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DUBLIN—. El cardenal Blase Cupich, arzobispo de Chicago, ofreció durante el Encuentro Mundial de las Familias en Irlanda una poderosa admisión de que los líderes de la Iglesia “no pueden pretender ejercer su magisterio” en asuntos como la familia y el amor sin reconocer el escándalo del abuso sexual clerical que se cierne cada vez más sobre la Iglesia Católica mundial.
“Mientras la Iglesia en los Estados Unidos y en otros lugares se ve sacudida por el escándalo, las palabras pena, vergüenza, desgracia y disgusto ni siquiera expresan la indignación que siente nuestra gente. Y con toda razón”, reconoció.
La intervención del Cardenal Cupich tuvo lugar durante un Congreso Pastoral en el marco del Encuentro Mundial de Familias patrocinado por el Vaticano en Dublín, Irlanda, que culminó con la visita del Papa Francisco durante el último fin de semana de agosto.
“Estas palabras describen la angustia que se apodera de sus corazones, pero nunca puede capturar la realidad del sufrimiento soportado por las víctimas de abuso sexual al que se añade la incomprensible realidad de las lamentables respuestas de los obispos que no las protegieron”, continuó el Cardenal Cupich.
El arzobispo de Chicago moderó una mesa redonda sobre “La dignidad y la belleza del amor sexual: Un nuevo lenguaje para expresar antiguas verdades”, en la que participaron cinco hombres y mujeres laicos para reflexionar sobre las formas en que la exhortación “Amoris Laetitia” puede inyectar nueva energía e innovación en la manera en que la Iglesia comunica su enseñanza sobre el matrimonio y la vida familiar.
Antes de ahondar en el tema en cuestión, el Cardenal Cupich ofreció un acto público de contrición por las acciones de los líderes de la Iglesia que no solo no han defendido las propias enseñanzas de la Iglesia, sino que atrozmente, y algunas veces criminalmente, han abandonado su rebaño.
El informe presentado por un Gran Jurado de Pensilvania, apenas una semana antes del encuentro mundial en Irlanda, desenmascarando a más de 300 sacerdotes abusadores y sus más de 1,000 víctimas durante un período de 70 años, ha devastado a los católicos en los Estados Unidos.
Si a esto sumamos las revelaciones a principio del verano de la conducta del excardenal Theodore McCarrick, sobre quien pesan acusaciones creíbles de abuso sexual —lo que llevó que el Papa Francisco aceptara su renuncia al Colegio de Cardenales—, la Iglesia estadounidense enfrenta su mayor crisis desde el escándalo de abuso sexual de 2002.
En su intervención, el cardenal Cupich apoyó la indignación de muchos católicos estadounidenses, señalando que su enojo representa “la agitación de la conciencia de las personas escandalizadas por la terrible realidad de que muchos de los hombres que prometieron proteger a sus hijos y fortalecer su fe han sido responsable de herir a ambos”.
Continuó condenando la “hipocresía de tantos hombres que dijeron predicar el evangelio mientras lo despreciaban irresponsablemente en sus vidas personales, convenciéndose de que eran privilegiados y protegidos para los que existe un estándar de conducta diferente”.
El cardenal Cupich, uno de los principales aliados del Papa Francisco en la Iglesia de Estados Unidos y miembro de la influyente Congregación para los Obispos del Vaticano, dijo que como miembro del clero, él y sus hermanos obispos y sacerdotes deben dar testimonio de la enseñanza de la Iglesia en sus propias vidas antes de predicarla a otros.
“Me doy cuenta de que a medida que extraemos las maravillosas profundidades de la palabra de Dios, mis hermanos sacerdotes y yo debemos poner nuestro corazón en ellas”, sostuvo.
“Si cada uno de nosotros no da testimonio de la verdad de la persona humana como un ser en relación en nuestras propias vidas, sobre la dignidad fundamental de cada uno de nosotros como hijos de Dios, entonces no podemos pretender enseñar nada”, dijo.
A raíz de las turbulentas noticias relacionadas con el abuso sexual de este verano en la Iglesia de los EE.UU., el cardenal ha pedido reformas y un mecanismo de rendición de cuentas estricto para los clérigos, así como nuevas iniciativas lideradas por los laicos.
La semana pasada, el cardenal Cupich publicó una carta a nombre de la arquidiócesis de Chicago en la que respaldaba los pasos dados por los líderes de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB) para investigar más a fondo las acusaciones de McCarrick y sus posibles encubrimientos, incluida una investigación del Vaticano y una revisión de las políticas de la USCCB sobre abuso sexual para que los obispos no estén exentos de responsabilidad.
“Ira, conmoción, pena, vergüenza”, concluyó el Cardenal Cupich. “Hay otra palabra que los obispos debemos incluir en nuestro vocabulario: ‘Compromiso’. Debemos comprometernos a enfrentar nuestros fracasos y exigirnos cuentas unos a otros”.
“Debemos comprometernos a ser transparentes acerca de lo que hemos hecho, lo que no hemos podido hacer y lo que nos queda por hacer. Debemos comprometernos a vivir a la luz de la humildad, del arrepentimiento, de la honestidad, la luz de Cristo”.
*Este artículo fue publicado originalmente en inglés en Crux, con el título Church can’t teach family and love without facing abuse scandals, Cardinal says. Para leerlo haga clic en el enlace
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Christopher White es corresponsal nacional de Crux y The Tablet. Tiene una Maestría en Ética y Sociedad de la Universidad de Fordham y un B.A. en Política, Filosofía y Economía de The King’s College. Es exdirector de Catholic Voices USA y sus artículos han aparecido en The Wall Street Journal, USA Today, Washington Post, Philadelphia Inquirer, Forbes, New York Daily News, International Business Times, The American Interest, First Things y Human Life Review, entre muchas otras publicaciones impresas y en línea. Síguelo en Twitter en @ CWWhite212