Desde Roma

Evangelizar es dejarse llevar por el Espíritu

En la primera Audiencia general de los miércoles durante el mes de las misiones, el Papa Francisco afirmó que “Evangelizar es dejarse llevar por el Espíritu Santo, que es quien impulsa al anuncio: con testimonio, incluso con martirio y con la Palabra”.

El texto motivador de este miércoles fue tomado del libro de los Hechos de los Apóstoles, en esta ocasión fue del capítulo 8, versículos del 5 al 8.

La primera nota del Santo Padre fue que la “persecución es un signo de la vida del discípulo de Cristo;” reflexionando luego sobre la acción evangelizadora de Felipe que nos lleva necesariamente a pensar respecto la necesidad de anunciar el Evangelio.

Francisco afirmó que “aun los poderosos tienen necesidad de ser guiados para comprender la Escritura. No basta con leer la Escritura, es necesario comprender su sentido profundo, llegar al Espíritu que anima la letra,” y en este contexto recordó también el mensaje de su predecesor Benedicto XVI en el Sínodo de la Palabra de Dios: “la exégesis, La verdadera lectura de la Sagrada Escritura, no es solamente un fenómeno literario, no es sólo la lectura de un texto. Es el movimiento de mi existencia. Es moverse hacia la Palabra de Dios en las palabras humanas. Sólo cuando nos conformamos al misterio de Dios, al Señor que es la Palabra.”

El Santo Padre se pregunta, qué es evangelizar? a lo que responde haciendo un monólogo: “‘Padre, voy a evangelizar.’ Sí, ¿qué haces?,  ‘Ah, anuncio el Evangelio y digo quién es Jesús, trato de convencer a la gente de que Jesús es Dios.’ Querido, esto no es evangelización, si no hay Espíritu Santo no hay evangelización”.

“Dije que el protagonista de la evangelización es el Espíritu Santo. ¿Y cuál es la señal de que usted, cristiano es un evangelizador? La Alegría, incluso en el martirio”.

La audiencia concluye con un anhelo del Papa: “Que el Espíritu nos haga a todos hombres y mujeres bautizados que anunciamos el Evangelio para atraer a otros no hacia nosotros mismos sino a Cristo, que sepamos cómo hacer espacio para la acción de Dios, que sepamos cómo hacer que otros sean libres y responsables ante el Señor “.