de detención temporal para migrantes y enviará a funcionarios de los Centros para el Control de las Enfermedades a investigar.

“No teníamos que esperar a que dos niños murieran para que esto sucediera”, dijo Corbett. “Mi plegaria de esta Navidad es que las muertes de Jakelin y Felipe no sean en vano. Tengo la esperanza de que sus muertes marquen el final de algo y el comienzo de algo nuevo. Los niños no deben de morir. Esto no es un juego”.