Nuestra Voz también habló con Mario Paredes, CEO de Advocate Community Providers, fundador y presidente ejecutivo de Catholic Association of Latino Leaders, quien conoce al papa Francisco desde que era un sacerdote en Buenos Aires.
Nuestra Voz: ¿Cuándo conoció al papa Francisco?
Mario Paredes: Yo fui a estudiar a Buenos Aires a mediados de los años sesenta a la Universidad de los padres Jesuitas, que se llamaba El Salvador, ahí conocí a un joven sacerdote recién ordenado que estaba dictando clases de literatura y yo asistí a sus clases. También asistí a un par de retiros que él dio en el Colegio Máximo, que era el filosofado y el teologado de los Jesuitas en las afueras de Buenos Aires, en un pueblito que se llama San Miguel.
Después lo he tratado en diferentes ocasiones. Un año antes de que lo eligieran Papa, él me invitó a Buenos Aires para que le hablara a todos los obispos de Argentina sobre la publicación de la Biblia Políglota, de la cual soy editor, y él me invitó para presentar esa Biblia a todo el episcopado argentino.
Yo lo conocí a él como profesor y luego como sacerdote y tal vez le conocí más indirectamente por su mentor que fue el Cardenal Antonio Quarracino, quien fue Arzobispo de Buenos Aires y fue presidente del CELAM. El Cardenal […] me hablaba de un sacerdote jesuita excepcional y se refería obviamente a Jorge Mario Bergoglio.
N.V.: ¿Qué recuerdos tiene del entonces padre Bergoglio?
M.P.: Mis recuerdos de esos años, de muchacho joven en la universidad, recién comenzando, no son muy gratos con respecto a la persona de Bergoglio. Era un hombre frío, distante, era un hombre de pocas palabras, nunca sonreía y uno nunca sabía si uno conectaba con él o no cuando hablaba, era muy aséptico, muy disciplinado, poco autoritario, excelente presentador, excelente expositor, un hombre muy culto. Se ve que manejaba los autores al dedillo y de toda clase de literatura, autores cristianos y no cristianos, sin lugar a dudas, es un hombre de una formación rica, rigurosa, intelectual, muy seria. Un hombre que gustaba y gusta, me imagino, del tango, un hombre que le encanta la ópera, un hombre que sabe apreciar la pintura. En otras palabras, él siempre se distinguió por ser un hombre exquisito.
Él fue rector del seminario y fue muy exigente, sacó a mucha gente y las razones que daba era que algunos entraban al seminario sin saber por qué entraban. A pesar de estos elementos, de sus rasgos personales de frialdad, siempre fue un hombre muy respetuoso, muy correcto, muy caballero, nunca alzaba la voz, tenía un muy buen trato, pero sí era frío y distante.
N.V.: ¿Cómo fue el momento cuando se encontró con él ya siendo Papa?
M.P.: Yo llevaba un grupo de hispanos líderes de este país con el arzobispo José Gómez, arzobispo de Los Ángeles. Llegamos a registrarnos en la Casa y de repente apareció Francisco en el pasillo, obviamente fui a saludarlo y todos nos congregamos en torno a él. Lo felicité, él fue muy afectuoso esta vez, sonrió mucho. Entonces yo llevaba un libro titulado Diálogos entre Juan Pablo II y Fidel Castro, publicado por Bergoglio en 1998 cuando Juan Pablo II fue a Cuba. Entonces saqué el libro de mi portafolio y se lo entrego y él ve el libro y la portada y dice, “Oh, pecado de juventud” y nos reímos muchísimo, fue un encuentro muy grato.
Debo decir que después que él fue electo papa es otro ser humano, es cálido, sonríe mucho, es de un trato muy delicado con las personas, le dedica mucho tiempo a sus interlocutores, es muy cercano y así como trata afectuosamente al presidente Barack Obama, también trata a una viejita en la Plaza de San Pedro y a un niño que está gritando y está llorando y está corriendo en unaliturgia,élciertamenteesmuydelicado con las personas.
N.V.: ¿Cuál es el legado del papa Francisco en estos cinco años de pontificado?
M.P.: Es el Papa que sabe hablar de Dios, es el Papa que sabe presentar el Evangelio de Jesús, es el Papa que enseña que Dios es misericordia, es el Papa que invita a un encuentro íntimo con la persona del Dios revelado, es el Papa que invita a descubrir el rostro del Dios de la Palabra, es el Papa que dice que la Palabra tiene un rostro y ese rostro se llama Jesús de Nazaret.
Este es un Papa muy bíblico, es un Papa de profunda fe, que sabe, por su formación jesuita, que todo es para la honra de Dios.
N.V.: ¿Cuando conoció a ese joven sacerdote pensó que llegaría tan lejos?
M.P.: Eso era indudable, escuchar sus clases era una delicia, el que fuera antipático era otro problema, pero escuchar sus clases era una delicia por el conocimiento que tenía, por esa capacidad que tenía de entresacar de los autores el significado de sus escritos. Muchas veces leemos libros sin poder escudriñar realmente lo que es el trasfondo del pensamiento de un autor y él era increíble, eso revelaba que era un hombre de profundidad, un hombre de pensamiento, un hombre que tenía autoridad. Eso siempre se vio, que tenía una autoridad, la autoridad que viene de la palabra autor, no de mando y él sabía ejercer esa autoridad.
N.V.: ¿Se alegró mucho al saber que era el nuevo sucesor de Pedro?
M.P.: Ciertamente que sí, no puedo negar que me dio mucho gozo, mucha alegría e inmediatamente llamé a una serie de amigos que conocían a Francisco, con los cuales compartimos esa noche mucho regocijo de saber que él había sido elegido Papa y que era el primer Papa latinoamericano, el primer Papa latino del mundo occidental, ha habido otros Papas latinos en Europa, ha habido Papas españoles, pero claro, esto era una novedad para nosotros.