HACE UNOS POCOS AÑOS se levantó una polémica cuando el papa Benedicto XVI dijo que ni el burro ni el buey eran mencionados en los evangelios. Muchos se sorprendieron ante esta noticia. “¿Por qué ahora nos dicen que no estaban acompañando al Niño? ¿Están cambiando nuestra fe?” Por supuesto que no voy a acusar al Papa, pero tampoco quitar la razón de estas protestas. Solamente pretendo traer un poco de luz a este tema.
El niño Jesús se entretenía, tras la lluvia, jugando en charquitos el agua. Con sus deditos en el barro modeló doce pajaritos. Era sábado cuando lo hacía, y muchos otros niños jugaban con él. Un judío que vio lo que Jesús hacía, fue corriendo a contarlo a su padre José:
—Mira, tu hijo está en el torrente, ha cogido barro y ha hecho con él doce pajaritos. Ha profanado pues el sábado.
José, al ver al niño le riñó, diciendo: —¿Por qué has hecho en sábado lo que no está permitido?
Pero Jesús, golpeando sus manos, gritó a los pajaritos: —¡Marchaos! Y los pájaros se fueron volando y trinando.
Esta escena, como muchas otras, fueron apareciendo en libros, mostrando hechos y circunstancias de la Sagrada Familia. Nunca se menciona la fuente de información. Pudo ser la tradición, la misma Virgen María, los habitantes de Nazaret, revelaciones en sueños o imaginación popular. Pero lo cierto es que esta información se unió a la ofrecida en los evangelios y el pueblo, sin distinguir su origen, les ha dado total muestra de fe.
Tratando de este tema, Benedicto XVI, hombre sabio, no niega la presencia del burro y el buey en el nacimiento, solamente dice que el Evangelio nos los menciona. Otras muchas cosas y detalles tampoco aparecen en los evangelios, como, por ejemplo:
Los nombres de los padres de María (Joaquín y Ana). La avanzada edad de san José, e incluso que había estado casado anteriormente. El número de los Reyes Magos (tres) y sus nombres: Melchor, Gaspar y Baltasar. La tradición del nacimiento de Jesús en una cueva, cuando se habla simplemente de un “establo”. La presencia del buey y la mula en el establo. La vara de san José que florece frente a la de otros pretendientes o considerar que san José era carpintero o albañil, cuando en el evangelio se dice que era “artesano”. La crucifixión de Pedro boca abajo.
De todos estos escritos las primeras comunidades cristianas solo aceptaron como inspirados los cuatro evangelios. Y así pasaron a formar parte de la lista del nuevo testamento. Son los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan.