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“El miedo es una barrera que uno mismo se pone”

Alexander Andrés Patiño García nació en la ciudad de Pereira, departamento de Risaralda (Colombia) y llegó a los Estados Unidos en 2003 en busca de una vida mejor, siguiendo los pasos de su familia que ya estaba establecida en este país.

“Como todo inmigrante es muy difícil empezar, uno extraña todo hasta su cama, pero poco a poco uno se va adaptando y hoy en día soy muy feliz aquí en Nueva York”, asegura Alexander.

A su llegada, con 30 años, empezó trabajando en empresas de limpieza y luego en restaurantes y en bares como mesero y bar tender, sector en el que actualmente se desempeña. Confiesa que el idioma ha sido un factor que se le dificulta pero que gracias a que vive en Jackson Heights, no ha sido un obstáculo para salir adelante.

“Yo siempre he tenido la inquietud de trabajar en la industria de la moda porque me encanta y ha sido siempre mi pasión […] de pronto vino una señora, Melba Jaramillo, y me enseñó a conocer el comercio de la ropa, las rutas y con ella viajé a Los Angeles en enero para traer una selección y venderla aquí”, asegura.

Actualmente Alexander exhibe y vende sus colecciones en el salón de belleza Exotic Hair Saloon, a pocos pasos de la estación Jackson Heights – Roosevelt Avenue. Adicionalmente visita a muchas de sus clientas a domicilio, citas en las que también presta sus servicios como asesor de imagen para que cada una de ellas se proyecte de acuerdo a su rol personal y profesional sacando el mayor provecho de su imagen.

“Uno a veces deja de hacer las cosas por miedo, una barrera que uno mismo se pone, pero afortunadamente la gente ha tenido una muy buena respuesta y aceptación porque les ha gustado mi estilo”, afirma Alexander quien personalmente selecciona y clasifica en tallas las prendas según las tendencias de la moda.

“La verdad estoy cansado de trasnochar y de desgastarme tanto físicamente”, dice con honestidad este colombiano para quien ésta es una de las razones que lo llevaron a decidirse a dar el paso como emprendedor, en espera de que su naciente negocio se convierta, a fuerza de trabajo duro y pasión, en su principal fuente de ingresos.

Cada dos meses aproximadamente Alexander viaja a Los Angeles y se programa para recorrer los comercios en auténticas jornadas maratónicas buscando uno a uno sus productos para armar su próxima colección. Durante estos días además del cansancio debe lidiar con la diferencia horaria y todo lo que eso implica.

Sin embargo, para Alexander todo este esfuerzo se ve recompensado cuando ve a sus clientas probarse sus prendas y con un gesto de satisfacción y una sonrisa decir “me lo llevo”.

Alexander sueña en grande y espera que Adam Collection, su negocio, prospere y le permita tener una tienda donde niñas y mujeres de todas las tallas y gustos encuentren lo que buscan. Para él la moda no debe ser excluyente e invita a las mujeres de todas las edades a arriesgarse a explorar nuevas tendencias para verse más modernas manteniendo la elegancia.