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El poema de San Francisco de Asís que inspira la encíclica ecológica del Papa, “Laudato si”

ROMA—. Sorprendió al mundo con su nombre y, apenas 3 dí­as después de su elección, explicó por qué habí­a elegido llamarse Francisco.

“Y así­, el nombre ha entrado en mi corazón: Francisco de Así­s. Para mí­ es el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y custodia la Creación; en este momento, también nosotros mantenemos con la creación una relación no tan buena, ¿no?”, dijo el papa el 16 de marzo de 2013.

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El cardenal Bergoglio no sólo tomó el nombre del santo de Así­s. Para la primera encí­clica escrita íntegramente por él y dedicada al medio ambiente, escogió como tí­tulo “Alabado seas”, las primeras palabras de “El cántico de las criaturas” de San Francisco de Así­s, a quien el papa considera un maestro en el cuidado de la Creación. Así­ lo explicó en la misa de inicio de pontificado.

Mosaico bizantino representando a Francisco y el feroz lobo de Gubbio, que aterrorizaba a dicha ciudad de la Umbría italiana y según la anécdota fue amansado por el santo con la señal de la cruz.

“Es custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el libro del Génesis y como nos muestra san Francisco de Así­s: es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos”, dijo el papa Francisco el 19 marzo, 2013.

San Francisco de Así­s escribió “El cántico de las criaturas” en la primavera de 1225, en dialecto de Umbria, cuando ya habí­a iniciado su camino de pobreza radical. Es una expresión de alabanza a Dios a través de las criaturas y puede decirse que es uno de los primeros documentos ecologistas.

En él, el santo de Así­s se refiere al “hermano sol”, el “hermano viento, la “hermana agua”, y la “hermana madre tierra”.

Su primera frase es “Alabado seas mi Señor, en todas tus criaturas”. Además, y como curiosidad, el cántico se considera el primer gran poema en lengua italiana.

La página de los misioneros franciscanos en Tierra Santa explica que “Francisco compuso el cántico del Hermano Sol, conocido también como Cántico de las Criaturas, mientras estaba convaleciente de su enfermedad en San Damián, siendo curado por Clara y las Hermanas Pobres. El cántico se divide en tres secciones: una alabanza a Dios por las criaturas (el sol, la luna, las estrellas, el viento, el agua, el fuego y la tierra); una alabanza por aquellos que perdonan por amor de Dios; y una oración de alabanza por la Hermana Muerte corporal. Sólo la primera parte se compuso en San Damián, mientras que la estrofa del perdón se compuso en el palacio arzobispal de Asís, donde estuvo Francisco convaleciente por un tiempo. La estrofa sobre la Hermana Muerte se compuso en la Porciúncula, poco tiempo antes de morir el santo el 3 de octubre de 1226”.

“EL CÁNTICO DE LAS CRIATURAS”
Altí­simo, omnipotente, buen Señor,
tuyas son las alabanzas,
la gloria y el honor y toda bendición.
A ti solo, Altí­simo, te corresponden
y ningún hombre es digno de pronunciar tu nombre.
Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas,
especialmente el señor hermano sol,
él es el dí­a y por él nos alumbras;
y es bello y radiante con gran esplendor:
de ti. Altí­simo, lleva significación.
Loado seas, mi Señor,
por la hermana luna y las estrellas:
en el cielo las has formado
claras y preciosas y bellas.
Loado seas, mi Señor, por el hermano viento,
y por el aire y el nublado y el sereno y todo tiempo,
por el cual a tus criaturas das sustento.
Loado seas, mi Señor, por la hermana agua,
que es muy útil y humilde y preciosa y casta.
Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual alumbras la noche:
y es bello y alegre y robusto y fuerte.
Loado seas, mi Señor,
por nuestra hermana la madre tierra,
que nos sustenta y gobierna
y produce distintos frutos
con flores de colores y hierbas.
Loado seas, mi Señor,
por los que perdonan por tu amor
y sufren enfermedad y tribulación.
Bienaventurados aquellos que las sufren en paz,
pues por ti, Altí­simo, coronados serán.
Loado seas, mi Señor,
por nuestra hermana la muerte corporal
de la cual ningún hombre vivo puede escapar.
¡Ay de aquellos que morirán en pecado mortal!
Bienaventurados
los que encontrará en tu santí­sima voluntad,
pues la muerte segunda no les hará mal.
Load y bendecid a mi Señor,
y dadle gracias y servidle con gran humildad.