Derecho y vida

El Señor del virus

Estoy escribiendo este artículo en el día que Jesús, en el evangelio de la misa, proclama que no viene para abolir la ley, “sino a darles plenitud” (Mt. 5,17-19). Entiendo que cuando Jesús se refiere en este pasaje a la “ley” está incluyendo también la ley natural. Por que Él tiene señorío sobre la naturaleza y sobre todas las cosas en nuestro universo. Por eso, yo diría que Jesucristo tiene dominio sobre todo tipo de virus, de los que este mundo tuvo y de los que pudiera tener.

En el evangelio del cuarto domingo de cuaresma, Jesús interpreta la razón detrás de un sufrimiento “para que en él se manifestaran las obras de Dios” (Jn. 9,1-41). De acuerdo con estos dos textos del evangelio, es posible entender que el Señor manifestará las obras buenas de Dios sobre la pandemia. Me gustaría citar aquí lo que dice San Pablo, “que todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios” (Rm. 8:28).

En este momento de tanta negatividad por la pandemia del coronavirus, quisiera buscar noticias positivas que pueden ser manifestaciones de las obras buenas de Dios. He visto cosas realmente hermosas motivadas por lo que es aparentemente un mal.

Diciendo lo obvio, con la cuarentena impuesta a todos, uno está obligado a limitar su actividad exterior. Pues, este es el momento propicio para crecer para adentro: reflexionar sobre prioridades personales y perfilar lo que es realmente importante en nuestra vida. La gravedad de la situación, por las consecuencias mortales que se ven a nivel mundial, nos facilita esta tarea. Estamos recibiendo un mensaje con la claridad del sol meridiano de que estamos en un mundo pasajero. Las víctimas nos ayudan a advertir lo que realmente es la situación contingente de la existencia humana.

Este tiempo también es muy adecuado para practicar y vivir las virtudes cristianas. Pienso en la virtud de fortaleza que necesitamos para seguir luchando y también pienso en la virtud de obediencia para seguir las indicaciones de nuestros líderes. No es fácil obedecer, y menos cuando nos quitan las cosas que nos gustan y necesitamos como los sacramentos y otras actividades eclesiales. Sin embargo, habrá que vivir las virtudes de la fe, esperanza, y caridad de otra manera de acuerdo con lo que nos exige el tiempo y las circunstancias en que vivimos.

He visto en las redes sociales que la pandemia ha sido un gran impulso para los que trabajamos en la Iglesia elevemos nuestro servicio a tono con la tecnología. ¡Cuántas misas, Via Crucis, rezos del Santo Rosario, bendiciones con el Santísimo, etc., televisadas en YouTube o Facebook! En esta tarea de llevar a otro nivel la labor pastoral para responder a las necesidades de los fieles, se ha planteado incluso la posibilidad de los sacramentos a distancia. Este es un tema complejo porque, por ejemplo, si se permitiera para la confesión, porque no hacerlo también con la Eucaristía.

Quisiera compartir este sueño de que algún día saldremos victoriosos sobre el virus, virtuosos en el tiempo de prueba, y más fuertes en la fe a Jesucristo todopoderoso y Señor nuestro. Él es Dios y Señor del virus, y el virus no tiene poder sobre Él.

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Mons. Jonas Achacoso es canonista y autor de “Due Process in Church Administration. Canonical Norms and Standards”, Pamplona 2018. Es Vicario Judicial Adjunto de la Diócesis de Brooklyn, juez del Tribunal de la Diócesis de Brooklyn, y Vicario parroquial de la iglesia Reina de los Ángeles, en Sunnyside, Queens; además de delegado de los Movimientos Eclesiales de la Diócesis de Brooklyn y Queens.  Su columna Derecho y vida puede leerse en la edición mensual de Nuestra Voz.