Las medidas preventivas a causa de la pandemia pusieron freno a la participación masiva el pasado 12 de diciembre a la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe. No obstante, los feligreses que pudieron asistir a la Concatedral de San José hicieron que pareciera una multitud, irradiando alegría y alabanza por la Madre de Jesús.
Los 220 fieles también rindieron un cariñoso homenaje al difunto padre Jorge Ortiz-Garay —quien fuera director del Apostolado Mexicano de la Diócesis de Brooklyn— fallecido en marzo a causa del COVID-19.
El padre Ortiz-Garay, querido párroco de la iglesia de Santa Brígida, en Bushwick, era el responsable de organizar año tras año esta fiesta, que se realiza para conmemorar la aparición de la Santísima Virgen María ante el indígena Juan Diego en el cerro del Tepeyac, México.
Los padres del sacerdote y algunos de sus hermanos viajaron desde su México natal para asistir a la celebración. Los miembros de la familia lloraron mientras escucharon a los mariachi entonar una canción escrita al padre Ortiz-Garay; el primer sacerdote católico en los Estados Unidos en morir de COVID-19. Uno de sus hermanos, Edgar, dijo que se sentía extraño estando en Brooklyn, mientras su hermano estaba enterrado en México.
“Pero venir hasta aquí es un honor para mi familia y para mi hermano”, dijo con evidente emoción en su voz. “Estoy muy feliz”.
Su hermana Irais agregó: “Mi hermano era un hombre grande, un hermano mayor. Primero, es mi hermano, y luego es el sacerdote. Es alguien a quien amar porque es un buen hombre”.
Durante la celebración, laicos del Apostolado Mexicano se acercaron a la familia del padre Ortiz-Garay que estaba sentada en uno de los primeros bancos. Cada miembro, vestido de negro y con sus camisetas blancas en honor al sacerdote, llevaba una rosa blanca.
Una a una, las fueron entregando a la familia, hasta hacer dos enormes ramos en los brazos de Jorge y Estella, los padres del sacerdote.
Como director del Apostolado Mexicano, uno de los trabajos del padre Ortiz-Garay era organizar las celebraciones de la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe.
El obispo Nicholas DiMarzio elogió su misión de atraer a los jóvenes de la diócesis a las celebraciones, incluidos los Guadalupanos. Asisten regularmente a las celebraciones festivas en la Concatedral cerca del centro de Brooklyn y luego regresan a pie a sus parroquias donde siguen la fiesta.
“Él entendió lo que se necesitaba hacer”, dijo Mons. DiMarzio. “Organizó el apostolado para que en cada parroquia donde hay mexicanos hubiera un grupo Guadalupano. Tenemos representantes de cada grupo aquí para que puedan dar testimonio de lo que significa estar comprometido en la vida de la iglesia”.
“Sentimos mucho que Dios se lo haya llevado”, añadió. “Pero creo que él nos está ayudando, desde su lugar con el Señor, a mantener el apostolado mexicano. Tenemos muchísimos jóvenes”.
Por lo general, los grupos Guadalupanos portan una antorcha, cada una encendida por el obispo DiMarzio en la Catedral. Este año, sin embargo, esa tradición fue suspendida como otra medida preventiva del COVID-19.
La celebración de la Eucaristía fue precedida por actuaciones de mariachi y bailes folclóricos, incluido un grupo de danza tradicional azteca.
La misa fue celebrada por Mons. Nicholas DiMarzio y el obispo auxiliar Octavio Cisneros, quien predicó la homilía.
Aunque la fiesta de este año no contó con la tradicional peregrinación de los Guadalupanos, el obispo DiMarzio encendió una antorcha para representar a todas las parroquias. La antorcha fue entregada a Patricio, el sobrino de 13 años del padre Ortiz-Garay, quien la levantó en alto para toda la diócesis.
El padre Baltazar Sánchez-Alonzo, quien se convirtió en el nuevo responsable del Apostolado Mexicano, dijo que estaba “un poco asustado” de ocupar su puesto. Aún así, se armó de valor gracias a los recuerdos de su amistad con el padre Ortiz-Garay.
“De alguna manera creo que nos está acompañando”, dijo el padre Sánchez-Alonzo. “Llevo su rosario conmigo, por eso siento su presencia con nosotros y conmigo, especialmente liderando esta experiencia. Creo que está feliz, mirando desde el cielo los frutos de su esfuerzo”.
El padre Joseph Dutan sirvió con el padre Ortiz-Garay en la iglesia de Santa Brígida. Dijo que el padre Sánchez-Alonzo sabrá darle continuidad al apostolado del padre Ortiz-Garay, y un buen ejemplo de ello fue la celebración del día de la fiesta.
“Pero hoy fue aún más especial verlos a todos aquí”, expresó el padre Dutan. “Sé que este año la asistencia fue demasiado reducida. Solíamos tener la parroquia repleta. Pero sentimos la presencia del padre Jorge en las sonrisas de todos los rostros, aunque también vimos la tristeza porque perdieron a un ser querido. Perdieron a su líder. Pero también vimos esperanza en ellos. A pesar de las lágrimas, vimos que hay esperanza”.