Más de mil estudiantes de las escuelas católicas primarias de la Diócesis de Brooklyn, que abarca Brooklyn y Queens, se reunieron el pasado 11 de octubre en la Concatedral de San José para el Encuentro del Rosario (Rosary Rally). El rezo del Santo Rosario estuvo dirigido por monseñor Nicholas DiMarzio, Obispo de Brooklyn, como acostumbra a hacer cada año.
Monseñor Kieran Harrington, rector de la Concatedral de San José y Vicario para las Comunicaciones de la Diócesis de Brooklyn, dijo unas palabras de bienvenida a los niños presentes. Después de pedirles que levantaran la mano los chicos de diferentes naciones (Irlanda, Nigeria, Cuba, Italia, México, República Dominicana, etc.), monseñor Harrington les explicó que estábamos realmente en una iglesia católica, pues “católica” quiere decir “universal”.
Luego, señalando a los numerosos murales que adornan las cúpulas de la Concatedral con diferentes advocaciones de la Virgen María, el prelado explicó que esas diferentes advocaciones también representaban las diferentes nacionalidades que comparten la fe católica. Monseñor Harrington, quien es también presidente de DeSales Media, la compañía de comunicaciones de la Diócesis de Brooklyn de la que forma parte Nuestra Voz, dio la palabra al Obispo diocesano.
Monseñor DiMarzio habló a los niños de la historia y la importancia de rezar el Rosario. Les recordó también que este es el Año de las Vocaciones en nuestra diócesis, por lo que estamos llamados todos a rezar para que tengamos muchos jóvenes que respondan al llamado de Dios al sacerdocio o la vida religiosa. Se refirió también a la presencia del mal en el mundo, poniendo como ejemplo la reciente matanza ocurrida en Las Vegas, en la que perdieron la vida 59 personas, y explicó a los niños que la Virgen María, en sus apariciones, había pedido también a niños que rezaran el Santo Rosario para la conversión de los pecadores.
Dirigió entonces el rezo de los Misterios Gloriosos (la Resurrección de Jesucristo, la Ascensión del Señor a los Cielos, la venida del Espíritu Santo, la Asunción de la Virgen a los Cielos, y la Coronación de la Virgen en los Cielos). Al final, el Obispo salió hasta la puerta de la Concatedral para despedir personalmente a los niños que habían rezado con él.