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De Long Island a Dominica

¡Esto sí es (literalmente) aprendizaje remoto! A pesar de la distancia de 2,000 millas que separa a las dos islas, el estudiante de tercer grado Brett Lawrence logró “asistir” a clases durante cuatro meses y mantenerse al día con sus deberes escolares.

El entorno de clase de Brett pasó de vivir en Laurelton, Queens, y asistir a la escuela católica Holy Name of Mary en Valley Stream, Long Island; a tomar clases remotas desde el país isleño Dominica.

Brett y sus padres se mudaron temporalmente a la isla de las Antillas Menores en enero y regresaron a Long Island a fines de abril. Aunque había estado allí una docena de veces durante sus vacaciones, esta fue la primera vez que Brett vivió en Dominica durante un período de tiempo prolongado.

Su madre, Karllen, dijo que la decisión de mudarse la tomaron a fines de noviembre cuando Holy Name of Mary anunció que su modelo híbrido se eliminaría gradualmente y que los estudiantes podrían asistir a la escuela todo el tiempo en persona o vía online. Ella y su esposo sopesaron sus opciones, pensando en la salud y seguridad de su familia, así como en sus propias situaciones laborales.

“Sentí que sería mucho más seguro y cómodo estar allí y teníamos la posibilidad de hacerlo”, dijo Karllen. “Mucha gente no tiene esa opción [de mudarse] y me di cuenta de lo bendecidos que éramos”.

“Todas las mañanas me despertaba en Dominica, orando y agradeciendo a Dios por esa oportunidad de poder estar en casa y rodeada de la naturaleza”, continuó, explicando que ella y su esposo son oriundos de la isla caribeña.

Una vez en Dominica, Brett se conectó inmediatamente a su clase online, primero iniciando sesión desde el portal de casa de su familia y luego desde el comedor. Brett dijo que no encontró diferencias importantes en el aprendizaje, excepto que tuvo que poner sus libros escolares en bolsas en el piso en lugar de en un escritorio.

Sin embargo, hubo algunos días en que Brett trabajaba en la granja de su abuelo, donde podía explorar la tierra y jugar con los animales durante los recesos y después de clases.

Su maestra Eileen McEnaney, que se jubilará este mes después de enseñar en la Diócesis de Rockville Centre durante 50 años, dijo que Brett pudo enseñarles a sus compañeros de clase, mediante una videollamada, cuatro gatitos que acababan de nacer en la casa de su familia.

Karllen dijo que solo hubo tres ocasiones en las que la mala conexión a Internet y los cortes de energía impidieron que su hijo se conectara a tiempo a su clase.

“No todo fue fácil, pero usamos puntos de acceso y apagamos su cámara para ahorrar ancho de banda y asegurarnos de que sus clases fueran lo más fluidas posible”, dijo Karllen.

La directora de Holy Name of Mary, Pamela Sanders, estaba feliz con el resultado.

“Al tener ese dispositivo e Internet y estar tan acostumbrado a conectarse desde casa, Brett pudo iniciar sesión y ser parte del tercer grado desde donde estuviera, todos los días”, dijo Sanders. “Nos tomó mucha planificación previa lograr llegar allí, pero lo hicimos funcionar”.

Agregó que Brett no es el único estudiante que se mudó durante la pandemia debido a las necesidades y circunstancias familiares.

“Otra razón por la que todos están conectados y haciendo su trabajo, cuando se supone que deben hacerlo, es porque tienen ese apoyo familiar”, agregó Sanders, y le dio crédito a los padres de Brett por garantizar que él se mantuviera al día con su educación católica.

Mientras estaba en Dominica, Brett pudo participar en todos los eventos de la escuela, como vestirse como un anciano para el día 100 de clases de Holy Name of Mary, usar un sombrero de papel inspirado en los carnavales del Caribe el Funny Hat Day y ver misas escolares que se transmitieron en vivo durante Semana Santa.

Karllen dijo que estar lejos de la ciudad le permitió a su hijo vivir otro estilo de vida con la familia y los vecinos. Los fines de semana pudieron visitar Kalinago, donde residen los pueblos indígenas de Dominica, pasar tiempo en el spa Wotten Waven Sulphur y relajarse en Bubble Beach Spa, en Soufrière, donde emergían burbujas terapéuticas calientes fondo del mar.

Aún así, Brett dijo que estaba feliz de estar de regreso en Nueva York y poder retomar sus clases en persona durante la primera semana de mayo.

“Extrañaba a mis amigos y a mi maestra. Me siento muy bien de estar de vuelta en casa y cerca de ellos”, confesó Brett.

Igual de emocionada estaba su maestra McEnaney de tener a Brett de regreso en el salón de clases después de lo que sintió fue “una eternidad de tiempo”.

“Exceptuando algunos momentos de mala conexión, no hubo diferencia en que él estuviera tomando las clases desde su casa y desde Dominica”, dijo McEnaney. “Pero mi principal preocupación era que recibiera una educación de calidad estando tan lejos. Me encanta tenerlo de vuelta, porque su personalidad ilumina nuestro salón”, agregó.