“Tengo ganas de que pase esta plaga”. Éste es un clamor popular. La gente está cansada, aburrida y temerosa del coronavirus. Si les habla de plagas, saben de qué se trata. Pero, si mencionas otras plagas, las de Egipto, “el río convertido en barro, las ranas, los mosquitos, granizo, muerte de los primogénitos”, te responden con una sonrisa incrédula. No toman en serio estas páginas de la Biblia. Sin embargo, son parte del Texto Sagrado.
Las plagas entre Moisés y Faraón suscitan muchas preguntas. El lector moderno se cuestiona si sucedieron tal y como están escritos. ¿Se convirtieron las aguas en sangre? ¿Solo murieron los animales de los egipcios? ¿Fueron hechos milagrosos? ¿Realmente ocurrieron? Para contestar estas preguntas convendría tener en cuenta algunas aclaraciones:
1. No hubo periodistas con sus cámaras de televisión tomando imágenes de los acontecimientos. Han pasado casi 4000 años desde esos hechos. Exigir la misma evidencia con las pruebas visuales y auditivas de hoy es imposible. En aquellos tiempos no existían esas tecnologías.
2. Se conocen las plagas de Egipto por el Exodo. Sin embargo, desde el momento en que ocurrieron hasta que aparecen testimonios escritos sucedieron muchas cosas. En principio, no se conocía la escritura. Moisés vivió hacia el 1250 antes de Cristo. El escrito se finaliza después del cautiverio de Babilonia hacia el 550. Son más de 700 años. ¿Cómo pudieron mantenerse los recuerdos? Fue un período de transmisión oral. Por siglos, el pueblo judío hablaba de las plagas en la familia. En las reuniones se recordaban a sus héroes. En el culto se daba gracias a Yahvé, por estos actos liberadores.
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Así lo explica la Biblia:
Si tu hijo te pregunta: “¿Qué son estos preceptos que Yavé nos ha ordenado?” Usted deberá decir a su hijo: Éramos esclavos de Faraón en Egipto, y Yahvé nos sacó con su mano fuerte. Yahvé obró señales y prodigios grandes y terribles, Deut 6,20-22.
3. Las personas que durante siglos mantuvieron viva la memoria de las plagas eran creyentes apasionados de su Dios. Al recordar reiteradamente los eventos de las plagas, no pretendían ser historiadores modernos. Los interpretaban según su fe. Muy orgullosos proclamaban a Yahvé como su Libertador:
¿Ha habido algún dios, que haya venido a buscar una nación en medio de la otra, con pruebas, señales, prodigios…? Ante vuestra vista, Yahvé vuestro Dios ha hecho en Egipto, Dt 4,34.
4. El texto de las plagas pertenece al género épico, donde el pueblo judío es ensalzado y los egipcios castigados.
El granizo dañó todo el país de Egipto, pero no a los israelitas, Éxodo 10,5-6.
Abundan las simplificaciones:
En la muerte del ganado, todos de los egipcios murieron, ninguno de los israelitas, Éxodo 9,6.
Hay ampliaciones:
De las aguas del Nilo se pasa a sus canales, estanques, y sobre todos sus depósitos de aguas, y éstas se convertirán en sangre, Éxodo 7,19.
Y generalizaciones:
En Egipto morirán todos los primogénitos… y todos los primeros nacidos de los animales. Entre los hijos de Israel, no habrá la menor amenaza, ni para los hombres, ni para los animales, 11,5-6.
¿Qué ofrece la lectura de las plagas para que tengan un puesto en el Libro Sagrado? Los escritores resaltan el poder de Yahvé. Cuentan los hechos, no como historiadores modernos, sino como teólogos. En ellas se reconoce la fe milenaria en Yahvé. Se proclama su presencia en medio del pueblo. Su Dios no tiene iguales.
Las plagas es sobre todo la creencia de un Libertador para quien nada es imposible. Es la perfecta imagen de Jesús Salvador.
¿Ve usted en las Plagas su sentido religioso y liberador?