Desde Roma

“Cristianos tienen ‘deber moral’ de ayudar a refugiados”, dice el Papa

CIUDAD DEL VATICANO (Por Junno Arocho Esteves /CNS) — Los Cristianos tienen una obligación moral de mostrar la preocupación de Dios por todos los marginados, especialmente los migrantes y refugiados, dijo el papa Francisco.

“Esta preocupación amorosa por los menos favorecidos se presenta como un rasgo distintivo del Dios de Israel, y también se le requiere, como un deber moral, a todos los que quieran pertenecer a su pueblo”, dijo el papa en su homilía del 29 de septiembre durante una Misa al aire libre para la 105 Jornada Mundial del Migrante y Refugiado.

Unos 40,000 hombres, mujeres y niños llenaron la Plaza de San Pedro mientras los sonidos de himnos llenaban el aire. Según el Vaticano, los miembros del coro que cantaban en la Misa eran de Rumania, Congo, México, Sri Lanka, Indonesia, India, Perú e Italia.

El coro no fue el único aspecto de la liturgia que celebró a los migrantes y refugiados. Según la Sección del Vaticano para Migrantes y Refugiados, el incienso usado en la Misa fue enviado del campo de refugiados de Bokolmanyo en el sur de Etiopía, donde los refugiados están reiniciando la tradición de 600 años de recolectar incienso de alta calidad.

Después de la Misa, el papa Francisco presentó una gran estatua de bronce llamada “Ángeles desprevenidos”, en la Plaza de San Pedro.

Diseñada y elaborada por el artista canadiense Timothy Schmalz, la escultura representa a un grupo de migrantes y refugiados en un barco. Dentro del grupo, se pueden ver un par de alas de ángel, lo que sugiere “que dentro de los migrantes y refugiados se encuentra lo sagrado”, dice el sitio web del artista.

Detalles de la escultura de bronce “Ángeles desprevenidos” del artista canadiense Timothy Schmalz dedicada a los emigrantes develada en el Vaticano el 29 de septiembre de 2019. El Papa Francisco asistió a la inauguración de este conjunto escultórico después de celebrar la Misa por el Día Mundial de los Migrantes y Refugiados. (CNS/Remo Casilli, Reuters)

El cardenal designado Michael Czerny, otro canadiense y codirector de la Sección de Migrantes y Refugiados, tenía una conexión muy personal con la escultura. Sus padres, que emigraron a Canadá desde Checoslovaquia, están representados entre las personas en el barco.

“Es realmente sorprendente”, dijo el cardenal a Catholic News Service, y agregó que cuando su hermano y cuñada lleguen a Roma para verlo ser elevado a cardenal el 5 de octubre, espera tomarse muchas fotos frente a la obra de arte.

Antes de rezar la oración del Ángelus al final de la Misa, el papa dijo que quería que la estatua en la Plaza de San Pedro “les recordara a todos el desafío evangélico de dar la bienvenida”.

En su homilía, el papa comenzó reflexionando sobre el tema de la jornada mundial — “No se trata solo de los migrantes” — y enfatizó que Dios llama a los cristianos a cuidar a todas las “víctimas de la cultura del descarte”. “El Señor nos pide que pongamos en práctica la caridad hacia ellos; nos pide que restauremos su humanidad, a la vez que la nuestra, sin excluir a nadie, sin dejar a nadie afuera”, dijo.

Sin embargo, continuó, cuidar a los migrantes y refugiados también es una invitación a reflexionar sobre las injusticias que ocurren en el mundo donde aquellos que “pagan el precio son siempre los pequeños, los pobres, los más vulnerables”.

“Las guerras afectan sólo a algunas regiones del mundo; sin embargo, la fabricación de armas y su venta se lleva a cabo en otras regiones, que luego no quieren hacerse cargo de los refugiados que dichos conflictos generan”, dijo.

Recordando la lectura del Evangelio del domingo en la que Jesús cuenta la parábola del hombre rico y Lázaro, el papa dijo que los hombres y las mujeres de hoy también pueden ser tentados a hacer la vista gorda “a nuestros hermanos y hermanas en dificultad”.

Como cristianos, dijo, “no podemos permanecer indiferentes ante el drama de las viejas y nuevas pobrezas, de las soledades más oscuras, del desprecio y de la discriminación de quienes no pertenecen a ‘nuestro’ grupo”.

El papa Francisco dijo que el mandamiento de amar a Dios y al prójimo es parte de “construir un mundo más justo” donde todas las personas tengan acceso a los “bienes de la tierra” y donde “los derechos fundamentales y la dignidad estén garantizados para todos”.

“Amar al prójimo significa sentir compasión por el sufrimiento de los hermanos y las hermanas, acercarse, tocar sus llagas, compartir sus historias, para manifestarles concretamente la ternura que Dios les tiene”, dijo el papa.