La tierra se cimbró en la madrugada del 24 de agosto en el centro de Italia dejando un saldo de más de 290 muertos, centenares de víctimas y poblados enteros enterrados bajo las ruinas de edificios y hogares desplomados, según reportes de la agencia de noticias EFE.

El panorama, según las autoridades, era desolador con pueblos desaparecidos para siempre del mapa. “Amatrice ya no existe, pero hay gente bajo los escombros”, relato entre lágrimas Sergio Pirozzi, alcalde de ese pequeño pueblo, que fue trágico epicentro del devastador terremoto.

El sismo tuvo una magnitud 6.2 en la escala Richter, y según las cifras de protección civil, la región de Lacio reportó 106 víctimas fatales y otras 56 personas fueron halladas sin vida en el poblado de Las Marcas.

El 23 de septiembre del 1997, una bóveda de la basílica de San Francisco de Asís cayó encima de cuatro víctimas en el momento de un sismo similar.

Científicos del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología informaron que en el área afectada por el sismo se habían producido hasta 160 réplicas en las primeras 24 horas después del terremoto.