DESDE ESTE DOMINGO 9 de abril, los católicos celebramos la Semana Santa. Por diversas razones, muchos católicos se ven imposibilitados de participar en todas las celebraciones de Semana Santa. Nuestra Voz consultó a dos de nuestros obispos auxiliares para que nos dieran algunas pautas para vivir la Semana Santa a plenitud a pesar de nuestras obligaciones.
Monseñor Octavio Cisneros, obispo auxiliar de Brooklyn
Obviamente se le llama Santa a la Semana porque tiene una prioridad dentro de n
uestra celebración religiosa. Todas las celebraciones de Semana Santa tienen su propia identidad y la gracia que nos da el Señor a través de las liturgias que celebramos en esa semana.
Hablar de prioridad no creo que sea lo más apropiado, porque todas son importantes. Obviamente, lo más importante es el Domingo de Resurrección. Nos hemos preparado todo el año para la Vigilia Pascual, como decía el beato Charlie, “nos preparamos para la Pascua”. Así que si hay que celebrar algo es la Resurrección. Si no hay Domingo de Resurrección no hay fe, no hay Iglesia, no hay nada; así que si se quiere hablar de prioridades, pues la Vigilia Pascual.
Recordemos que cada liturgia, cada Eucaristía lleva dentro de sí todo el Misterio Pascual. Cada domingo, en cada iglesia, se está celebrando el Misteri Misterio Pascual. Cada domingo, en cada iglesia, se está celebrando el Misterio Pascual, la pasión, muerte y resurrección de nuestro señor Jesucristo. Si prestamos atención a la palabra del sacerdote en las diferentes anáforas de la Eucaristía escucharemos siempre «pasión, muerte y resurrección de nuestro señor Jesucristo». Cada misa es eso y cada domingo es resurrección.
Dentro de nuestra fe hispana siempre va a tener un punto referencial el Viernes Santo. Viene de nuestra cultura, que es una cultura española, que siempre ha tenido una gran fe en la experiencia de la Cruz. De ahí nos vienen las procesiones de Semana Santa. Así que todas estas procesiones del Viernes Santo, el Sermón de las Siete Palabras, el Vía Crucis, el visitar las diferentes estaciones, son momentos lindos.
El Jueves Santos, el lavatorio de los pies significa mucho para el hispano, ese sentido de la caridad, del servicio a los demás. Todas estas experiencias de Semana Santa son para nosotros un revivir de nuestra fe. Desgraciadamente vivimos en un país secular y hay que trabajar, las empresas no cierran. Entonces cada individuo tiene que juzgar qué es lo más importante para su vida espiritual y asistir a todas las que les sean posibles dentro de ese contexto de trabajo, de familia, de obligaciones.
Lo que da tristeza es que algunas empresas dan la semana libre, las escuelas no tienen clases y entonces los padres en vez de avivar la fe en sus hijos, deciden que es una semana de vacaciones y es el tiempo de irse a la playa, irse de paseo, a esquiar al norte. Lo ven como una semana de descanso, pero para eso hay otros momentos. La razón de que los colegios y muchas empresas de libre esa semana es para que los niños puedan participar con sus padres de este tiempo santo, no para irse de vacaciones.
Monseñor Paul Sánchez, obispo auxiliar de Brooklyn
Por supuesto la obligación, si podemos usar esa palabra, es para asistir a misa los domingos y el domingo de Resurrección es el día más importante. Para los que pueden dedicar más tiempo a la oración, la misa del Sábado Santo, que es una vigilia, que es una misa más larga, que comienza entre 7:30 p.m. y 8:00 p.m. y cumple con la obligación del domingo, es una ceremonia muy linda.
En cuanto al Jueves Santo y Viernes Santo, el Jueves Santo es bueno poner énfasis en la institución de la Eucaristía porque es por la noche, cuando la gente está libre y es un recuerdo del don de la Eucaristía que Cristo nos dio. El Viernes Santo muchas iglesias tienen servicio por la noche porque es una concentración en el don de la vida de Jesús en la Cruz. Si están trabajando durante el día y pueden asistir a una ceremonia en la noche sería muy bueno.
La importancia del Vía Crucis
Para monseñor Octavio Cisneros, “la importancia del Vía Crucis obviamente es la reflexión sobre el misterio de la pasión de nuestro señor Jesucristo, pero que tiene elementos que son muy necesarios para el ser humano. En el Vía Crucis uno se mueve, cuando es posible uno va caminando de estación en estación, como una peregrinación con Cristo y cuando hay muchas personas en la iglesia, uno no se mueve, pero si se levanta y se arrodilla, ese movimiento implica todo el ser en oración, transportándonos a ese momento cuando Cristo llevó el peso de la Cruz.
Monseñor Paul Sánchez nos dice que el Vía Crucis “es un modo de identificarnos con el sufrimiento de Jesús y el don de su vida en la crucifixión, es una meditación con palabra y [es] visual, porque se puede ver en las paredes de la iglesia las distintas escenas de Jesús en su camino. Es efectivamente una invitación para meditar, para no leer el pasaje de la Biblia rápidamente, sino concentrarse en lo que pasó con Cristo, su significado, la presencia de su madre, etc. Es otro modo de rezar”.