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Obispo de la frontera dice que el miedo de los inmigrantes es real

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FORT WORTH, Texas — En Twitter se le conoce por el nombre “amigo de Frodo”, inspirado en el personaje de la trilogía El Señor de los Anillos, aquel “tipo pequeño que hizo grandes sacrificios, y yo quiero ser amigo de gente así”.

Mons. Daniel Flores, obispo de la diócesis fronteriza de Brownsville en el Valle del Río Grande, en Texas, pasa gran parte de su tiempo sirviendo a aquellos que han hecho grandes sacrificios y han viajado largas distancias con la esperanza de cruzar la frontera de Estados Unidos en busca de una vida más segura.

En una entrevista con Crux, durante la primera mañana del V Encuentro —la culminación de un proceso de discernimiento de cuatro años en parroquias, diócesis y regiones episcopales en los Estados Unidos sobre el futuro de la Iglesia Hispana en esta nación—, Mons. Flores destacó algunos elementos del aporte hispano a la Iglesia estadounidense, y también enumeró sus desafíos actuales, dentro de los que incluye:

  • Cómo los católicos hispanos pueden ayudar a otros católicos estadounidenses a redescubrir las devociones populares y recuperar la realidad palpable de la fe.
  • El temor de muchos jóvenes inmigrantes indocumentados de ser deportados y la continua frustración por la falta de una solución de DACA.
  • Cómo los católicos hispanos enfrentan la crisis actual desatada por los casos de abuso sexual en la Iglesia estadounidense, sin que esto represente un obstáculo que paralice la misión de la Iglesia.

Crux: Estamos en Fort Worth para celebrar el V Encuentro, que se describe como la culminación de un largo proceso de discernimiento de cuatro años que tiene lugar en parroquias, diócesis y regiones episcopales. ¿Cómo ha sido esta evolución en la diócesis de Brownsville?

Este es un proceso diseñado para intentar “capturar” la voz de los fieles y la realidad en la que viven su fe. Algunos de ellos están muy involucrados en la Iglesia a través del catecismo y ese tipo de cosas; otros no tanto. Ha sido un proceso largo que demanda un gran compromiso: el autobús partió a las 5:00 a.m. desde Brownsville y recorrió diez horas para llegar aquí a tiempo para arrancar con este Encuentro.

La realidad es que cada diócesis es diferente. No hay una solución única sobre cómo avanzar en el discipulado misionero, cómo avanzamos en organización y cómo avanzamos en la formación de líderes.

Mons. Daniel E. Flores, obispo de Brownsville, Texas, junto al equipo de jóvenes voluntarios que preparan comidas para los niños que llegan de Centroamérica. (CNS photo/Rose Ybarra, The Valley Catholic)

La formación de líderes no es poca cosa, y tenemos que encontrar los medios para que la comunidad hispana nos ayude. Hay una dinámica cultural y educativa que debemos tratar y abordar en términos de cómo desarrollamos un liderazgo que aporte a la Iglesia en su totalidad. No se trata de cómo ayudamos a la comunidad hispana a hablar solamente por sí misma, sino con amplitud de miras.

Cuando decimos hispano, es una realidad variada. Mi diócesis es predominantemente de ascendencia mexicana, a veces de primera generación, a veces de quinta generación, así que tenemos que tratar de descubrir cómo abordamos estas dinámicas diferentes y muy locales. Me temo que en el Encuentro, intentaremos eliminar mucha de esa información que respeta el hecho de que hay muchas realidades regionales y culturales que deben ser abordadas, y luego hay algunas cuestiones nacionales que necesitamos tratar aquí.

¿Cómo fueron elegidos los delegados de su diócesis para participar en el V Encuentro?

La mayoría se brindó. Tenemos una gran delegación, pero fue realmente difícil para muchos pedir días libres en el trabajo, y también la parte financiera… aunque en ese sentido contamos con mucha ayuda, como becas de Catholic Extension que patrocinaron a algunos participantes. El evento dura varios días. Mucha gente quería venir, pero por razones prácticas se les hizo imposible, porque no podían dejar a sus hijos. Sabíamos que estábamos pidiendo un sacrificio, y estoy contento con la cantidad de personas que estuvo dispuesta a venir. Muchos estuvieron involucrados en el proceso diocesano, porque era más factible, y también el proceso regional en San Antonio.

Eduardo Castor conversa a través de la frontera con su esposa Graciela Flores y sus hijos, residentes estadounidenses. (CNS photo/Bob Roller)

Este verano, una delegación de obispos estadounidenses viajó a su diócesis para conocer de primera mano la realidad de las familias separadas por la administración Trump en la frontera con Estados Unidos. Ahora estamos celebrando en Texas el Encuentro, uno de los eventos más grandes que tendrá lugar en la Iglesia de los EE.UU. en los últimos años. ¿Cómo ha sido para los católicos hispanos que la Iglesia se haya acercado a ellos? ¿Lo han sentido?

Se ha sentido. Cuando llegó la delegación de obispos, fue el epicentro de la separación de madres e hijos; muchos en mi diócesis estuvieron muy involucrados en eso y tratamos de hacer que el resto del país supiera lo que estaba sucediendo.

Sin dudas, creo que nos hemos sentido apoyados y alentados en términos del trabajo local que continúa. La diócesis es pobre, pero los pobres comprenden la terrible situación de los necesitados. Uno de los mensajes que intentamos, con suerte, expresar, es que tenemos que descubrir la libertad de ese tipo de pobreza: la libertad de estar disponible para los demás.

El problema de los inmigrantes centroamericanos es uno de los más importantes, que es una tragedia humanitaria que comienza en América Central y cuyas dimensiones son increíbles. Pero existen otras realidades de los jóvenes que son segunda generación y quienes parecen no poder solucionar el DACA.

Creo que la visita de los obispos definitivamente ayudó a otros obispos a ver las cosas con las que estamos lidiando todo el tiempo.

Usted acaba de mencionar DACA, un término del que no hemos escuchado hablar en meses, y que paradójicamente no faltaba en ningún discurso nacional a principios de este año. Luego vino la crisis de separación familiar que llevó a los obispos a visitar la frontera. En el período previo a las elecciones del 2016, muchos católicos de su región hablaron del temor que sentían si el candidato Trump salía elegido presidente. ¿Han sido confirmados esos temores? ¿Fue peor de lo esperado? ¿Mejor?

El miedo se siente, sin duda, entre los jóvenes de la diócesis. Las familias, si tienen a alguien indocumentado, son muy cautelosas sobre qué documentos llevar con ellos en caso de que los detengan. Gran parte de nuestro enfoque es ayudar a las personas a obtener la información correcta sobre lo que pueden hacer si son detenidos y cuáles son sus responsabilidades.

Mons. Flores junto a la hermana Norma Pimentel, misionaria de Jesús quien es directora ejecutiva de las Caridades Católicas de Rio Grande Valley, y el alcalde de McAllen, Jim Darling, durante la inauguración simbólica de las obras de construcción de un Centro de Asistencia Humanitaria de la diócesis. (CNS/courtesy Catholic Charities)

Una gran parte del cumplimiento de la ley está en la frontera, pero en su mayoría la gente va a trabajar y es solo una presencia. El Valle es un lugar amigable, pero al parecer todos piensan que es la peor zona criminal del mundo o algo parecido, y en realidad no lo es. La vida continúa y por lo general las personas son amigables, se ayudan unos a otros, hay una gran camaradería allí. Existe la cuestión de DACA, y también el muro fronterizo —que probablemente se levante en uno de los condados de mi diócesis— que todo esto contribuye a la mentalidad de que debes tener cuidado, porque si te detienen tienes que estar preparado para responder preguntas y lidiar con tribunales, jueces de inmigración, y esa es la gran ansiedad con la que vivimos.

Rueda de prensa con Mons. Daniel Flores, obispo de Brownsville, Texas

Rueda de prensa con el obispo Daniel Flores, de Brownsville, Texas, durante el #VEncuentro de la Pastoral Hispana/Latina en Estados Unidos, en Grapevine, Texas

Posted by Nuestra Voz on Friday, September 21, 2018

Hace poco mencionó que uno de los elementos clave del Encuentro es fomentar el liderazgo en la comunidad hispana. ¿Cómo se hace eso con los laicos y no solo con los obispos, y cómo la Iglesia en los Estados Unidos garantiza que estas personas no sean solo líderes de la comunidad hispana sino de toda la Iglesia del país?

Creo que has acertado en el problema. Tenemos que fomentar las vocaciones, por supuesto, pero creo que el liderazgo laico es la clave. Veo que ya hay una conciencia en la que no podemos decir: “El ministerio hispano está aquí, y la catequesis acá, y la vida familiar es hasta aquí, y dejaremos que el ministerio hispano se encargue de la vida familiar de los hispanos”.

La realidad ahora es que en la Iglesia como un todo, existe una variedad de personas que necesitamos formar y debemos darnos cuenta de que nuestras propias oficinas para el Ministerio a la Vida Familiar necesitan un liderazgo culturalmente sagaz que sepa cómo pasar de un idioma o un contexto cultural a otro, haciendo una formación general. Necesita ser parte del plan pastoral para toda la diócesis; en lugar de decir: “Por aquí, trataremos con los hispanos que son todos iguales”. Y no es solo la comunidad hispana, también es la comunidad asiática, la comunidad afroamericana, y la cuestión de cómo podemos poner los dones que Dios ya le ha dado a una comunidad en servicio del resto de la comunidad.

También debemos ser conscientes, especialmente en los Estados Unidos, de que cuando se trata de liderazgo, casi necesitamos una licenciatura. Pero tenemos que preguntarnos a nosotros mismos, ¿es eso de alguna manera lo que hace que sea muy difícil para cierta dinámica cultural en el país llegar a ese punto?

Dentro de la comunidad hispana, rara vez vemos la separación entre la vida familiar y la vida personal, de la misma manera en que funciona gran parte de los Estados Unidos. ¿Cómo pueden los católicos hispanos ayudar a la Iglesia en ese sentido?

Estás tocando una dinámica cultural de la que creo que nosotros en los Estados Unidos no somos muy conscientes, y supongo que se debe a que estamos en medio de ella.

“Cuando decimos hispano, estamos hablando de una realidad muy variada. Por ejemplo, mi diócesis es predominantemente de ascendencia mexicana, a veces de primera generación, a
veces de quinta generación, así que tenemos que tratar de descubrir cómo
abordamos estas dinámicas diferentes y muy locales”, dice el obispo de Brownsville. (CNS/Bob Roller)

En este país no somos tan conscientes de cómo hemos aceptado el paradigma de que toda relación es voluntaria. Un sentido católico más tradicional y cultural es que existe una conexión con tus amigos, sobrinos, hijos; pero esto es más grande. Estados Unidos es la vanguardia de a dónde va la laicidad, y va a las relaciones puramente voluntarias. El catolicismo comienza con la “relacionalidad” como algo dado. Creo que la comunidad de inmigrantes puede ayudarnos a ser más conscientes de cuánto permitimos que las perspectivas puramente voluntarias determinen si nos comprometemos o no. El Papa ha hablado de esto. Nos hemos convertido en una cultura de espectadores, vemos sufrir a otras personas, pero realmente no sentimos que sea particularmente nuestro problema.

También creo que la vida devota es algo grande que la comunidad hispana tiene para ofrecer a la Iglesia en general. Creo que esto ayuda a los Estados Unidos a recuperar la “sensibilidad táctil” del catolicismo, tienes que ser capaz de tocar a Cristo de alguna manera.

Estoy consciente porque vivo en diferentes mundos en mi cabeza y en mi diócesis, y soy consciente de que ha desaparecido de la diócesis promedio en los Estados Unidos ese sentido de procesión, o los niños durante la Semana Santa representando la Pasión, pero es una manera de transmitir la fe que es muy importante. Tienes que tocar a Cristo, de lo contrario, Él es solo una idea —Benedicto habló sobre eso, Francisco habla sobre eso—, una idea que no entenderemos hasta que lo veamos.

La crisis clerical de abuso sexual está ocupando gran parte de la realidad de la Iglesia, ¿cuánto está afectando esto a los fieles en su diócesis?

Es algo difícil de medir. Conversé con fieles en las parroquias y pienso que, obviamente, la gente está al tanto y habla sobre esto. Aunque también creo que hay un sentido de que la Iglesia no puede detenerse por esto.

Necesitamos lidiar con eso y encontrar la manera correcta de enfrentarlo. Pero la Iglesia no puede paralizarse en su misión, en abordar otros asuntos. Estoy alentando a la gente a no abandonar su compromiso. Si eres catequista, sigue siendo catequista. Todavía recibimos en nuestro centro a 300 madres y niños cada noche, y si no hay suficiente espacio, los ubicamos en la basílica.

Necesitamos seguir trabajando en la misión de la Iglesia, especialmente sus obras de bienestar social.

Y hay muchos problemas, como la epidemia de suicidios en las escuelas, en adolescentes entre 14 y 15 años.

Sí, la gente está consciente de la crisis desatada por los casos de abuso sexual, pero no creo que esto los haya detenido. Ellos han hablado con su pastor, han hablado conmigo sobre eso, pero se dan cuenta de que también tenemos otras cosas que hacer. Y no podemos dejar que eso nos detenga. Dios ha elegido este momento para hacer una gran purificación de la Iglesia, pero no es necesariamente el momento de colgar los guantes y dejar de hacer lo que debemos.

*Este artículo fue publicado originalmente en inglés en Crux, bajo el título Prelate at the border says fear is real among young immigrants. Para leer el original haga clic en el enlace. Publicado bajo acuerdo editorial.  San Martín y Christopher White estarán reportando para Crux desde Grapevine, Texas, todos los detalles del V Encuentro. Sigue su cobertura continua a través de Twitter (@inesanma@CWWhite212) y en CruxNow.com.

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Inés San Martín es una periodista argentina, jefa del Buró de Noticias de Crux en Roma. Antes de unirse a Crux, Inés fue mánager de redes, directora de contenido y diseñadora gráfica de Contá con Nosotros, y trabajó como reportera y editora de Valores Religiosos en Buenos Aires. También dirigió la oficina de prensa internacional para la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro en 2013. Inés es licenciada en comunicaciones sociales y periodismo por la Universidad Austral en Buenos Aires y la Universidad de Navarra en Pamplona, España.

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Christopher White es corresponsal nacional de Crux y The Tablet. Tiene una Maestría en Ética y Sociedad de la Universidad de Fordham y un B.A. en Política, Filosofía y Economía de The King’s College. Es exdirector de Catholic Voices USA y sus artículos han aparecido en The Wall Street Journal, USA Today, Washington Post, Philadelphia Inquirer, Forbes, New York Daily News, International Business Times, The American Interest, First Things y Human Life Review, entre muchas otras publicaciones impresas y en línea. Síguelo en Twitter en @ CWWhite212