El 7 de febrero marca el comienzo de la maravillosa celebración de la “Semana de escuelas católicas”. Al iniciar esta jornada, no puedo evitar hacer una pausa y estar inmensamente agradecido de poder celebrar las escuelas católicas este año. Nuestras academias católicas y escuelas parroquiales lucen diferentes al adaptarse a la “nueva normalidad”, pero siguen abiertas y reciben a los estudiantes en sus comunidades todos los días para ser partícipes del aprendizaje del amor de Jesús. Con todos los conflictos por los que tuvimos que atravesar el año pasado, hemos tenido la bendición de continuar la misión de la educación católica.
Para la Diócesis de Brooklyn, enero de 2021 también marcó el comienzo de la celebración del “Año de renovación para la educación católica” con el objetivo de fortalecer los pilares de la educación católica a través de nuestra fe. Considero apropiado que el tema de este año para la Semana de escuelas católicas sea: “Fe. Excelencia. Servicio”. Un año de renovación para la educación católica comienza con nuestra propia fe para orientar nuestras metas en la búsqueda de la excelencia dentro de nuestras academias católicas y escuelas parroquiales, lo que en definitiva nos permite servir mejor a los estudiantes y las familias. Durante la Semana de escuelas católicas, no solo celebraremos cómo cada escuela vive estos aspectos de la educación católica, sino que también comenzaremos a pensar en el potencial real para el crecimiento en cada uno de ellos.
La imagen de la Semana de escuelas católicas 2021 representa a la escuela no solo como un edificio que existe físicamente, sino como un grupo de individuos. Las academias católicas y las escuelas parroquiales son únicas en agrupar personas que desean compartir y participar en el amor de Cristo. Este año ha dado muestra de la inmensa dedicación de la administración, el claustro y el personal. Más que en cursos anteriores, este hemos sido testigos de que nuestras instituciones no pueden existir con sus infatigables esfuerzos. Asimismo, nuestras escuelas son simples edificios si no las rebosan la alegría de los estudiantes. Las familias que confían a sus hijos a nuestras academias católicas y escuelas parroquiales son fundamentales para llevar adelante la misión de la educación católica. La fe y el amor en Cristo que compartimos permiten que las academias católicas y las escuelas parroquiales sigan prosperando. Al trabajar para fortalecer este componente clave de la educación católica, estamos asegurando una base sólida para educar a las generaciones venideras. La fe es lo que nos impulsa a avanzar.
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El término excelencia muchas veces es sinónimo de éxito y distinción. Me enorgullece considerar la excelencia que presente en los académicos de nuestras academias católicas y escuelas parroquiales. Cada escuela cuenta con maestros que confían en el potencial de todos los estudiantes. Con bastante frecuencia las familias describen la calidad tangible de la comunidad al entrar a una de nuestras escuelas. Esta distinción es vital en el desarrollo de una comunidad centrada en Cristo. Es a través de esta creencia que nuestras escuelas no son solo instituciones académicas; son también comunidades que fomentan el crecimiento integral del estudiante. Los programas de arte, música, CTIM y atletismo son solo algunas de las áreas en las que se involucran los estudiantes. Al brindarles una amplia base de programas y experiencias, se están preparando para el mundo y pueden alcanzar su máximo potencial académica, espiritual y emocionalmente.
Nuestras academias católicas y escuelas parroquiales están educando a sus estudiantes para “ser el cambio” en el mundo. Muchas veces olvidamos que las lecciones más importantes no provienen de los libros de texto. Los estudiantes de las escuelas católicas experimentan de primera mano la importancia de la compasión y el servicio al prójimo. Cada vez que un estudiante participa en una campaña de caridad, un voluntariado o tiene una conversación centrada en Cristo, se está acercando a Dios. Las escuelas católicas forman a los estudiantes a través de sólidas enseñanzas morales. Por eso, nuestros estudiantes tienen más probabilidades de convertirse en personas que abracen la diversidad, se ofrezcan como voluntarios y tengan una mentalidad cívica. Al apoyar a nuestras escuelas católicas, estamos construyendo un futuro más brillante que, Dios mediante, reflejará los valores de nuestra fe católica.
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Mientras nos adentramos en este “Año de renovación para la educación católica”, piense en qué lo ha atraído a su comunidad escolar y las diferencias que se pueden sentir cuando ingresa al edificio. Considere a los maestros, la administración y el personal que han puesto tanto de su parte, en especial este curso, en compartir la misión de la educación católica. El papa Francisco dijo que la educación católica “se da cuenta de que, además de extenderse en el espacio, la responsabilidad moral del hombre de hoy se extiende también a través del tiempo y que las decisiones del presente tienen consecuencias en las generaciones futuras”. Invertir en un año de renovación, ya sea a través del tiempo, talento o bienes, es aceptar el entendimiento de que estamos trabajando para crear un futuro mejor. Garantiza que celebraremos nuestras academias católicas y escuelas parroquiales durante la Semana de escuelas católicas en los próximos años.
El Dr. Chadzutko es el Superintendente escolar de la Diócesis de Brooklyn.