Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
Durante casi 20 años, el mes que va del 15 de septiembre al 15 de octubre ha sido llamado Mes de la Herencia Hispana. Casi 55 millones de estadounidenses provienen de países hispanohablantes de América Latina y de España.
Es importante que los inmigrantes conserven su patrimonio, especialmente en Estados Unidos,una nación que nos permite “americanizarnos”. Los americanos no somos una comunidad homogénea, somos un pueblo con raíces profundas en nuestra cultura, que nos da las alas necesarias para integrarnos a la rica identidad de Estados Unidos. Nadie debe olvidar sus orígenes, ya que esto nos ayuda a estar conectados con nuestro cimiento, lo cual nos da una sensación de fuerza y unidad que nos permite integrarnos a la sociedad.
En nuestra diócesis, que abarca Brooklyn y Queens, hemos sido bendecidos con una gran población hispana, con un 32 de fieles que asisten a misa en español. La palabra “hispano” es un término acuñado en Estados Unidos para englobar a los que hablan español. Algunos prefieren usar “latino”. Pero cualquiera que sea el término que utilicemos, lo más importante es mostrar respeto por las múltiples culturas que conforman esta gran nación.
En el pasado, hemos oído con frecuencia hablar del “Melting Pot”. De alguna manera se pensaba que todos los que inmigraban a Estados Unidos podían integrarse en una cultura genérica. Pero creo que ese concepto ha sido reemplazado por uno mejor: el del “mosaico”, que permite que cada cultura mantenga su diversidad, y que al mismo tiempo pueda fusionarse y formar una imagen hermosa que es la identidad de Estados Unidos.
Hay muchos elementos que constituyen la cultura. Tal vez el más básico es el idioma. La lengua define a las personas y les da un modo de expresión diferente al de otros. En ese sentido, en Brooklyn y Queens también somos afortunados de tener tantos grupos lingüísticos que conforman nuestra diócesis.
Todos los domingos se celebra misa en 30 idiomas, y 105 de nuestras 186 parroquias celebra una o más misas semanales en español. Cuando converso con fieles de otras diócesis, les resulta difícil entender cómo conseguimos lo que yo llamo “parroquias dobles, triples, cuádruples y quíntuples”, como los cines que ofrecen shows en varios idiomas. Sin embargo, no se trata de elegir un espectáculo en su idioma, sino de la Eucaristía que celebra la presencia de Jesús en medio de nosotros.
La Iglesia apoya la necesidad de los inmigrantes — especialmente de los recién llegados— de orar en su lengua materna, ya que por lo general uno reza en su primer
idioma. Siempre felicito a nuestros sacerdotes, que son capaces de hacer malabares con los horarios y los templos disponibles para celebrar la Eucaristía para tantos grupos culturales de nuestra diócesis, que en este momento son mayoritariamente hispanoparlantes.
Un tema que afecta a esta comunidad en particular es la inmigración, ya que muchos son inmigrantes de primera y segunda generación que no cuentan con la documentación apropiada. Nuestra actual campaña presidencial ha hecho hincapié en esto de muchas maneras. Pero como decía, los que están aquí sin la documentación apropiada en su gran mayoría han venido en busca de trabajo, y no solo porque nuestra frontera es porosa. La crisis económica del 2008 reflejó una caída dramática del número de personas que vienen a Estados Unidos, tanto legal como ilegalmente, documentados e indocumentados. La base de nuestra identidad nacional es un país de oportunidades: trabajo y educación.
Muchas veces no se entiende el tema de la integración. Integración, en el contexto de “mosaico”, significa sumarse a la cultura extranjera sin perder la identidad propia. Cada grupo cultural lo logra de diferentes maneras y en distintos marcos de tiempo. El hecho es que en la actualidad, los inmigrantes de habla hispana se están integrando a un ritmo más acelerado que en el pasado.
Tal vez una de las mayores herramientas de integración son los medios de comunicación, especialmente a nuestros programas de radio y televisión, aunque algunos prefieren los medios en su lengua materna para mantener su patrimonio cultural.
Aprovecho esta oportunidad para felicitar y elogiar a nuestros miembros diocesanos de habla hispana por su participación en la vida de la Iglesia. Ellos están presentes en más de 100 parroquias y hacen un aporte real a las comunidades de Brooklyn y Queens.
Nuestro periódico diocesano en español, Nuestra Voz, está creciendo en popularidad y se distribuye a todos los que asisten a misa en español. Otro indicador de los aportes de la comunidad hispana es la vocación, que es el sustento de la Iglesia.
Todos los grupos de inmigrantes que vienen a este país han remado mar adentro, sin saber qué les deparaba el futuro. Por eso felicitamos a la comunidad hispana por esta celebración cultural en los meses de septiembre y octubre.