EN UNA CEREMONIA SOLEMNE y multitudinaria, veintiuna parejas unieron sus vidas ante el Señor en el sagrado vínculo del matrimonio el pasado 15 de julio en la parroquia de la Presentación de la Santísima Virgen María en Jamaica, Queens.
La ceremonia dio inicio cuando los novios y las novias ingresaron a la iglesia por entradas distintas para encontrarse en el altar, hecho que el párroco y celebrante principal, el padre Manuel de Jesús Rodríguez, destacó en su homilía: “Así también sus historias han sido distintas, vinieron de familias distintas y hoy están aquí frente al Señor que lo sabe todo, y del cual todos nosotros venimos”.
La alegría por la bendición en cada una de sus uniones era notoria en la expresión de las veintiuna parejas. “Estamos aquí para ser testigos de un verdadero milagro como escuchábamos en el Santo Evangelio de San Juan, donde Jesús inicia su Evangelio, su predicación y su vida pública de servicio en una boda en Caná de Galilea”, dijo el padre Rodríguez.
“El Señor transformó el agua en vino, el vino de la gracia que Él mismo estaba trayendo con su mensaje de amor, perdón y esperanza y con la realización de ese mensaje a través de sí mismo. Hoy el Señor está llevando a cabo ese mismo milagro. Tenemos veintiuna parejas que van a ser transformadas, así como el Señor transformó esa agua en vino de gracia y bendición, cada una de estas parejas ha de ser transformada y dejarán de ser dos para ser uno, porque el Señor los convertirá en una sola carne”, dijo el Padre durante la homilía.
“El Señor tenía previsto unirlos y convertirlos en un poderoso signo de fe, en una señal viva de que todavía hay fe y por tanto esperanza porque ustedes con su vida, y no solo con sus palabras, están demostrando que Dios existe”, dijo el sacerdote dirigiéndose a las parejas frente a los familiares y amigos más cercanos que los acompañaron aquella tarde para dar el “Sí”.
También durante su homilía el padre Manuel de Jesús hizo un llamado a los contrayentes “no se cansen de seguir siendo dándonos a nosotros un gran testimonio […] nunca olviden este día en el que Dios los unió en santo matrimonio”.
La celebración continuó, pareja por pareja, con el interrogatorio antes del consentimiento, la manifestación del consentimiento y la confirmación del consentimiento: “El Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob, el Dios que en el paraíso unió a Adán y Eva confirme en Cristo el consentimiento que han manifestado delante de la Iglesia y los sostenga con su bendición. Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre”.
Posteriormente los pajes fueron llamados para acercarse al altar con los anillos y las arras para ser bendecidos y luego intercambiados por los contrayentes. El padre Rodríguez impuso las manos a cada pareja como parte de la bendición nupcial para luego dar paso a la bendición de cada lazo de boda, el saludo de la paz y el sacramento de la Comunión.
Al final de la misa, los recién casados y demás asistentes participaron de un agasajo en el estacionamiento de la iglesia. Toda la ceremonia fue celebrada en español e inglés ya que veinte parejas eran hispanas y una de habla anglosajona.