A BORDO DEL AVIÓN PAPAL (Crux) — En su más reciente conferencia de prensa a bordo del avión que lo traía de regreso an Italia tras su visita a Irak, el papa Francisco dijo el lunes que no tiene miedo de ser llamado ‘hereje’ por promover el diálogo con los musulmanes. También afirmó que se sintió “preso” durante los encierros de COVID-19; que estaba “conmocionado” por la destrucción que presenció en la ciudad iraquí de Mosul el domingo; y, en el Día Internacional de la Mujer, lamentó la explotación de la mujer, y condenó la práctica de la mutilación genital.
Mujeres
“Las mujeres son más valientes que los hombres, esto es cierto”, dijo. “Hoy, las mujeres son humilladas. Una mujer en el avión [la periodista española Eva Fernández, de Radio Cope de España] me hizo ver la lista de precios para las mujeres [esclavizadas]” bajo el domino de ISIS.
“No lo podía creer. Las mujeres se venden. Están esclavizadas. También en el centro de Roma, el trabajo contra la trata es diario”, dijo el Papa.
El Papa también mencionó que hay países, “principalmente en África”, en los que aún se practica la “mutilación genital, la mutilación como un rito. Las mujeres siguen siendo esclavas y esto es algo contra lo que tenemos que luchar”.
Las mujeres, continuó, son las que “llevan la historia”, y esto, aseguró el Papa, “no es una exageración. Las mujeres llevan la historia hacia adelante “.
Señaló que esta esclavitud de mujeres también ocurre en su patio trasero, Roma, donde las mujeres son secuestradas y explotadas.
Fraternidad y herejía
La fraternidad humana, el término utilizado a menudo por el Papa para describir el objetivo del diálogo interreligioso, es importante porque hombres y mujeres son todos hermanos, explicó el Papa, agregando que “tenemos que avanzar también con otras religiones”.
El papa Francisco definió su reunión del sábado con el Gran Ayatolá Ali al-Sistani, el líder chiita de más alto rango de Irak, como un “segundo paso” en este camino hacia la fraternidad después de firmar una declaración conjunta con el Gran Imán Ahmed el-Tayeb de Al-Azhar, referente del Islam sunita, en 2019.
El pontífice reconoció que en lo que respecta al diálogo interreligioso y al fomento de la fraternidad humana, asume “riesgos” porque es “necesario”.
“Se que hay algunos críticos que dicen que el Papa no es valiente sino inconsciente, que está tomando medidas contra la doctrina católica, que está a un paso de la herejía”, dijo el pontífice. “Son riesgos, pero estas decisiones se toman siempre en oración, en diálogo, pidiendo consejo”.
“Estas decisiones no son caprichosas y es el camino trazado por el Concilio Vaticano II”, dijo.
Definió su encuentro con al-Sistani no como un mensaje a Irán, que oficialmente no reconoce la autoridad del Gran Ayatolá, sino al mundo, y reconoció que había sentido “el deber de hacer esta peregrinación de fe y penitencia, encontrarme con un sabio, un hombre de Dios. Simplemente escuchándolo uno puede percibir esto”.
“Es una persona que tiene sabiduría y prudencia”, dijo el Papa sobre el ayatolá. “Me dijo que durante los últimos diez años no ha recibido visitantes que tengan motivos políticos o culturales, solo religiosos”.
También dijo que al-Sistani había sido “muy respetuoso”, destacando que el líder musulmán se había puesto de pie dos veces para saludarlo, cuando usualmente no se incorpora para saludar a quienes lo visitan. “Es un hombre humilde y sabio, y fue bueno para mi alma encontrarme con él. Es una luz”.
Los católicos, dijo, también tienen estos sabios, están en todas partes, a menudo como los “santos de al lado”.
Irak
Cuando se le preguntó sobre su decisión de hacer el viaje a Irak a pesar de los muchos retos que la visita planteó —desde una pandemia global hasta atentados suicidas y ataques con cohetes— el Papa respondió que cuando se inspira para hacer un viaje, pide consejo, escucha el consejo de muchos, y sobre todo, reza y reflexiona su decisión.
Al poner en la balanza los riesgos del COVID-19 y todo lo demás, dijo: “Tomé la decisión libremente, pero vino de adentro. Y dije: ‘Que el que me haga decidir así, cuide a la gente’”.
Tomó la decisión, insistió, después de mucha oración y “conociendo los riesgos”.
Los periodistas le habían preguntado al Papa si había considerado la posibilidad de que sus eventos en Irak pudieran convertirse en propagadores del coronavirus y, como tal, provocar que los participantes pudieran enfermarse y algunos incluso morir.
El Papa dijo que la idea de un viaje a Irak nació paulatinamente gracias a la insistencia del ex embajador iraquí ante la Santa Sede, pero sobre todo, al testimonio de la sobreviviente Yazidi y ganadora del premio Nobel de la Paz, Nadia Murad, quien escribió el libro Last Girl, relatando lo que vivió su comunidad a manos del Estado Islámico (ISIS).
“Les aconsejo que lo lean”, dijo.
El Papa admitió que no esperaba encontrar las ruinas que encontró en Mosul, la ciudad que fue la “capital” del autoproclamado califato islámico por el grupo terrorista ISIS.
“Había visto cosas, había leído un libro, pero [ver la destrucción] te conmueve”, dijo. “Cuando me detuve en la iglesia destruida, no tenía palabras. Es increíble. No solo esa iglesia, sino también otras, y una mezquita”.
“La crueldad humana, nuestra crueldad, es imposible de creer”, dijo.
“Algo que me vino a la mente en la iglesia fue: ¿quién vende las armas a estos destructores? Porque no fabrican estas armas en casa. ¿Quién vende estas armas? ¿Quién es responsable? Les pediría a los que venden las armas que al menos tengan la sinceridad de decir: ‘Nosotros vendemos las armas’”.
La prisión del COVID y viajes futuros
Aunque el hombre conocido antes como el cardenal Jorge Mario Bergoglio detestaba los viajes, como papa se ha convertido en un trotamundos, promediando más millas en un año de lo que cualquiera hubiera estimado para un hombre que asumió el cargo a los 76 años.
Pero ni siquiera su década como arzobispo de Buenos Aires sin apenas viajar lo preparó para el bloqueo producido por la pandemia mundial.
“Después de estos meses en prisión, porque realmente me sentí en prisión, este [viaje] para mí es como volver a la vida, porque significa tocar la Iglesia, entrar en contacto directo con al pueblo santo de Dios, con todos los pueblos”, dijo.
El Papa también dijo a los periodistas que a partir de hoy, solo hay otro viaje que está “inspirado” por hacer en el Medio Oriente, y es el Líbano, un país que “es el mensaje” en lo que respecta a la convivencia.
No ha considerado hacer un viaje a Siria, dijo, sin embargo, tiene a esta nación “martirizada” en su corazón.
Cuando se le preguntó sobre un posible viaje a Argentina, bromeó y señaló que había estado allí durante 76 años y que esto debería ser suficiente. El Papa también lamentó que rara vez se diga que se planeó un viaje para noviembre de 2017, como parte de una gira que lo habría llevado a Chile y Uruguay también. Pero dado que Chile estaba celebrando elecciones, el viaje se pospuso para enero, y visitar Argentina y Uruguay en enero, dijo que no era una buena idea ya que es verano y no hay nadie en casa.
“Pero quiero decir esto, porque no quiero que haya fantasías de fobia a la tierra natal: cuando se presente la oportunidad, se hará”, dijo.
En la agenda, señaló el Papa, hay un viaje a Hungría para celebrar la Misa de Clausura del Congreso Eucarístico Internacional, pero esta visita no sería “al país”, sino simplemente para celebrar la misa. En efecto, eso significa que no sería una visita de estado oficial con reuniones con autoridades civiles.
Sobre la migración
El Papa también mencionó haber conocido a Abdullah Kurdi, el padre de Alan Kurdi, de tres años, quien en 2015 fue encontrado muerto en la costa turca del mar Mediterráneo, tras el naufragio de la pequeña embarcación en que su familia estaba intentando llegar a Europa.
Alan, dijo, es un “símbolo” que va más allá de “un niño que murió migrando”. Es un símbolo de la civilización, de las personas que no pueden sobrevivir, un símbolo de la humanidad.
“Se necesitan medidas urgentes para que la gente encuentre trabajo en sus países y no tengan que migrar”, dijo el Papa. “Y luego, el derecho a migrar, que no significa llegar a una playa, sino ser acogido, acompañado, integrado”.
También aprovechó la oportunidad para agradecer al Líbano y Jordania, diciendo que han sido dos países “muy generosos” en lo que respecta a la acogida de migrantes.