GINEBRA, SUIZA—. Vivir la fe cristiana requiere la renuncia al individualismo, incluidas las preferencias particulares de un partido, a cambio de un compromiso total con Jesucristo, dijo el Papa Francisco este jueves 21 de junio.
Con esa advertencia, Francisco inició una peregrinación ecuménica de un día a Ginebra, Suiza, para conmemorar el 70 aniversario del Consejo Mundial de Iglesias (CMI). A su llegada, el pontífice fue recibido por guardias suizos uniformados, el único lugar fuera del Vaticano que esto ocurre.
Desde su fundación en 1948, el CMI ha estado en el centro del impulso por la unidad de los cristianos, un empeño del que el papa Francisco es un gran impulsor no solo durante los cinco años de su papado, sino que se remonta a su época como sacerdote y obispo en Argentina, donde predicaría a miles de católicos y protestantes por igual en el estadio Luna Park de Buenos Aires.
Al ofrecer una reflexión sobre la carta de San Pablo a los Gálatas, Francisco dijo que la vida cristiana requiere sacrificio, porque exige que los intereses personales, como los vínculos étnicos o las preferencias partidistas, no sean centrales en la identidad del individuo.
“Elegir pertenecer a Jesús antes de pertenecer a Apolos o Cefas, pertenecer a Cristo antes de ser ‘judío o griego’, pertenecer al Señor antes de identificarse con la derecha o la izquierda, elegir, en nombre del Evangelio, a nuestro hermano o nuestra hermana sobre nosotros … a los ojos del mundo, esto a menudo significa operar con pérdidas”, dijo.
Desde que anunció por primera vez que visitaría el CMI, Francisco ha insistido en que está de visita como pastor y no como jefe de estado, en apoyo del objetivo del CMI de “buscar la unidad visible en una sola fe y una confraternidad eucarística”.
Hoy, el CMI representa a más de 560 millones de cristianos de casi 350 iglesias miembros. La Iglesia Católica Romana no forma parte de esta membresía, pero coopera con el CMI en muchos frentes.
En un servicio de oración inaugural en el Centro Ecuménico del CMI, Francisco exploró lo que significa para los cristianos de diferentes trasfondos y confesiones “caminar en el Espíritu”.
Para el Papa, caminar no es una actividad en solitario, sino que requiere una conciencia y una preocupación por los compañeros de viaje.
“Caminar, en una palabra, exige conversión constante”, insistió, y señaló que Jesucristo dio el mejor ejemplo de esto, convirtiéndose en un “caminante y un invitado en medio de nosotros”.
Seguir el espíritu, continuó, requiere un rechazo de lo mundano mediante una denuncia del materialismo.
El Papa habló después de las oraciones por el arrepentimiento, la reconciliación y la unidad. Y aunque no lo mencionó explícitamente, siguió abundando sobre temas similares a lo que, en ocasiones anteriores, ha calificado como la “cultura del descarte”, una crítica que abarca todo de la cultura moderna definida por el despilfarro y la codicia.
“La sed de cosas materiales no nos deja ver a nuestros compañeros de camino, y la indiferencia prevalece en las calles del mundo de hoy”, dijo Francisco. “Impulsados por nuestros instintos, nos convertimos en esclavos del consumismo desenfrenado… otras personas, especialmente aquellos que no pueden caminar solos, como los niños y los ancianos, se convierten en lastres que son echados a un lado. Entonces, la creación no tiene otro propósito que el de suplir nuestras necesidades”.
Al abrazar una identidad en Cristo más que por las cosas materiales de este mundo, reflexionó el Papa, el proyecto de ecumenismo se vuelve mucho más concebible.
“¡Qué difícil es vencer los resentimientos y fomentar la comunión! Qué difícil es dejar atrás desacuerdos centenarios y recriminaciones mutuas”, dijo, señalando que este es el legado de Judas que traicionó a Cristo y no actuó con la mentalidad de un verdadero apóstol.
“Nuestras diferencias no deben ser excusas. Incluso ahora podemos caminar en el Espíritu: podemos orar, evangelizar y servir juntos”, instó.
Si bien la Iglesia Católica Romana nunca ha sido miembro formal del CMI, ha participado en numerosas iniciativas conjuntas a lo largo de los años, incluida la representación permanente en su Comisión de Fe y Constitución. Tanto el Papa Pablo VI como San Juan Pablo II visitaron el CMI durante viajes papales anteriores a Suiza, pero ninguno le ha dado el respaldo al CMI en la forma en que lo ha hecho el actual pontífice.
Después de aterrizar en Ginebra, el Papa se reunió con el presidente de la Confederación Suiza, Alain Berset, donde le entregó un grabado que representa al primer comandante de la Guardia Suiza.
A los 46 años, Berset es el presidente más joven del país en un lapso de más de 75 años. Teniendo en cuenta su experiencia en desarrollo económico y migración, los dos probablemente discutieron temas clave para ambos líderes.
Tras el servicio de oración ecuménica, el papa Francisco se unió a los líderes religiosos de todo el mundo para almorzar antes de pronunciar un discurso formal en el que se esbozó su visión para la unidad de los cristianos.
Más tarde celebró la misa ante una multitud de al menos 40,000 personas.
Al cerrar sus comentarios de la mañana, Francisco emitió un llamado explícito para que los objetivos compartidos de la unidad del cristianismo se hagan realidad:
“Nuestra falta de unidad es, de hecho, ‘abiertamente contraria a la voluntad de Cristo, pero también es un escándalo para el mundo y daña la más santa de las causas: la predicación del Evangelio a toda criatura’, dijo, citando a Unitatis Redintegratio, el documento de 1964 del Concilio Vaticano II dedicado al ecumenismo.
“El Señor nos pide unidad; nuestro mundo, desgarrado por demasiadas divisiones que afectan a los más vulnerables, te lo suplica”, dijo el papa Francisco.
“En él, veremos que, a pesar de todos nuestros fracasos, nada nos separará jamás de su amor”, concluyó.
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Este artículo fue originalmente publicado en inglés en Crux. Christopher White, reportero de Crux y Corresponsal Nacional de The Tablet es parte del equipo de periodistas que acompañan al Papa Francisco en Ginebra. Síguelo en Twitter @ CWWhite212