El arzobispo Nelson J. Pérez puso su sello de sencillez en la formalidad de los ritos durante la misa de instalación como nuevo arzobispo de Filadelfia, el pasado 18 de febrero en la Catedral Basílica de San Pedro y San Pablo.

Subiendo a la cátedra (palabra griega que se traduce como asiento y se refiere a la silla o trono del obispo de una diócesis), el arzobispo Pérez, de 58 años, se convirtió en el arzobispo católico más joven de los Estados Unidos y el tercer arzobispo de herencia hispana de la nación. Sus padres emigraron de Cuba.

Un clamor a viva voz de la desbordante congregación se esparció por toda la basílica y su capilla contigua ocupada por más de 2000 fieles, a lo que se sumó otra muchedumbre que veía la celebración por televisión y por Internet; lo cual puso de manifiesto no solo la bienvenida de un arzobispo, sino el recibimiento de un hijo a casa.

El arzobispo Pérez fue ordenado sacerdote de la Arquidiócesis de Filadelfia en esta misma catedral en 1989.

En una ruptura con el protocolo en el que el celebrante espera al final de la procesión a la iglesia, antes de la misa, el arzobispo Pérez estaba de pie junto a la puerta de la catedral saludando a cada uno de los cientos de sacerdotes arquidiocesanos y religiosos con cálidos apretones de manos, abrazos y sonrisas. Se sentía como pez en el agua, y no era la primera expresión de ese día.

“Una vez que te ordenan sacerdote de Filadelfia, siempre serás sacerdote de Filadelfia”, dijo durante su homilía de 26 minutos, que no fue predicada desde el alto púlpito de mármol sino desde el primer escalón del presbiterio.

Desde ahí, en un estilo relajado y cálido, agradeció a los numerosos asistentes y a los organizadores de la liturgia, mientras recorría el piso de mármol pulido de la basílica.

Destacó la presencia de los dos arzobispos retirados de Filadelfia, el cardenal Justin Rigali y el arzobispo Charles J. Chaput, a quien elogió por su “gran firmeza” al tomar difíciles decisiones con respecto a la vida parroquial y las finanzas de la arquidiócesis durante su administración de ocho años, lo que “le trajo causó sufrimientos y críticas”, reconoció el arzobispo Pérez.

Elogió la “fidelidad y coraje” de su predecesor, y dijo que la arquidiócesis “le debe a este hombre una deuda de gratitud”, lo cual la congregación apoyó dando un fuerte aplauso.

Además de los más de 50 obispos de todo el país, el arzobispo Pérez se dirigió directamente a los cientos de sacerdotes y diáconos presentes, diciéndoles “Los necesito” y se refirió a sus hermanos sacerdotes como “nosotros”.

No evadió el asunto de la crisis de abuso sexual del clero, que reconoció como “una triste traición a algunos de los nuestros que hirieron profundamente a aquellos a quienes se suponía que estaban sirviendo”.

“Lo sentimos profundamente”, dijo, comprometiéndose a “trabajar con esperanza, que seremos la fuente de la sanación”.

La esperanza, en específico “Jesús, esperanza del mundo”, fue el tema de la homilía del arzobispo Pérez.

“La fuente de nuestra esperanza es Cristo”, que “ha atravesado 20 siglos de historia” con su pueblo, “a veces regocijándose, a veces diciendo, ‘estas personas son un dolor de cabeza’ ”, dijo el arzobispo.

A lo largo de esa historia, han permanecido la palabra de Cristo y su cuerpo y sangre en la Eucaristía “que es alimento para el camino”, dijo el arzobispo Pérez.

Desarrolló su tema a un crescendo con un desafío para los fieles de la arquidiócesis: “Donde sea que te encuentres en el camino, llegó la hora de extender tu mano y tomar la del Señor”.

Como en el Evangelio de Mateo 9:20, una mujer que desde hacía doce años padecía hemorragias, se acercó por detrás y tocó el fleco del manto del Señor y fue sanada, así mismo “es hora de acercarse a él, él está allí”, dijo el arzobispo.

“Es hora de acercarse, de volver a la iglesia, a la palabra de Dios y al altar”.

En cuanto a su plan pastoral cuando comience a dirigir la Arquidiócesis de Filadelfia, expresó: “No tengo ningún plan. Quiero visitar, escuchar y aprender. Abrazo la visión del papa Francisco en ‘La alegría del Evangelio’ ”.

La exhortación apostólica del Papa en 2013 llamó a “un encuentro personal renovado con Jesucristo” y, como hizo eco el arzobispo Pérez, a una “iglesia que surge como una comunidad de discípulos misioneros”.

Estos son discípulos “que saben que el Señor ha tomado la iniciativa”, dijo. “Él nos ha amado primero y, por lo tanto, podemos avanzar con valentía, tomando la iniciativa de salir al encuentro de los demás, conocer a los que se han alejado, estar en la encrucijada y dar la bienvenida al hermano. Esa es la visión”.

Concluyó rogando a los fieles que recuerden una breve frase que siempre pide a los jóvenes que confirma sacramentalmente, que tampoco olviden: “Nunca subestimes el poder del Espíritu de Dios obrando en ti, a través de ti y a pesar de ti”, dijo.

La misa continuó con música festiva y celestial, interpretada por los coros arquidiocesanos y de la catedral, el Philadelphia Catholic Gospel Mass Choir y la Coral Hispana de Filadelfia, acompañados por músicos talentosos.

Numerosos grupos que representan las muchas facetas de la vida católica en la Arquidiócesis de Filadelfia hicieron fila para saludar al arzobispo durante la Misa, incluyendo familias, grupos étnicos, religiosos, estudiantes, educadores, trabajadores sociales católicos, jóvenes, representantes ecuménicos e interreligiosos y el clero.

Uno de los sacerdotes reflexionó sobre la conmovedora experiencia del día en el espíritu que podría complacer al nuevo arzobispo.

“Fue un día lleno de esperanza y alegría”, dijo el padre Keith Chylinski, sacerdote de la facultad del Seminario St. Charles Borromeo, de Filadelfia. “Había una sensación de volver a la casa del Señor, que es nuestra casa. En nuestra relación con el Señor, nos sentimos en casa”, dijo el sacerdote a CatholicPhilly.com, el sitio web de noticias de la arquidiócesis. “Llegamos a un lugar de esperanza infinita, a pesar de las dificultades”.

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Matthew Gambino es director y gerente general de CatholicPhilly.com, el sitio web de noticias de la Arquidiócesis de Filadelfia.