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El Papa Francisco decreta que la pena de muerte es “inadmisible”

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ROMA – Según el Catecismo de la Iglesia Católica, la pena de muerte no es ya admisible bajo ninguna circunstancia.

Este jueves la Santa Sede anunció que el papa Francisco ha aprobado cambios al Catecismo, un compendio de la doctrina católica publicado durante el pontificado del papa Juan Pablo II.

“La pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona”, es lo que dice ahora el Catecismo de la Iglesia Católica sobre la pena de muerte. Y el comunicado de la Santa Sede añade que la Iglesia “se compromete con determinación a su abolición en todo el mundo”.

Es una clara variación de lo que el texto aprobado por el papa Juan Pablo II en 1992 decía sobre este tema: “La enseñanza tradicional de la Iglesia no excluye, supuesta la plena comprobación de la identidad y de la responsabilidad del culpable, el recurso a la pena de muerte, si esta fuera el único camino posible para defender eficazmente del agresor injusto las vidas humanas”.

La redacción del Catecismo de 1992 estipula que “si medios incruentos bastan para proteger y defender del agresor la seguridad de las personas formula, a autoridad se limitará a esos medios, porque ellos corresponden mejor a las condiciones concretas del bien común y son más conformes con la dignidad de la persona humana”.

En 1997, se implementaron cambios en el Catecismo para reflejar lo que Evangelium Vitae, la encíclica del papa Juan Pablo II de 1995, afirmaba sobre el tema

En aquella adición se decía que es absolutamente necesario suprimir al reo “suceden muy rara vez, si es que ya en realidad se dan algunos”.

El comunicado hecho público por la Oficina de Prensa de la Santa Sede el jueves dice que el papa Francisco aprobó los nuevos cambios al párrafo 2267 del Catecismo el 11 de mayo de 2018, durante una reunión con el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal español Luis Ladaria.

En su nueva redacción, el Catecismo ahora afirma que “durante mucho tiempo el recurso a la pena de muerte por parte de la autoridad legítima, después de un debido proceso, fue considerado una respuesta apropiada a la gravedad de algunos delitos y un medio admisible, aunque extremo, para la tutela del bien común”.

Sin embargo, “hoy está cada vez más viva la conciencia de que la dignidad de la persona no se pierde ni siquiera después de haber cometido crímenes muy graves. Además, se ha extendido una nueva comprensión acerca del sentido de las sanciones penales por parte del Estado”.

“En fin, se han implementado sistemas de detención más eficaces, que garantizan la necesaria defensa de los ciudadanos, pero que, al mismo tiempo, no le quitan al reo la posibilidad de redimirse definitivamente”, dice ahora el Catecismo en la redacción aprobada por el papa Francisco.

Por esta razón, y “a la luz del Evangelio”, la Iglesia que hoy la pena de muerte es inadmisible.

Junto con la nueva redacción del número 2267 del Catecismo, el Vaticano hizo pública la carta del Cardenal Ladaria a los obispos.

En su carta, el Cardenal explica la decisión diciendo que fue el papa Francisco quien en el 25 aniversario de la promulgación del Catecismo había pedido que se reformulara la doctrina sobre la pena de muerte para “para recoger mejor el desarrollo de la doctrina que este punto”.

El pasado 11 de octubre, refiriéndose a la pena de muerte, el Papa aformó que la pena capital “menoscaba gravemente la dignidad humana” y “es una medida inhumana”.

“Es en sí misma contraria al Evangelio porque con ella se decide suprimir voluntariamente una vida humana, que es siempre sagrada a los ojos del Creador y de la que sólo Dios puede ser, en última instancia, su único juez y garante”, afirmó el Papa.

Por su parte, el Cardenal Ladaria señaló que la nueva formulación del Catecismo es “un auténtico desarrollo de la doctrina que no está en contradicción con las enseñanzas anteriores del Magisterio”.

Ladaria explica que la doctrina previa de la Iglesia sobre la pena de muerte puede explicarse “en un contexto social en el que las sanciones penales se entendían de manera diferente y acontecían en un ambiente en el cual era más difícil garantizar que el criminal no pudiera reiterar su crimen”.

Al explicar la nueva redacción en consonancia con el magisterio anterior, Ladaria usó citas de los dos predecesores inmediatos del papa Francisco. Primero dijo que la encíclica Evangelium vitae de Juan Pablo II es clave para este desarrollo de la doctrina. En ese documento, el papa polaco enumeró los signos de esperanza los signos de esperanza de una nueva civilización de la vida “la aversión cada vez más difundida en la opinión pública a la pena de muerte, incluso como instrumento de «legítima defensa» social”.

A los criminales, escribió Juan Pablo II, no se les debe no se le privar “definitivamente” de la posibilidad de redimirse. Fue ese documento, señala Ladaria en su carta, el que llevó a implementar el primer cambio en le Catecismo sobre este tema, al agregarse que los casos en que la pena de muerte está justificada “suceden muy rara vez, si es que ya en realidad se dan algunos”

Ladaria añade que el compromiso del papa Juan Pablo II con la abolición de la pena de muerte tuvo continuidad con el papa Benedicto XVI, quien llamó “la atención de los responsables de la sociedad sobre la necesidad de hacer todo lo posible para llegar a la eliminación de la pena capital”.

Al final de su carta de 10 ítems el Cardenal señala que la nueva formulación quiere ser un impulso para un compromiso firme “que se favorezca una mentalidad que reconozca la dignidad de cada vida humana y se creen las condiciones que permitan eliminar hoy la institución jurídica de la pena de muerte ahí donde todavía está en vigor”