ROMA—. En una medida que por más que era esperado no deja de ser dramática, el Vaticano anunció el sábado que el Papa Francisco aprobó la remoción del ex cardenal Theodore McCarrick del estado clerical, conocido coloquialmente como “laicización” o “despojo”.
Esta es la pena más severa en la ley de la Iglesia para un clérigo, y McCarrick, de 88 años, se convierte en el clérigo de mayor rango eclesiástico en sufrir el castigo por delitos relacionados con los escándalos de abuso sexual clerical.
Una declaración del Vaticano el 16 de febrero dijo que McCarrick había sido declarado culpable de “solicitud en el Sacramento de la Confesión y pecados contra el Sexto Mandamiento con menores y con adultos, con el factor agravante del abuso de poder”.
La declaración también explica que McCarrick fue notificado del veredicto el viernes. Según la declaración, el Papa Francisco ha reconocido la decisión como “definitiva” sin posibilidad de apelación.
El momento del anuncio no es accidental, ya que en pocos días se celebra la cumbre del 21 y 24 de febrero sobre protección de menores convocada por el Papa Francisco que reunirá a los presidentes de todas las conferencias de obispos en el mundo, los jefes de las iglesias orientales en comunión con Roma y otros altos funcionarios de la Iglesia.
El veredicto es el resultado de un juicio conducido bajo los términos del derecho canónico por los más rigurosos custodios doctrinales del Vaticano, la Congregación para la Doctrina de la Fe, que tiene la responsabilidad principal de supervisar y aplicar las medidas disciplinarias resultantes de las investigaciones por escándalos de abuso sexual desde 2001.
Interpretándolo en contexto, el veredicto de McCarrick se considera una declaración importante de que la política de “tolerancia cero” de la Iglesia de eliminar permanentemente del ministerio a los clérigos que son hallados culpables de abuso sexual de un menor se aplica a todo el mundo, sin importar el rango. Lo más cercano a un precedente en este caso es la decisión del Papa Francisco en octubre pasado de despojar a dos obispos chilenos del estado clerical, ambos por acusaciones de abuso sexual de menores.
En el caso de McCarrick, la remoción del estado clerical es en gran parte de importancia simbólica dada su edad y el hecho de que ya se había retirado del ministerio, viviendo en reclusión en un convento de capuchinos en la zona rural del oeste de Kansas.
Es posible que existan “otros McCarricks”
El arzobispo maltés Charles Scicluna, ex fiscal del Vaticano por delitos de abusadores sexuales, dijo a Crux el 14 de febrero que es posible que haya otros McCarricks.
“Que no los hayamos encontrado todavía, lo único que significa es que no sabemos dónde están”, dijo Mons. Scicluna. “Creo que los casos en los que, en lugar de pastorear, los obispos ofrecemos un cáliz envenenado, deben ser revelados y castigados con urgencia”.
Mons. Scicluna también reconoció que hay preguntas persistentes sobre quién sabía qué y cuándo, con respecto al comportamiento de McCarrick.
“Admito que es una preocupación legítima”, dijo.
“¿Puede una persona manipular el sistema a un estado tal que realmente pueda sobrevivir a un campo minado de rumores? Esta es una pregunta fundamental que, afortunadamente, no pertenece a la competencia de la CDF”, dijo el Arzobispo Scicluna.
Originalmente ordenado en la Arquidiócesis de Nueva York, McCarrick se desempeñó como arzobispo de Newark y Washington, DC en los Estados Unidos. Por la relevancia de esos puestos, fue considerado una de las figuras más poderosas en la jerarquía estadounidense durante la mayor parte de las dos décadas de su ministerio archiepiscopal, y continuó desempeñando un papel activo como negociador informal y asesor del Papa Francisco incluso en el retiro.
Lo que queda por ver, para muchos observadores, es si el Vaticano también tomará medidas contra aquellos que encubrieron a McCarrick o ignoraron las acusaciones. Aunque varios miembros de la jerarquía en la iglesia de los Estados Unidos han negado el conocimiento de sus actividades, han surgido pruebas que sugieren que al menos algunos fueron en su momento informados.
En junio, la Arquidiócesis de Nueva York anunció que una junta de revisión laica había considerado creíbles las nuevas acusaciones contra McCarrick que se remontaban a la década de 1970 y que el Vaticano lo había retirado del ministerio público. Dichas noticias hicieron que otras víctimas se presentaran, lo que llevó a las denuncias de que McCarrick había abusado en serie de los seminaristas durante un período de 50 años.
Aunque hasta el momento ha negaba los cargos, McCarrick aceptó la decisión del Vaticano.
Número desconocido de presuntos abusos
Aunque se desconoce el número total de personas que han denunciado abusos por parte de McCarrick, como informó Crux a principios de enero, el CDF ha investigado al menos tres casos contra menores. Además, las diócesis de Metuchen y Newark, ambas en Nueva Jersey, revelaron en junio que habían llegado a acuerdos financieros con algunas de sus víctimas, todas ellas adultos.
Como informó Crux en septiembre, las cuatro diócesis en las que McCarrick servía: Nueva York; Metuchen, Nueva Jersey; Newark; y Washington, DC, están iniciando investigaciones diocesanas sobre el historial de abuso de McCarrick después de que Francisco rechazó una solicitud de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB, por sus siglas en inglés) para una investigación de investigación dirigida por el Vaticano.
La Santa Sede anunció además el 6 de octubre de 2018 que el Papa Francisco ordenó un “estudio a fondo de toda la documentación presente en los archivos de los dicasterios y oficinas de la Santa Sede” para conocer “todos los hechos relevantes”. ubicarlos en su contexto histórico y evaluarlos objetivamente”.
Revelado ‘A su debido tiempo’
La declaración también dijo que la información se revelaría “a su debido tiempo”.
Fuentes han dicho a Crux que el informe se está preparando, pero no está claro cuándo se publicará, ya que podría dañar el legado de San Juan Pablo II, así como los de sus colaboradores más cercanos: el cardenal polaco Stanisław Dziwisz, su secretari0 personal; el cardenal italiano Angelo Sodano, secretario de Estado; y el cardenal argentino Leonardo Sandri, quien también estuvo en la Secretaría de Estado.
En agosto, el arzobispo italiano Carlo Maria Viganò, exnuncio apostólico en los EE.UU., denunció que había informado al Papa Francisco sobre las preocupaciones que rodeaban a McCarrick en 2013, pero el pontífice ignoró la información.
Si bien se produjo un vigoroso debate sobre la fiabilidad de la acusación del arzobispo Viganò y sus motivos para hacerlo, el propio pontífice nunca se ha pronunciado directamente sobre este tema.
NUEVA YORK (Inés San Martin y Christopher White, Crux)—. Cumpliendo con la promesa de dar a conocer los nombres de todos los jesuitas con base en los Estados Unidos acusados creíblemente de abuso, la Provincia Noreste publicó una lista este martes, convirtiéndose en la última de las provincias de la Compañía de Jesús en hacerlo.
La Provincia Noreste se formó en 2014 e incluye los estados de Maine, New Hampshire, Vermont, Massachusetts, Rhode Island, Connecticut, Nueva York y el norte de Nueva Jersey.
En diciembre, la provincia de los jesuitas del medio oeste dio a conocer los nombres de 65 sacerdotes con “acusaciones probadas” que se remontan a 1955. La provincia de Maryland, que se extiende desde el sur de Nueva Jersey hasta Atlanta, también publicó los nombres de 14 sacerdotes con acusaciones creíbles en diciembre, al igual que las provincias del oeste, central y sur de la orden.
En la actualidad existen más de 16,000 jesuitas en todo el mundo, siendo el más famoso el Papa Francisco. Los sacerdotes de ordenes religiosas constituyen un tercio de todos los sacerdotes en los Estados Unidos y los jesuitas son el grupo más grande, con más de 2,600 sacerdotes, hermanos y escolásticos.
A lo largo de los Estados Unidos, varias diócesis y órdenes religiosas continúan divulgando la lista de sacerdotes y religiosos que enfrentan acusaciones creíbles de abuso sexual de menores, un proceso impulsado por la publicación en agosto de un informe del gran jurado de Pensilvania que describió siete décadas de abuso clerical en las seis diócesis católicas del estado.
La lista publicada este martes incluye el nombre de un famoso erudito jesuita establecido en Roma durante décadas, el Padre Keith Pecklers, quien se enfrentó a una acusación en 2008 que se consideró creíble. Como consecuencia se le restringió del ministerio, lo que significaba que no debía tener acceso a los niños, pero aún trabajaba en la formación de seminaristas.
En 2010, se hizo público que dos años antes la diócesis de Jersey City había pagado un acuerdo legal a un hombre que alegaba haber sido abusado sexualmente por el p. Pecklers y un diácono cuando era un adolescente que asistía a la iglesia local de San Pablo.
Pecklers tenía 17 años cuando se reportó el abuso y, en 2010, al comentar sobre las acusaciones, dijo: “Yo era un estudiante, también menor de edad, por lo que sería imposible ser acusado de ese tipo de cosas. Tenía 17 años, así que no hay nada más que hablar sobre eso”.
A pesar del acuerdo, el p. Pecklers siguió siendo un destacado académico, contribuyó o editó varios libros, y es un comentarista frecuente en los asuntos del Vaticano, incluidos los escándalos de abuso sexual, para los medios de comunicación estadounidenses.
La mayoría de los nombres revelados el martes ya eran conocidos, y algunos incluso aparecieron en Spotlight, la película ganadora de un premio Oscar, basada en la investigación sobre el abuso sexual clerical realizada por el Boston Globe.
La lista también incluye nombres de personas que prestaron servicios en varias instituciones jesuitas destacadas, entre ellas Boston College High School, Regis High School, Fordham University, Loyola University y la revista America.
A pesar de la avalancha de listas recientes de sacerdotes acusados, muchos han argumentado que la publicación de la lista de nombres de sacerdotes que han sido acusados de abuso sexual de manera creíble puede ser perjudicial e incluso injusta para aquellos que reciben un juicio póstumo sin derecho a defenderse. En el último año, muchas diócesis, instituciones y órdenes católicas han considerado que es preferible divulgar la lista de nombres voluntariamente en lugar de a través de investigaciones estatales o federales.
La lista incluye los nombres de todos los jesuitas de la provincia acusados creíblemente de haber abusado sexualmente de un menor de edad desde 1950, pero es importante tener en cuenta que ser “acusado de manera creíble” e incluso que exista un acuerdo financiero con el demandante no necesariamente significa que fueron culpables.
Algunos de los nombrados son miembros vivos, fallecidos o exjesuitas que enfrentaron alegaciones creíbles. Algunos han sido removidos del sacerdocio, otros han sido restringidos en su ministerio o se les ha prohibido terminantemente, y algunos han sido enviados a prisión.
Según una declaración publicada con la lista, una acusación se considera “creíble” si después de la investigación la suma de evidencias indica que es más probable que la denuncia sea cierta que falsa.
“La credibilidad de una acusación también puede establecerse por convicción en un tribunal o por la admisión de la verdad de la acusación por el jesuita”, dice la declaración. “Muchos jesuitas en esta lista no han sido declarados culpables de un delito ni responsables de ningún reclamo civil. Muchas acusaciones se hicieron décadas después del presunto abuso y, a menudo, después de que el acusado hubiera muerto”.
“Los jesuitas con denuncias actualmente bajo investigación no están incluidos en esta lista”, aclara la declaración.
En una homilía el domingo, el padre James Martin, presumiblemente el sacerdote jesuita más conocido de los Estados Unidos, dijo: “Dar a conocer los nombres es lo correcto y moral que deben hacer las diócesis y las órdenes religiosas —y de hecho la iglesia en general. Me alegro de que los jesuitas de Estados Unidos hayan hecho esto”.
“Esta es una parte esencial del proceso de confesión y reconciliación que debe suceder en nuestra iglesia. Si pensamos en esto en términos de confesión, antes de que puedas ser perdonado, necesitas confesar tus pecados completamente”, dijo. “Y debe hacerse de manera voluntaria, no porque hayas sido forzado a hacerlo. Uno no confiesa sus pecados porque lo obliguen a hacerlo”.
En agosto del año pasado, el Superior General de los jesuitas, el sacerdote venezolano Arturo Sosa, publicó una carta en la que pedía a todos los jesuitas que compartieran el sufrimiento de las víctimas de abusos y ayudaran a fomentar una cultura de protección.
“Le pedimos al Señor que nos acompañe en un proceso real de conversión personal e institucional”, escribió en ese momento. “Le pedimos que nos ayude a no flaquear en nuestros esfuerzos para promover una nueva cultura de vida en la que todos los seres humanos encuentren protección, justicia y dignidad”.
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Christopher White es corresponsal nacional de Crux y The Tablet. Tiene una Maestría en Ética y Sociedad de la Universidad de Fordham y un B.A. en Política, Filosofía y Economía de The King’s College. Es exdirector de Catholic Voices USA y sus artículos han aparecido en The Wall Street Journal, USA Today, Washington Post, Philadelphia Inquirer, Forbes, New York Daily News, International Business Times, The American Interest, First Things y Human Life Review, entre muchas otras publicaciones impresas y en línea. Síguelo en Twitter en @ CWWhite212
Inés San Martín es una periodista argentina, jefa del Buró de Noticias de Crux en Roma. Antes de unirse a Crux, Inés fue mánager de redes, directora de contenido y diseñadora gráfica de Contá con Nosotros, y trabajó como reportera y editora de Valores Religiosos en Buenos Aires. También dirigió la oficina de prensa internacional para la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro en 2013. Inés es licenciada en comunicaciones sociales y periodismo por la Universidad Austral en Buenos Aires y la Universidad de Navarra en Pamplona, España.
FORT WORTH, Texas—. A principios de este año, el Arzobispo William Lori escribió una carta pastoral en la que pedía a la Iglesia Católica que superara la división mediante el uso de los principios delineados por el fallecido Dr. Martin Luther King Jr.
Como líder de los católicos de Baltimore, Mons. Lori conoce de primera mano cómo el tema de la raza ha dividido a los católicos en su diócesis. En el V Encuentro de esta semana —la culminación de un proceso de discernimiento de cuatro años en parroquias, diócesis y regiones episcopales en los Estados Unidos sobre el futuro de la Iglesia hispana en este país—, Lori habló con Crux sobre cómo el legado de MLK puede ayudar a superar la segregación en la Iglesia de EE. UU., así como la forma en que Nuestra Señora de Guadalupe es un milagro de la evangelización que puede ser compartida tanto por católicos hispanos como de otras culturas.
Crux: Recientemente usted escribió una carta pastoral que se enfoca en el legado del Dr. Martin Luther King, Jr. para superar el racismo. Muchas veces en este país, los católicos hispanos son discriminados y vistos como católicos de segunda clase dentro la Iglesia de los EE. UU. ¿Qué ideas crees que MLK puede ofrecernos aquí en el Encuentro?
Arzobispo William Lori: Mi carta pastoral se centró en la vida y el legado del Dr. Martin Luther King Jr. y sus principios de no violencia. Mientras lo estudias y le lees, ves cómo buscó construir puentes, cómo trató de disminuir los malentendidos sin sacrificar la honestidad, y cómo buscó realmente cambiar las mentes y los corazones de las personas. Fue un gran líder de los derechos civiles, pero también fue un gran líder espiritual.
Creo que lo mismo se aplica a la comunidad hispana, que a menudo se considera un ministerio especial, y es dejado a un lado. O que es percibida como una intrusión dentro de una parroquia angloparlante, por lo demás feliz y satisfecha de sí misma, cuando en realidad es una manifestación en nuestra corriente principal de feligreses.
Me parece que es importante construir esos puentes.
He oído mucho de eso aquí en el Encuentro, cómo hacerlo y las buenas prácticas para ello. Pero no se trata simplemente de decir: “Tenemos misa en español, pero esa gente viene a las 2 p.m el domingo por la tarde y nosotros venimos a la misa de las 10 a.m.” ¿No existe alguna forma de que las cosas se puedan hacer juntas? ¿No hay devociones en común? ¿No deberían nuestros consejos pastorales reflejar las realidades de toda la parroquia? ¿No deberían las oficinas diocesanas reflejar esa realidad?
Soy el primero en reconocer que me queda un largo camino por recorrer en mi propia diócesis, pero en esencia así es como veo la relación entre lo que escribí sobre el Dr. King y lo que estamos hablando estos días.
Esta mañana escuchamos al Caballero Supremo Carl Anderson de los Caballeros de Colón decir que le gustaría que los Obispos de los Estados Unidos nombren a Nuestra Señora de Guadalupe como patrona de los Estados Unidos. Como obispo de EE.UU., y capellán de los Caballeros, ¿ayudaría a que esto suceda?
Cuando estudias a Nuestra Señora de Guadalupe, te das cuenta que en ella se resumen realmente todas las devociones marianas. Si observas detenidamente el simbolismo en su vestuario, por ejemplo, la Inmaculada Concepción seguramente está allí. No sé cuál es el futuro inmediato de esa propuesta. Sin embargo, sí sé que Nuestra Señora de Guadalupe y su devoción por ella es una de las cosas que debería unirnos. Todos debemos ser sus hijos.
También escuchamos a Carl Anderson decir que hoy la Iglesia en los Estados Unidos vive un milagro por Nuestra Señora de Guadalupe, lo que por supuesto significa la presencia hispana en los Estados Unidos. ¿Cree que la comunidad hispana puede ser un milagro para un país que tanto lo necesita?
Eso creo. Ella fue un milagro de evangelización que hizo que se pasara de fracasar en todos los esfuerzos de evangelización a un boom evangelizador después de Tepeyac.
En nuestros Estados Unidos, encontramos que muchas de nuestras parroquias están envejeciendo. Descubrimos que estamos perdiendo a nuestros jóvenes. Descubrimos que estamos llenos de escándalo, y encontramos que mientras trabajamos duro en la evangelización, y hay éxitos que deben celebrarse, parroquias y ministerios verdaderamente vibrantes, en realidad, la puerta que se abre para la Iglesia en los Estados Unidos es la realidad hispana, y ese es el milagro que creo que nuestro Caballero Supremo Carl Anderson nos señala.
Usted ha hablado de una Iglesia asolada por el escándalo. ¿Ha eclipsado el escándalo del abuso sexual clerical lo que está sucediendo aquí en el Encuentro?
Lo que estoy descubriendo es que se reconoce en todas sus dimensiones, pero lo que estoy viendo aquí es un amor hermoso por la fe católica. Lo que estoy viendo aquí es una vitalidad y una atención para ganarnos el favor de Cristo a través de quien podemos lograr todo lo demás. Eso es lo que estoy viendo aquí.
Y esto es para mí, es como un antídoto. No un escape, que son dos cosas diferentes. Nos está ayudando a tener una idea de hacia dónde vamos a partir de aquí. Tenemos que aceptar todo esto, y que habrá muchas consecuencias difíciles, pero también estamos hablando de la reconstrucción. Aquí estamos y aquí es donde reconstruimos.
*Este artículo fue publicado originalmente en inglés en Crux, bajo el título Baltimore prelate says MLK can help end Hispanic Catholic segregation. Para leer el original haga clic en el enlace. Publicado bajo acuerdo editorial. San Martín y Christopher White estarán reportando para Crux desde Grapevine, Texas, todos los detalles del V Encuentro. Sigue su cobertura continua a través de Twitter (@inesanma/ @CWWhite212) y en CruxNow.com.
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Inés San Martín es una periodista argentina, jefa del Buró de Noticias de Crux en Roma. Antes de unirse a Crux, Inés fue mánager de redes, directora de contenido y diseñadora gráfica de Contá con Nosotros, y trabajó como reportera y editora de Valores Religiosos en Buenos Aires. También dirigió la oficina de prensa internacional para la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro en 2013. Inés es licenciada en comunicaciones sociales y periodismo por la Universidad Austral en Buenos Aires y la Universidad de Navarra en Pamplona, España.
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Christopher White es corresponsal nacional de Crux y The Tablet. Tiene una Maestría en Ética y Sociedad de la Universidad de Fordham y un B.A. en Política, Filosofía y Economía de The King’s College. Es exdirector de Catholic Voices USA y sus artículos han aparecido en The Wall Street Journal, USA Today, Washington Post, Philadelphia Inquirer, Forbes, New York Daily News, International Business Times, The American Interest, First Things y Human Life Review, entre muchas otras publicaciones impresas y en línea. Síguelo en Twitter en @ CWWhite212
FORT WORTH, Texas — En Twitter se le conoce por el nombre “amigo de Frodo”, inspirado en el personaje de la trilogía El Señor de los Anillos, aquel “tipo pequeño que hizo grandes sacrificios, y yo quiero ser amigo de gente así”.
Mons. Daniel Flores, obispo de la diócesis fronteriza de Brownsville en el Valle del Río Grande, en Texas, pasa gran parte de su tiempo sirviendo a aquellos que han hecho grandes sacrificios y han viajado largas distancias con la esperanza de cruzar la frontera de Estados Unidos en busca de una vida más segura.
En una entrevista con Crux, durante la primera mañana del V Encuentro —la culminación de un proceso de discernimiento de cuatro años en parroquias, diócesis y regiones episcopales en los Estados Unidos sobre el futuro de la Iglesia Hispana en esta nación—, Mons. Flores destacó algunos elementos del aporte hispano a la Iglesia estadounidense, y también enumeró sus desafíos actuales, dentro de los que incluye:
Cómo los católicos hispanos pueden ayudar a otros católicos estadounidenses a redescubrir las devociones populares y recuperar la realidad palpable de la fe.
El temor de muchos jóvenes inmigrantes indocumentados de ser deportados y la continua frustración por la falta de una solución de DACA.
Cómo los católicos hispanos enfrentan la crisis actual desatada por los casos de abuso sexual en la Iglesia estadounidense, sin que esto represente un obstáculo que paralice la misión de la Iglesia.
Crux: Estamos en Fort Worth para celebrar el V Encuentro, que se describe como la culminación de un largo proceso de discernimiento de cuatro años que tiene lugar en parroquias, diócesis y regiones episcopales. ¿Cómo ha sido esta evolución en la diócesis de Brownsville?
Este es un proceso diseñado para intentar “capturar” la voz de los fieles y la realidad en la que viven su fe. Algunos de ellos están muy involucrados en la Iglesia a través del catecismo y ese tipo de cosas; otros no tanto. Ha sido un proceso largo que demanda un gran compromiso: el autobús partió a las 5:00 a.m. desde Brownsville y recorrió diez horas para llegar aquí a tiempo para arrancar con este Encuentro.
La realidad es que cada diócesis es diferente. No hay una solución única sobre cómo avanzar en el discipulado misionero, cómo avanzamos en organización y cómo avanzamos en la formación de líderes.
La formación de líderes no es poca cosa, y tenemos que encontrar los medios para que la comunidad hispana nos ayude. Hay una dinámica cultural y educativa que debemos tratar y abordar en términos de cómo desarrollamos un liderazgo que aporte a la Iglesia en su totalidad. No se trata de cómo ayudamos a la comunidad hispana a hablar solamente por sí misma, sino con amplitud de miras.
Cuando decimos hispano, es una realidad variada. Mi diócesis es predominantemente de ascendencia mexicana, a veces de primera generación, a veces de quinta generación, así que tenemos que tratar de descubrir cómo abordamos estas dinámicas diferentes y muy locales. Me temo que en el Encuentro, intentaremos eliminar mucha de esa información que respeta el hecho de que hay muchas realidades regionales y culturales que deben ser abordadas, y luego hay algunas cuestiones nacionales que necesitamos tratar aquí.
¿Cómo fueron elegidos los delegados de su diócesis para participar en el V Encuentro?
La mayoría se brindó. Tenemos una gran delegación, pero fue realmente difícil para muchos pedir días libres en el trabajo, y también la parte financiera… aunque en ese sentido contamos con mucha ayuda, como becas de Catholic Extension que patrocinaron a algunos participantes. El evento dura varios días. Mucha gente quería venir, pero por razones prácticas se les hizo imposible, porque no podían dejar a sus hijos. Sabíamos que estábamos pidiendo un sacrificio, y estoy contento con la cantidad de personas que estuvo dispuesta a venir. Muchos estuvieron involucrados en el proceso diocesano, porque era más factible, y también el proceso regional en San Antonio.
Este verano, una delegación de obispos estadounidenses viajó a su diócesis para conocer de primera mano la realidad de las familias separadas por la administración Trump en la frontera con Estados Unidos. Ahora estamos celebrando en Texas el Encuentro, uno de los eventos más grandes que tendrá lugar en la Iglesia de los EE.UU. en los últimos años. ¿Cómo ha sido para los católicos hispanos que la Iglesia se haya acercado a ellos? ¿Lo han sentido?
Se ha sentido. Cuando llegó la delegación de obispos, fue el epicentro de la separación de madres e hijos; muchos en mi diócesis estuvieron muy involucrados en eso y tratamos de hacer que el resto del país supiera lo que estaba sucediendo.
Sin dudas, creo que nos hemos sentido apoyados y alentados en términos del trabajo local que continúa. La diócesis es pobre, pero los pobres comprenden la terrible situación de los necesitados. Uno de los mensajes que intentamos, con suerte, expresar, es que tenemos que descubrir la libertad de ese tipo de pobreza: la libertad de estar disponible para los demás.
El problema de los inmigrantes centroamericanos es uno de los más importantes, que es una tragedia humanitaria que comienza en América Central y cuyas dimensiones son increíbles. Pero existen otras realidades de los jóvenes que son segunda generación y quienes parecen no poder solucionar el DACA.
Creo que la visita de los obispos definitivamente ayudó a otros obispos a ver las cosas con las que estamos lidiando todo el tiempo.
Usted acaba de mencionar DACA, un término del que no hemos escuchado hablar en meses, y que paradójicamente no faltaba en ningún discurso nacional a principios de este año. Luego vino la crisis de separación familiar que llevó a los obispos a visitar la frontera. En el período previo a las elecciones del 2016, muchos católicos de su región hablaron del temor que sentían si el candidato Trump salía elegido presidente. ¿Han sido confirmados esos temores? ¿Fue peor de lo esperado? ¿Mejor?
El miedo se siente, sin duda, entre los jóvenes de la diócesis. Las familias, si tienen a alguien indocumentado, son muy cautelosas sobre qué documentos llevar con ellos en caso de que los detengan. Gran parte de nuestro enfoque es ayudar a las personas a obtener la información correcta sobre lo que pueden hacer si son detenidos y cuáles son sus responsabilidades.
Una gran parte del cumplimiento de la ley está en la frontera, pero en su mayoría la gente va a trabajar y es solo una presencia. El Valle es un lugar amigable, pero al parecer todos piensan que es la peor zona criminal del mundo o algo parecido, y en realidad no lo es. La vida continúa y por lo general las personas son amigables, se ayudan unos a otros, hay una gran camaradería allí. Existe la cuestión de DACA, y también el muro fronterizo —que probablemente se levante en uno de los condados de mi diócesis— que todo esto contribuye a la mentalidad de que debes tener cuidado, porque si te detienen tienes que estar preparado para responder preguntas y lidiar con tribunales, jueces de inmigración, y esa es la gran ansiedad con la que vivimos.
Rueda de prensa con el obispo Daniel Flores, de Brownsville, Texas, durante el #VEncuentro de la Pastoral Hispana/Latina en Estados Unidos, en Grapevine, Texas
Posted by Nuestra Voz on Friday, September 21, 2018
Hace poco mencionó que uno de los elementos clave del Encuentro es fomentar el liderazgo en la comunidad hispana. ¿Cómo se hace eso con los laicos y no solo con los obispos, y cómo la Iglesia en los Estados Unidos garantiza que estas personas no sean solo líderes de la comunidad hispana sino de toda la Iglesia del país?
Creo que has acertado en el problema. Tenemos que fomentar las vocaciones, por supuesto, pero creo que el liderazgo laico es la clave. Veo que ya hay una conciencia en la que no podemos decir: “El ministerio hispano está aquí, y la catequesis acá, y la vida familiar es hasta aquí, y dejaremos que el ministerio hispano se encargue de la vida familiar de los hispanos”.
La realidad ahora es que en la Iglesia como un todo, existe una variedad de personas que necesitamos formar y debemos darnos cuenta de que nuestras propias oficinas para el Ministerio a la Vida Familiar necesitan un liderazgo culturalmente sagaz que sepa cómo pasar de un idioma o un contexto cultural a otro, haciendo una formación general. Necesita ser parte del plan pastoral para toda la diócesis; en lugar de decir: “Por aquí, trataremos con los hispanos que son todos iguales”. Y no es solo la comunidad hispana, también es la comunidad asiática, la comunidad afroamericana, y la cuestión de cómo podemos poner los dones que Dios ya le ha dado a una comunidad en servicio del resto de la comunidad.
También debemos ser conscientes, especialmente en los Estados Unidos, de que cuando se trata de liderazgo, casi necesitamos una licenciatura. Pero tenemos que preguntarnos a nosotros mismos, ¿es eso de alguna manera lo que hace que sea muy difícil para cierta dinámica cultural en el país llegar a ese punto?
Dentro de la comunidad hispana, rara vez vemos la separación entre la vida familiar y la vida personal, de la misma manera en que funciona gran parte de los Estados Unidos. ¿Cómo pueden los católicos hispanos ayudar a la Iglesia en ese sentido?
Estás tocando una dinámica cultural de la que creo que nosotros en los Estados Unidos no somos muy conscientes, y supongo que se debe a que estamos en medio de ella.
En este país no somos tan conscientes de cómo hemos aceptado el paradigma de que toda relación es voluntaria. Un sentido católico más tradicional y cultural es que existe una conexión con tus amigos, sobrinos, hijos; pero esto es más grande. Estados Unidos es la vanguardia de a dónde va la laicidad, y va a las relaciones puramente voluntarias. El catolicismo comienza con la “relacionalidad” como algo dado. Creo que la comunidad de inmigrantes puede ayudarnos a ser más conscientes de cuánto permitimos que las perspectivas puramente voluntarias determinen si nos comprometemos o no. El Papa ha hablado de esto. Nos hemos convertido en una cultura de espectadores, vemos sufrir a otras personas, pero realmente no sentimos que sea particularmente nuestro problema.
También creo que la vida devota es algo grande que la comunidad hispana tiene para ofrecer a la Iglesia en general. Creo que esto ayuda a los Estados Unidos a recuperar la “sensibilidad táctil” del catolicismo, tienes que ser capaz de tocar a Cristo de alguna manera.
Estoy consciente porque vivo en diferentes mundos en mi cabeza y en mi diócesis, y soy consciente de que ha desaparecido de la diócesis promedio en los Estados Unidos ese sentido de procesión, o los niños durante la Semana Santa representando la Pasión, pero es una manera de transmitir la fe que es muy importante. Tienes que tocar a Cristo, de lo contrario, Él es solo una idea —Benedicto habló sobre eso, Francisco habla sobre eso—, una idea que no entenderemos hasta que lo veamos.
La crisis clerical de abuso sexual está ocupando gran parte de la realidad de la Iglesia, ¿cuánto está afectando esto a los fieles en su diócesis?
Es algo difícil de medir. Conversé con fieles en las parroquias y pienso que, obviamente, la gente está al tanto y habla sobre esto. Aunque también creo que hay un sentido de que la Iglesia no puede detenerse por esto.
Necesitamos lidiar con eso y encontrar la manera correcta de enfrentarlo. Pero la Iglesia no puede paralizarse en su misión, en abordar otros asuntos. Estoy alentando a la gente a no abandonar su compromiso. Si eres catequista, sigue siendo catequista. Todavía recibimos en nuestro centro a 300 madres y niños cada noche, y si no hay suficiente espacio, los ubicamos en la basílica.
Necesitamos seguir trabajando en la misión de la Iglesia, especialmente sus obras de bienestar social.
Y hay muchos problemas, como la epidemia de suicidios en las escuelas, en adolescentes entre 14 y 15 años.
Sí, la gente está consciente de la crisis desatada por los casos de abuso sexual, pero no creo que esto los haya detenido. Ellos han hablado con su pastor, han hablado conmigo sobre eso, pero se dan cuenta de que también tenemos otras cosas que hacer. Y no podemos dejar que eso nos detenga. Dios ha elegido este momento para hacer una gran purificación de la Iglesia, pero no es necesariamente el momento de colgar los guantes y dejar de hacer lo que debemos.
*Este artículo fue publicado originalmente en inglés en Crux, bajo el título Prelate at the border says fear is real among young immigrants. Para leer el original haga clic en el enlace. Publicado bajo acuerdo editorial. San Martín y Christopher White estarán reportando para Crux desde Grapevine, Texas, todos los detalles del V Encuentro. Sigue su cobertura continua a través de Twitter (@inesanma/ @CWWhite212) y en CruxNow.com.
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Inés San Martín es una periodista argentina, jefa del Buró de Noticias de Crux en Roma. Antes de unirse a Crux, Inés fue mánager de redes, directora de contenido y diseñadora gráfica de Contá con Nosotros, y trabajó como reportera y editora de Valores Religiosos en Buenos Aires. También dirigió la oficina de prensa internacional para la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro en 2013. Inés es licenciada en comunicaciones sociales y periodismo por la Universidad Austral en Buenos Aires y la Universidad de Navarra en Pamplona, España.
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Christopher White es corresponsal nacional de Crux y The Tablet. Tiene una Maestría en Ética y Sociedad de la Universidad de Fordham y un B.A. en Política, Filosofía y Economía de The King’s College. Es exdirector de Catholic Voices USA y sus artículos han aparecido en The Wall Street Journal, USA Today, Washington Post, Philadelphia Inquirer, Forbes, New York Daily News, International Business Times, The American Interest, First Things y Human Life Review, entre muchas otras publicaciones impresas y en línea. Síguelo en Twitter en @ CWWhite212
FORT WORTH, Texas—. Texas puede ser conocido como un estado de “Llaneros Solitarios”, pero Mons. Michael Olson, obispo de Fort Worth, espera que el V Encuentro que tendrá lugar en su diócesis esta semana, sea una oportunidad para que los católicos estadounidenses se deshagan del persistente individualismo para abrazarse en una comunidad mayor.
El V Encuentro, que se llevará a cabo desde hoy hasta el domingo, es la culminación de un proceso de discernimiento de 4 años en parroquias, diócesis y regiones episcopales en los Estados Unidos sobre el futuro de la Iglesia Hispana en este país.
En una entrevista exclusiva con Crux, antes del inicio del evento el jueves por la tarde, Mons. Olson describió sus esperanzas para el V Encuentro y los desafíos que enfrenta la Iglesia de los Estados Unidos, dentro de los que incluye:
Su temor a un individualismo peligroso que sea un obstáculo para la comunidad;
El riesgo de una Iglesia institucionalizada que sirve a sus propios fines en lugar de a Cristo;
El potencial de este V Encuentro como punto de inflexión para que los líderes católicos que anteriormente hablaron de un “desafío hispano” —una manera políticamente correcta de referirse a un “problema”—, puedan verlo, en cambio, como una oportunidad;
Por qué los obispos estadounidenses no deben esperar que el Papa Francisco va a resolver todos los problemas de abuso sexual en la Iglesia en EE.UU.
Crux: ¿Qué significa para usted, como obispo de Fort Worth, ser el anfitrión de un evento tan importante para la vida de la Iglesia en los Estados Unidos?
Mons. Olson: Es un honor. Cuando me pidieron que fuera obispo de Fort Worth ya era sacerdote de la diócesis, y el Santo Padre, a través del nuncio, me transmitió cuán consciente estaba de cómo Texas, y en particular Fort Worth, dado su crecimiento y desarrollo, es una parte muy importante de la Nueva Evangelización como puente dentro de una sola América.
Que me pidieran ser anfitrión del encuentro es un honor, pero más aún, una muestra de gratitud, especialmente para la gente de mi diócesis, que el próximo año estaremos celebrando el 50° aniversario del establecimiento de la diócesis. Espero y rezo por ello, que este sea un momento de renovación en el que realmente podamos crecer en un sentido de pertenencia.
Existe un gran celo entre los fieles y debe haber una renovación en nuestra vida familiar y en nuestra comprensión de la vocación y nuestro sentido de comunión.
Uno de los grandes desafíos que enfrentamos es un fuerte individualismo, que creo que realmente perjudica ese sentido de pertenencia, algo sobre lo que el Santo Padre ha hablado mucho como un problema crítico en nuestro mundo posmoderno. Lo veo todos los días. Espero que eventos como este Encuentro fomenten esa necesidad de que las personas estén abiertas a conocerse entre sí.
Creo que el enfoque del Encuentro como discípulos misioneros es importante, pero aquí en Texas la presencia hispana en la misión es importante porque es multigeneracional. En Texas la primera misa se celebró a finales del siglo XV (1400). Comparado con eso, ¿qué es Baltimore?[1]
Hay una tradición católica muy antigua que está imbuida en la cultura al igual que hay una nueva tradición católica. Y mi esperanza es que las personas provenientes de todos los Estados Unidos experimenten esa comprensión multigeneracional de la presencia y misión hispanas en los Estados Unidos.
Existe una sensación de renovación dentro de la comunidad hispana, pero hay que recordar, que existe una realidad muy diversa, que encuentro es un desafío generacional. Hay un sentido de la presencia e influencia hispana que es principalmente de habla inglesa, dentro de la generación más reciente, por lo cuál, si la Iglesia no tiene cuidado podemos confundir la cultura con el idioma, y la expresión religiosa y la fe con el idioma.
¿Cómo mediría el éxito del Encuentro tanto a nivel local como nacional, dentro de un año e incluso un quinquenio? ¿Qué aspecto tiene el éxito para usted?
Creo que el éxito no puede medirse simplemente por números, que es parte de la forma en que la cultura dominante mide las cosas, cualquier cosa luce cuantificable. Creo que nosotros, aquí en Fort Worth, nos enfocaremos en nuestro 50 aniversario, celebrando y agradeciendo nuestro pasado, mientras avanzamos firmemente en el presente hacia el futuro, con un sentido más profundo de pertenencia, donde las personas sean las que lideren nuestras instituciones, y no nuestras instituciones las que impongan el rumbo.
Hay una tendencia humana, especialmente dentro de la cultura dominante, en la que las instituciones pueden asumir una vida propia pero carentes de Cristo, en la que le pedimos a Cristo que se ponga al servicio de nuestra agenda en lugar de nosotros servir a la suya.
Espero que [este V Encuentro] nos impulse a experimentar la fe de manera más entrañable, a escucharnos unos a otros y a la tradición vivida por la Iglesia. Espero que se desarrolle una forma de catequesis familiar que también tenga en cuenta a las familias que son extensas pero fragmentadas, en las diversas formas en que existen: madres solteras, parejas que cohabitan, aquellos que han unido sus vidas para avanzar por el camino juntos.
Espero que también sea medible: no solo que podamos resolver los problemas, sino que lo hagamos con corazón más agradecido por lo que somos y cómo hemos sido bendecidos, por lo que estamos llamados a ser y a quién estamos llamados a servir.
¿Qué parte del sentido latino de “somos Iglesia” que hemos sentido durante estos cuatro años de preparación del V Encuentro considera que tiene que ver con el hecho de que tengamos un papa sudamericano, que ha inspirado a la población hispana, y cuánto de eso es fruto natural del crecimiento de nuestra iglesia?
Probablemente tenga una respuesta “multidimensional”. La realidad en la diócesis de Fort Worth sobre la que puedo hablar es muy diversa. Siempre ha existido una realidad muy “tejana”, no solo de coexistencia, sino una relación más entrañable y familiar dentro de la comunidad católica.
También ha existido una segregación de facto, especialmente el castigo por hablar en español. Creo que esa es la experiencia de nuestra generación anterior. Me hace recordar el libro de Jimmy Carter sobre su infancia en Plains (Georgia), criado entre niños negros, cuando dice: “Nos enseñaban que estábamos separados pero éramos iguales , pero no éramos ninguna de las dos cosas”.
Creo que la Iglesia en Texas ha vivido una realidad histórica similar. La experiencia migratoria de la Hispanidad es algo nuevo en Texas, porque como decía, la frontera siempre ha sido muy fluida, los rancheros se conocen entre sí, van juntos a la iglesia, y siempre se ha creído, en la cultura dominante en los Estados Unidos, que el emigrante no solo tiene la obligación de aprender un idioma nuevo, sino también de olvidar su lengua materna, algo traumático y destructivo para la vida familiar.
Si miramos los Encuentros pasados, vemos que lo que diferencia a este de aquellos es que en los documento de los obispos de varias generaciones atrás, se refieren a la presencia hispana como “desafío”. Bueno, desafío, creo que fue una palabra suave para referirse a “problema”.
En cambio, el enfoque de este Encuentro es la experiencia de renovación que aporta la experiencia hispana, cualquiera que sea el idioma en el que se manifieste. Particularmente, espero mucho de la vida familiar, en el sentido de la vocación, porque hay una comprensión particular de la Iglesia como madre, que es una de las imágenes favoritas del Santo Padre, que aparece en su carta ‘Como una madre amorosa’, donde nos dice que cuando la Iglesia enseña, lo hace como madre. Y aunque a veces no esté feliz, uno no despide a su padre ni a su madre. Creo que eso es muy cierto. Incluso cuando haces cosas de las que tu madre no estaría orgullosa, no las alardeas. Creo que sin ser simplista o paternalista, esta es una realidad muy necesaria, en una iglesia que se ha institucionalizado de manera tal, que a veces soltamos el “lastre” de la fe, con tal de mantener a flote el “buen nombre” de las instituciones.
Usted acaba de mencionar que ha habido una segregación de facto de la comunidad hispana. ¿Cuál es el riesgo de organizar un evento como el Encuentro, en la comunidad hispana para la comunidad hispana? ¿No debería la Iglesia en los EE.UU. enfocarse en cómo la Iglesia hispana puede influir en la cultura predominante, en lugar de centrarse únicamente en mantener la cultura hispana unida?
Creo que ese es precisamente el enfoque de este Encuentro, pero también la lucha con este Encuentro, porque hay una tendencia a pensar que “finalmente nuestro tiempo llegó”, que está impulsada por las ansias de poder. Este es en gran medida un momento similar al de Aparecida, para estar en consonancia con el sentido que le ve el Santo Padre, y creo que ese ha sido el enfoque, al menos, nuestro intento de trasladar esto a la experiencia más amplia de toda la Iglesia. Para nosotros en Texas, ya está sucediendo. La cuestión ahora es interpretarlo de una manera consciente.
No es ningún secreto que este ha sido un verano difícil para la Iglesia Católica. ¿Teme que los escándalos de abuso sexual clerical puedan eclipsar este evento?
Realmente no. Y lo digo sin ninguna ingenuidad. Hablando primero de la Diócesis de Fort Worth, hemos estado vigilantes de estos asuntos más allá de los límites de la Carta. Hemos respondido al tema del abuso sexual clerical con transparencia. Desde 2007, hemos publicado los nombres de esos clérigos en nuestro sitio web. Hemos estado activamente vigilantes y proactivos protegiendo a las personas a través de programas de ambiente seguro y ampliando más allá del alcance de la Carta la vigilancia de nuestros voluntarios, nuestro equipo y nuestros empleados. Es nuestra preocupación constante y un problema social que la Iglesia estar a la vanguardia de resolver con el Evangelio. Ese ha sido mi enfoque como obispo, y el de mi gente y mis sacerdotes, así que esta no es la batalla de un llanero solitario.
Creo que donde abunda el pecado, abunda aún más la virtud, como dice San Pablo. Espero realmente que este sea un momento de gracia, especialmente para los laicos, clérigos y religiosos, para todos por igual. Es un momento para la rendición de cuentas, pero una rendición de cuentas que comienza con Cristo y el Evangelio, y con integridad.
También está el tema de la responsabilidad de la jerarquía, especialmente en los Estados Unidos, pero no exclusivamente. Es algo que sucede en todas partes porque es parte de la condición humana. Este es un momento de solidaridad y comunión entre todos nosotros. Encontramos eso en Pedro, en el sucesor de Pedro y en Cristo.
Como obispo, y como Iglesia, tenemos que poner de nuestra parte para ayudarlo a cargar con esto, porque en parte, ayudamos a poner esta carga sobre él. Tenemos que poner de nuestra parta con la oración, pero también en la acción. De la forma en que veo esto es que es insuficiente que simplemente nos deshagamos de McCarrick pasándoselo al Papa, porque aquí tenemos una gran responsabilidad que abordar.
Usted acaba de mencionar la importancia de la solidaridad y la comunión con el Santo Padre y entre los obispos, entonces, ¿cómo garantizamos que la solidaridad no interfiera con la responsabilidad? En los últimos meses, con respecto a McCarrick, muchas personas se han quejado de que están cansadas de escuchar a otros decir “todos habían oído los rumores”. ¿Por qué nadie dijo algo?
También estoy cansado de escuchar eso. Francamente, si sabes algo, ¿por qué no lo dijiste? ¿Y qué exactamente era lo que no sabías? Si tienes conocimiento de una situación, tienes la responsabilidad de averiguar más en lugar de dejarlo en el área destructiva de los chismes. Por mi parte, en el momento en que alguien firmó un cheque de compensación financiera en 2005, la mala conducta dejó de ser un chisme. Por lo menos, a partir de ahí hay que actuar acorde. Es lo que podemos documentar. Entonces las preguntas de “¿quién sabía qué, cuándo y qué hicieron?”, son hechos que preceden al Santo Padre de manera significativa, por lo que tienen que cambiar de manera sistémica. Una de las cosas que deben implementarse son vías de rendición de cuentas por quejas explícitas, por ejemplo, de los seminaristas, por mala conducta contra los obispos.
Tenemos que ser directos y responsables de denunciar los delitos a las autoridades civiles, esa es nuestra responsabilidad como ciudadanos, ya no digamos como pastores de los más débiles e indefensos.
[1] La cuna del catolicismo estadounidense. La arquidiócesis de Baltimore fue fundada por John Carroll el 6 de noviembre de 1789, celebrando la primera misa hace 229 años.
*Este artículo fue publicado originalmente en inglés en Crux, bajo el título “Texas bishop wants to turn ‘Hispanic challenge’ into opportunity”. Para leer el original haga clic en el enlace. Publicado bajo acuerdo editorial. San Martín y Christopher White estarán reportando para Crux desde Grapevine, Texas, todos los detalles del V Encuentro. Sigue su cobertura continua a través de Twitter (@inesanma / @CWWhite212) y en CruxNow.com.
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Inés San Martín es una periodista argentina, jefa del Buró de Noticias de Crux en Roma. Antes de unirse a Crux, Inés fue mánager de redes, directora de contenido y diseñadora gráfica de Contá con Nosotros, y trabajó como reportera y editora de Valores Religiosos en Buenos Aires. También dirigió la oficina de prensa internacional para la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro en 2013. Inés es licenciada en comunicaciones sociales y periodismo por la Universidad Austral en Buenos Aires y la Universidad de Navarra en Pamplona, España.
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Christopher White es corresponsal nacional de Crux y The Tablet. Tiene una Maestría en Ética y Sociedad de la Universidad de Fordham y un B.A. en Política, Filosofía y Economía de The King’s College. Es exdirector de Catholic Voices USA y sus artículos han aparecido en The Wall Street Journal, USA Today, Washington Post, Philadelphia Inquirer, Forbes, New York Daily News, International Business Times, The American Interest, First Things y Human Life Review, entre muchas otras publicaciones impresas y en línea. Síguelo en Twitter en @ CWWhite212
DUBLÍN—. A solo unas horas de que el Papa Francisco condenara los “repugnantes crímenes” de abusos sexuales cometidos por miembros del clero, durante su viaje de dos días a Irlanda, en los Estados Unidos se supo que un exnuncio apostólico en el país acusa a Francisco de haber tenido conocimiento de las acusaciones de abuso que pesaban contra el excardenal Theodore McCarrick y no tomar ninguna medida.
Además de eso, el arzobispo italiano Carlo Maria Viganò afirma que el papa Francisco derogó las sanciones impuestas a McCarrick por el papa emérito Benedicto XVI a fines de la década de 2000, a pesar de que Viganò informó personalmente al papa en junio de 2013 sobre los cargos de mala conducta y abuso contra McCarrick.
CBS News habló por teléfono con Viganò el domingo, y este confirmó la autoría de la declaración y dijo que estaba haciéndolo público ahora “para combatir la grave situación, proteger a la iglesia y también detener futuros abusos”. También le dijo a la productora de CBS News Anna Matranga que él no tenía agenda y estaba declarando hechos.
“En este momento extremadamente dramático para la Iglesia universal, debe reconocer sus errores y, de acuerdo con el principio proclamado de tolerancia cero, el Papa Francisco debe ser el primero en dar un buen ejemplo a los Cardenales y Obispos que ocultaron los abusos de McCarrick y renunciar junto con todos ellos”, escribió el arzobispo italiano.
Viganò se desempeñó como Nuncio apostólico en los Estados Unidos desde octubre de 2011 hasta abril de 2016, sirviendo a ambos Papas Benedicto y Francisco.
En la declaración, Viganò dice que le comunicó al recién elegido Papa Francisco el 23 de junio de 2013, sobre las quejas de abuso sexual de seminaristas y un monaguillo que pesaban sobre el ex arzobispo de Newark y Washington D.C., quien renunció el mes pasado.
Según Viganò, le dijo al Papa Francisco: “Santo Padre, no sé si conoce al Cardenal McCarrick, pero pregunta a la Congregación por los Obispos, allí tienen un dossier así de grueso sobre él. Corrompió a generaciones de seminaristas y sacerdotes y el Papa Benedicto le ordenó retirarse a una vida de oración y penitencia”.
La referencia es a la Congregación para Obispos del Vaticano, responsable de ayudar al Papa en la supervisión de los obispos católicos de todo el mundo.
Viganò ofreció detalles sobre la penitencia que, según él, fue impuesta por Benedicto.
“El cardenal debía abandonar el seminario donde vivía”, escribió Viganò. “También se le prohibió celebrar [Misa] en público, participar en reuniones públicas, dar conferencias, viajar, con la obligación de dedicarse a una vida de oración y penitencia”.
Viganò dice que no sabe exactamente cuándo se decretaron esas medidas, pero que ocurrió en 2009 o 2010.
Según Viganò, los esfuerzos anteriores de otros enviados papales a Estados Unidos para llevar los cargos contra McCarrick a la atención de Roma fueron obstruidos en la Secretaría de Estado del Vaticano, culpando a los cardenales italianos Angelo Sodano y Tarcisio Bertone —secretarios de Estado de los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, respectivamente.
Viganò también afirma que el cardenal Donald Wuerl de Washington, DC, conocía las acusaciones contra McCarrick: “Yo mismo expuse el tema al cardenal Wuerl en varias ocasiones” y añade en su testimonio que “el cardenal miente descaradamente”.
En una entrevista reciente, Wuerl afirmó enérgicamente que no conocía ni los cargos de abuso contra McCarrick ni los acuerdos anteriores por mala conducta con seminaristas en las diócesis de Metuchen y Newark en Nueva Jersey.
“Durante el tiempo que [McCarrick] estuvo aquí y ciertamente todo el tiempo que yo he estado aquí, nunca hubo noticias”, dijo Wuerl. “Puedo decirte sin temor a equivocarme que nadie vino a mí y me dijo que esta persona le hizo algo. Nadie. Nunca”.
Sobre este punto, Ed McFadden, portavoz del cardenal declaró a la Agencia Católica de Noticias: “El Cardenal Wuerl no recibió documentación o información de la Santa Sede con respecto al comportamiento del Cardenal McCarrick o ninguna de las prohibiciones sobre su vida y ministerio sugeridas por el Arzobispo Viganò”.
También McFadden dijo que “el Cardenal Wuerl niega categóricamente que alguna vez se le haya proporcionado información sobre los motivos de la salida del Cardenal McCarrick para el Seminario Redemptoris Mater”.
“El arzobispo Viganò presume que Wuerl tenía información específica que este nunca tuvo”, dijo el portavoz.
En una nueva declaración a Crux el domingo, McFadden añadió que “a pesar de lo que indica el memorándum del Arzobispo Viganò, el Cardenal Wuerl no recibió ninguna documentación o información durante su estancia en Washington con respecto a cualquier acción tomada contra el Arzobispo McCarrick”.
Viganò alega que bajo el pontificado de Francisco, las sanciones contra McCarrick se levantaron y el exprelado de Washington actuó como un “fabricante de príncipes”, colaborando a la sombra con los nombramientos episcopales tanto en EEUU como en el Vaticano. Entre ellos, Viganò acredita a McCarrick por haber “orquestado” los nombramientos tanto del Cardenal Blase Cupich de Chicago como del Cardenal Joseph Tobin de Newark.
Sin embargo, a pesar de las fuertes protestas de la nota, el propio Viganò ha sido acusado de mal manejo de acusaciones de abuso sexual.
Según un memorando de 2014, hecho público por primera vez en 2016, cuando se desempeñaba como nuncio Mons. Viganò anuló una investigación —llegando incluso hasta exigir que se destruyera la evidencia— contra el entonces arzobispo John Nienstedt de St. Paul y Minneapolis, que estaba siendo investigado por mala conducta con seminaristas, así como por encubrimiento de abuso sexual. Nienstedt renunció como jefe de la arquidiócesis en 2015.
Esta no es la primera vez que Mons. Viganò se ha metido en el rol de denunciante del Vaticano.
En 2012, las cartas de Viganò a Benedicto XVI y Bertone estuvieron en el corazón del escándalo inicial de “Vatileaks”, que involucraba documentos confidenciales robados del escritorio del Papa alemán y filtrados a los periodistas por su mayordomo personal. En las cartas, Viganò protestaba por su nombramiento como enviado a los Estados Unidos, alegando que estaba siendo castigado por intentar limpiar la corrupción financiera en su cargo anterior como segundo oficial en el Gobierno del Estado de la Ciudad del Vaticano.
Esos cargos fueron negados por el Vaticano en ese momento, afirmando que eran “el resultado de evaluaciones erróneas o temores basados en pruebas sin fundamento, incluso abiertamente contradichos por los personajes principales invocados como testigos”.
En una serie de tweets después de que se publicara la declaración de Viganò, la sobreviviente irlandesa de abuso Marie Collins, que se encontraba entre las ocho víctimas que se reunieron con el Papa Francisco el sábado durante su visita a Dublín, dijo que durante esta conversación salió a relucir el caso McCarrick.
Según Collins, el Papa dijo que “inmediatamente que supo que lo que se decía era cierto, lo despidió y fue fuerte en su condena”.
PS to my last tweet. Obviously if true must be held accountable as anyone should who covers up.
“No tengo la menor idea si lo que está en la carta [de Viganò] es verdad o no, solo estoy informando lo que se dijo”, escribió, y agregó que si lo que el nuncio decía es cierto, Francisco “debe rendir cuentas como cualquier otro”.
En una declaración el domingo, el obispo Joseph Strickland de Tyler dijo que aunque no tiene conocimiento directo sobre las acusaciones contra el Papa Francisco u otras personas mencionadas en la carta de Viganò, las considera “creíbles”.
Mons. Strickland pidió una “investigación exhaustiva … similar a las realizadas cuando las acusaciones se consideran creíbles”, y dijo que cualquier persona declarada culpable, en cualquier nivel de la Iglesia, debería rendir cuentas.
Strickland también pidió que su declaración sea incluida en todas las Misas dominicales en su diócesis vinculada a la carta de Viganò.