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El Papa reconoce “repugnantes crímenes” de abuso en Irlanda

DUBLÍN (Por Cindy Wooden/CNS)—. El Papa Francisco comenzó su visita de dos días a Irlanda reconociendo el fracaso de “obispos, superiores religiosos, sacerdotes y otros” en la Iglesia Católica a la hora de proteger a los niños de los “repugnantes crímenes” de abuso físico y sexual.

En una reunión con líderes civiles, culturales y religiosos en el Castillo de Dublín el 25 de agosto, el Papa dijo que sabía que la horrenda historia de abuso y su encubrimiento en Irlanda “ha causado indignación y sigue siendo una fuente de dolor y vergüenza para la comunidad católica”.

El papa Francisco se dirige a las autoridades políticas y civiles en el Castillo de Dublín. (CNS/Paul Haring)

“Yo mismo comparto esos sentimientos”, aseguró el Papa.

Partiendo de su texto preparado, el Papa Francisco dijo que su carta al pueblo de Dios el 20 de agosto incluía “compromiso, un compromiso mayor para eliminar este flagelo de la iglesia a cualquier costo”.

La ceremonia de bienvenida se celebró en la residencia presidencial en lugar del aeropuerto, donde el Papa lucía más bien decaído cuando descendió la escalerilla del avión. En el camino del aeropuerto a la ciudad se vio poca gente hasta llegar cerca del Castillo de Dublín, donde un grupo de adolescentes sostenía carteles de bienvenida, entre ellos uno que decía: “Amamos al Papa. Él nos da esperanza”.

Antes de dirigirse al castillo, el Papa Francisco hizo una parada en “Aras an Uachtarain”, la residencia del presidente irlandés, donde plantó un árbol, tal como lo hizo San Juan Pablo II en 1979. El roble del último Papa ahora es un árbol maduro, que ya da sombra. La oficina de prensa del Vaticano dijo que el Papa y el presidente Michael D. Higgins sostuvieron una conversación privada de unos 15 minutos.

Al recibir al Papa Francisco en el Castillo de Dublín, Leo Varadkar, el primer ministro o Taoiseach, de 39 años, reconoció cuánto había hecho la Iglesia Católica a lo largo de los siglos por el pueblo de Irlanda.

Pero también habló claramente de la manera en que tanto la iglesia como el estado irlandés fallaron a su gente, especialmente a los más vulnerables.

El papa Francisco saluda a Leo Varadkar, primer ministro irlandés. (CNS/Paul Haring)

“Los fracasos de la iglesia y el estado y la sociedad en general han creado una herencia amarga e incierta para muchos, dejando un legado de dolor y sufrimiento”, dijo Varadkar. “Es una historia de tristeza y vergüenza”.

“En lugar de la caridad, el perdón y la compasión cristianos, con demasiada frecuencia se imponía el juicio, la severidad y la crueldad, en particular hacia las mujeres, los niños y los marginados”, dijo, citando las lavanderías Magdalene, donde las mujeres consideradas promiscuas fueron obligadas a trabajar, el arreglo de adopciones ilegales para niños de madres solteras sin su consentimiento y el abuso sexual de niños por parte del clero.

“Todavía las heridas están abiertas y queda mucho por hacer para lograr justicia, verdad y curación para las víctimas y los sobrevivientes”, dijo antes de pedir al Papa que “use su puesto e influencia para asegurarse de que esto se haga aquí en Irlanda y en todo el mundo”.

Las “historias desgarradoras de Pennsylvania sobre crímenes brutales” contra niños detalladas en el informe del Gran Jurado a mediados de agosto y el encubrimiento que describió el informe “es una historia demasiado trágicamente familiar aquí en Irlanda”, dijo el primer ministro.

“Solo puede haber cero tolerancia para aquellos que abusan de niños inocentes o que facilitan ese abuso”, dijo. “Debemos asegurarnos ahora de que las palabras fluyan en las acciones. Sobre todo, Santo Padre, le pido que escuche a las víctimas”.

El Papa Francisco, respondiendo al mensaje del primer ministro, reconoció cómo miles de personas fueron maltratadas por sacerdotes y religiosos. “Espero que la gravedad de los escándalos de abuso, que han arrojado luz sobre los errores de muchos, sirva para enfatizar la importancia de la protección de los menores y adultos vulnerables por parte de la sociedad en su conjunto”.

El propósito principal del viaje del Papa del 25 al 26 de agosto fue sumarse a las celebraciones del Encuentro Mundial de las Familias auspiciado por el Vaticano. Esa mañana le dijo a los periodistas que viajaban en el avión con él desde Roma que ama pasar tiempo con las familias. También que estaba contento de “regresar a Irlanda después de 38 años. Estuve allí casi tres meses (en 1980) para practicar mi inglés”.

Dirigiéndose a los líderes irlandeses en el Castillo de Dublín, el Papa habló en italiano.

Irlanda ha visto grandes cambios desde que el entonces padre Jorge Mario Bergoglio estudió inglés allí. En 1995, los votantes aprobaron un referéndum para legalizar el divorcio; en 1998 se firmaron los acuerdos del Viernes Santo que trajeron la paz a Irlanda e Irlanda del Norte; el matrimonio homosexual fue aprobado en un referéndum en 2015; y el pasado mes de mayo, el 66% de los votantes irlandeses aprobó un referéndum para legalizar el aborto. Se espera que la legislación se firme en el otoño.

Aún así, dijo el Papa Francisco, los católicos han enriquecido al país con los valores de su fe y continuarán haciéndolo.

“Incluso en las horas más oscuras de Irlanda”, dijo, la gente “encontró en esa fe una fuente del coraje y el compromiso necesarios para forjar un futuro de libertad y dignidad, justicia y solidaridad”.

A medida que Irlanda se vuelve más diversa, el Papa dijo que esperaba que el país “no olvidara las fuerzas poderosas del mensaje cristiano que ha sostenido al país en el pasado y puede continuar haciéndolo en el futuro”.

Al agradecer a Irlanda por organizar el Encuentro Mundial de las Familias, el Papa dijo que la Iglesia Católica quiere “apoyar a las familias en sus esfuerzos por responder con fidelidad y alegría a la vocación que les fue dada por Dios en la sociedad”.

“Uno no necesita ser un profeta para percibir las dificultades que enfrentan nuestras familias en la sociedad en rápida evolución de hoy”, dijo el Papa Francisco, “o para estar preocupado por los efectos que la ruptura en el matrimonio y la vida familiar necesariamente traerá en todos los niveles para el futuro de nuestras comunidades”.

“Las familias son el pegamento de la sociedad”, dijo. “Su bienestar no se puede dar por sentado, sino que debe promoverse y protegerse por todos los medios apropiados”.