EL DIÁCONO JAIME VARELA nació en Aguada Puerto Rico el 26 de julio de 1958, es el octavo de diez hermanos, cuatro de ellos ya fallecieron, solo dos hermanas viven en la Isla del Encanto. En 1969 la familia Varela emigró a Estados Unidos.
“Estudié en escuela pública por un tiempo y cuando entré a la escuela superior, comencé en Xaverian High School en Bay Ridge y ahí me gradué en 1977 y luego ingresé a la Long Island Univesity y tomé unos cursos en Ciencias Políticas. Luego volví para estudiar una maestría en Administración y Negocios”. El 29 de diciembre de 1979, Jaime Varela se casó con María Iris Varela en Puerto Rico. Tuvieron dos hijos, Yesenia Varela y Jaime Varela Jr. y hoy en día tienen dos nietos, Adrián Jaime y Daniel Jaime.
En febrero de 2004 comenzó a trabajar con monseñor Nicholas DiMarzio, obispo de Brooklyn. “Yo trabajaba para Nabisco, la empresa de galletas, y era el conductor del CEO de la compañía. Cuando estaba en la Escuela de Formación Diaconal, el padre Frank Caggiano, quien años más tarde fue obispo auxiliar de Brooklyn, me dijo:
‘Algún día manejarás para el Ordinario de la Diócesis de Brooklyn’. Yo le dije que no creía, que de seguro él en algún momento sería Obispo y años después las dos cosas se dieron”.
Durante sus 13 años en la Diócesis de Brooklyn, ha trabajado para monseñor DiMarzio. “Soy su chofer personal, su maestro de ceremonias en las misas y quien le planifica todo lo que sucede en la misa. Soy la comunicación entre él y la parroquia, nos ponemos de acuerdo con la liturgia y soy quien hace los arreglos el día de la misa. También llevo su agenda en cuanto a los eventos a los que él asiste”.
“Trabajar con él ha sido algo muy bueno. Al principio me di cuenta de que es una persona exigente, entendí por qué. Él quería lo mejor para la Diócesis y para su pueblo. Entendiendo el rol de él como el líder de la Iglesia Católica en Brooklyn y Queens, es una responsabilidad muy grande y yo trato de ayudarlo para que él siga haciendo ese gran trabajo que ha hecho. Me ha encantado trabajar para él, nuestra relación es mucho más que empleado y jefe, él me trata como un hijo y yo lo trato como un padre”.
Jaime Varela se ordenó como diácono el 20 de abril de 2002. En su parroquia, Nuestra Señora de la Presentación – Nuestra Señora de la Merced, trabajaba en diferentes ministerios. Además, abrió el Concilio de los Caballeros de Colón en su grupo, en donde actualmente es el Gran Caballero del Grupo, lo ha sido por los últimos dos años.
Mientras estudiaba en el diaconado, recibió la noticia más dura de su vida. “Mi hija mayor, en el momento en que yo estaba en formación, en mayo de 2001, tenía dificultades en los riñones y falleció por esa causa. En aquel entonces por poco me salgo del programa por las dificultades que estaba pasando. La enfermedad de mi hija —mientras yo estudiaba y trabajaba— fue algo difícil. Un día no fui a clase y le dije a mis compañeros que no iba a regresar y ellos me aconsejaron que no saliera, incluso mi hija me dijo que no lo hiciera, me dijo que siempre me apoyaba y que siguiera”.
“Por cosas de Dios me quedé, a pesar de que ella falleció. Mi hija fue mi fortaleza y llegué a ser diácono y siempre que voy y hago un funeral de padres que pierden a sus hijos, me buscan porque saben que yo pasé por esa situación, pero no ha sido fácil, no es fácil y nunca lo será, lo que pasa es que yo pasé por ese dolor y puedo ayudarles a sobrellevar esta separación que hay entre un padre y un hijo. El diaconado cambió mi vida. Yo sabía que los diáconos servían a la Iglesia, ¿en qué capacidad? No sabía hasta que estudié y me formé. El diaconado me ha llenado de satisfacción, me ha ayudado personalmente y me continúa ayudando”.