Ésta es la segunda parte de una extensa entrevista que el padre Carlos María Galli concedió a Nuestra Voz.
El padre Carlos María Galli, de la arquidiócesis de Buenos Aires, visitó Nueva York el pasado mes de abril para ofrecer varias conferencias en la Universidad de Fordham. Es doctor en Teología y profesor de la Facultad de Teología de la UCA y del Instituto del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) en Bogotá, Colombia.
El padre Galli ha publicado cinco libros y ha editado más de treinta antologías y obras colectivas. Su libro másconocido es Dios vive en la ciudad. Hacia una nueva pastoral urbana a la luz de Aparecida y del proyecto misionero de Francisco.
El padre Galli es amigo cercano del Papa, conoce a fondo se pensamiento y su estilo. Responde a las preguntas con largos párrafos en los que cada palabra tiene su peso específico.
Jorge I Domínguez– López: Algunos comentaristas han dicho que la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Aparecida fue obra del Cardenal Jorge Bergoglio. Y que con su elección al papado, la Iglesia de América Latina pasa de ser un receptor del pensamiento católico europeo a ser la fuente de pensamiento de la Iglesia universal. ¿Qué Ud. opina de eso?
Padre Carlos María Galli: Bergoglio dio a Aparecida, y luego Aparecida aportó a Francisco. ¿Por qué? Porque en Aparecida Bergoglio fue presidente de la Comisión de Redacción, que estaba formada por ocho obispos. Los ayudamos ocho peritos . Yo fui nombrado perito teológico por el papa Benedicto en Aparecida, no por Bergoglio, por la Santa Sede. Pero trabajamos auscultando lo que decían las conferencias episcopales, lo que decían los miembros de la conferencia, lo que sentíamos como una necesidad en la iglesia latinoamericana, que era impulsar una iglesia radicalmente misionera, en conversión pastoral, para una misión continental permanente. Y eso tiene muchos aspectos en el documento conclusivo de Aparecida. Y Bergoglio lo encarna plenamente porque él fue el que condujo el proceso de discernimiento, diálogo y redacción. De modo tal que se puede decir que una de las raíces latinoamericanas de la figura del papa Francisco es su pertenencia a nuestra iglesia regional y al mismo tiempo su identificación con el proyecto misionero de Aparecida.
Que en su exhortación Evangelii Gaudium me encuentro muchos paralelismos entre Aparecida y su propuesta como papa para la Iglesia. Pero no es que él quiera imponer el modelo latinoamericano a todo el mundo, porque él habla de la inculturación permanentemente. Él quiere que cada iglesia local, en un continente, en un país, en una región, en una diócesis, busque su propia forma inculturada de ser iglesia en salida, misionera, en cada lugar y en cada tiempo, y de ese modo realizar la vocación a la que Dios nos llama, evitar un nuevo centralismo pastoral.
El Papa no va a marcar la agenda pastoral de cada diócesis, como dijo acá en los Estados Unidos, sino para tratar de asegurar ciertas líneas para la reforma y misión de la Iglesia en esta etapa de la historia.
JID: El Papa en Cuba es muchísimo más prudente en sus críticas al gobierno que en otros países, como México, por ejemplo. ¿Las cosas están tan bien en Cuba que no hay que criticar o las cosas están tan mal que no se pueden decir?
Padre Galli: Bueno, yo no he hablado con el Papa de esto pero considero que hay que ver la cuestión cubana como un proceso muy largo, donde se aplica algo que el Papa tiene en su espiritualidad y pedagogía, que es mejor dar un breve paso hacia delante que no dar muchos y retroceder después. Se debe actuar con prudencia pastoral y política. El proceso cubano el Papa lo ha seguido siempre. Ha escrito un libro hace casi 20 años.
JID: Cuando la visita de Juan Pablo…
Padre Galli: Él quedó muy impresionado con la frase de Juan Pablo, “que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba”. Y la Santa Sede ha tenido una política permanente en esto, que está muy sostenida en el rol de la Iglesia Católica cubana, y en los últimos años del Cardenal Ortega —que fue preso del régimen sin embargo, no tiene ningún revanchismo, y que actúa por el bien de su pueblo.
Si el Papa va a Cuba, va inserto en ese proceso pastoral y diplomático que han llevado adelante los demás pontífices. La novedad en todo caso podría ser el fuerte apoyo y la promoción del restablecimiento de relaciones entre los Estados Unidos y Cuba. Pero en lo que hace a Cuba, la Iglesia se va a manejar con mucha prudencia porque la Iglesia tiene mucha experiencia de que cuando eleva la voz en regímenes autoritarios quien lo paga luego es el pueblo, gente del pueblo común o bien gente común de la Iglesia. Entonces, uno puede decir palabras fuertes, pero luego uno toma el avión y se va y quien lo sufre es el que queda.
Entonces la Iglesia en eso es muy prudente. Ahora, ¿por qué en un país habla más fuerte y en otro parece que habla menos fuerte? Porque no sabemos lo que dice en privado. Aquí está todo el juego entre lo privado y lo público. Yo entiendo que los medios quieran escuchar a nivel público, pero que no se diga una cosa a nivel público no quiere decir que no se diga a nivel privado, que el Papa no diga cosas a nivel privado. Pero tal vez es parte de las condiciones pactadas para que pueda haber una visita. Por lo tanto, hay que cumplir las condiciones que el mismo anfitrión ha puesto. Y en ese sentido yo mi inclinaría —sin conocer, porque no he hablado con el Papa sobre este viaje— por la segunda variante que Ud. dice. No porque las cosas están bien y no hay nada que denunciar, sino porque están muy mal y denunciarlas puede afectar un poco el proceso que el Papa mira a largo plazo y que requiere colaboración de todas las partes.