MIS QUERIDOS HERMANOS Y HERMANAS EN CRISTO: Recientemente nos ha llamado la atención el tema del suicidio y su problemático incremento en Estados Unidos. Anthony Bourdain, el famoso chef viajero y escritor, y Kate Spade, la conocida diseñadora de moda, se suicidaron durante la misma semana. Estas personas de alto perfil llamaron la atención sobre el aumento de la tasa de suicidios en los Estados Unidos.
Según las investigaciones, 45,000 estadounidenses se suicidaron en 2016, un aumento del 25 por ciento con respecto a 1999. A los expertos les preocupa que esta trayectoria refleje un colapso en los vínculos sociales así como la falta de comprensión de las personas suicidas y sus llamadas a veces indirectas de auxilio.
Primero, es importante que escuchemos a familiares, amigos y conocidos cuando hablen sobre quitarse la vida. Puede ser causado por depresión o enfermedad mental, o simplemente por frustración. Sin embargo, cada mención de suicidio se debe tomar muy en serio. Esto no es algo que podamos desestimar fácilmente. Estas declaraciones sobre el suicidio pueden ser una señal de advertencia o una llamada de ayuda. Esto es particularmente delicado cuando se trata de nuestros adolescentes. La creciente tasa de suicidio en la pubertad, que ha aumentado al menos en un 70 por ciento entre 2006 y 2016, es otro motivo de preocupación para nosotros. Parece que Internet y la disponibilidad de métodos para suicidarse han influido para que nuestros adolescentes deprimidos y con problemas se quiten la vida.
La posición de la Iglesia sobre el suicidio ha cambiado sin dudas a lo largo de los años, a medida que nuestra comprensión de los problemas que rodean al suicidio ha evolucionado. Hubo una época en la que a quienes se suicidaban se les negaba la Misa funeraria. En la última generación esto ha cambiado, al comprender que la mayoría de las personas que se suicidan no son competentes ni moralmente responsables. Desde una perspectiva de trabajo social, el suicidio fue catalogado en un momento como el máximo signo de enfermedad mental. Una vez más, las actitudes han cambiado recientemente a través del movimiento para el suicidio asistido o la elección personal o la libertad para terminar con la propia vida. Este nuevo método encontrado para acabar con la vida cuando se padece una enfermedad incurable o prolongada es algo que estamos enfrentando ahora.
El suicidio es indudablemente el método equivocado para resolver los problemas de la vida. La vida es un regalo de Dios y ninguno de nosotros tiene derecho a quitarnos nuestra propia vida ni a negar la continuación de la vida a otros, incluso si se considera un acto de misericordia. El amor de Dios va más allá de nuestras limitaciones humanas para afrontar la vida. El amor de Dios nunca nos falla, ni siquiera cuando alguien se siente impulsado a suicidarse. Lo más probable es que aquellos que contemplan el suicidio se encuentren en medio de una crisis espiritual. Esto a veces puede provenir de una negación de la vida eterna y la bondad de Dios, así como de su capacidad de recompensarnos por el bien que hemos hecho en nuestra vida, y de tratarnos misericordiosamente por cualquier pecado que hayamos cometido. Necesitamos entender la abundante misericordia de Dios, para que la opción del suicidio no se considere tan fácilmente. Más bien, es que el suicidio debe evitarse porque la misericordia de Dios nos ayudará a encontrar una solución a los problemas que enfrentamos si buscamos ayuda psicológica y espiritual.
En nuestro país existe afortunadamente una Red Nacional de Prevención del Suicidio (1-888-628-9454) y una línea para mensajes de texto durante crisis (741741), así como gran variedad de programas locales de asistencia para la prevención del suicidio. Más recientemente, Catholic Charities está intentando que nuestros profesionales de la salud mental y nuestros guías espirituales estén más al tanto de las circunstancias en las que las personas podrían considerar el suicidio para ayudarlas a conseguir el apoyo necesario. La vida es un viaje que nunca es claro, ni cuya duración nos es conocida. Está en las manos de Dios cuando el viaje de la vida termina y nos adentramos en el profundo misterio de la eternidad. Es Dios quien nos llama, no es algo que podamos adelantar por nuestra propia iniciativa. Por favor, únanse a mí para orar por aquellos que están contemplando el suicidio, para que obtengan el apoyo y la asistencia de aquellos que pueden ayudarlos a ver el valor eterno de la vida y encontrar otros medios para sobrellevar y enfrentar los problemas de la vida.