Derecho y vida

La belleza y esperanza de los movimientos eclesiales

ME ESTÁ FASCINANDO mucho mi nueva función como Delegado de los Movimientos Eclesiales de la Diócesis de Brooklyn y Queens. Por eso, mi propósito en relación con este trabajo, a penas se estrene el nuevo año, es poner todas mis capacidades al servicio de estas instituciones de la iglesia.

Los Movimientos Eclesiales son asociaciones compuestos por los fieles que configuran su vida y misión en la Iglesia según el carisma de su fundador. Hay que decir que toda la Iglesia misma es un movimiento. Es propio de un ente vivo el movimiento, de lo contrario sería un organismo muerto. En nuestra Iglesia son estas asociaciones las que dan signos de vida visiblemente ahora, alentando la tibieza, muchas veces indiferente, con las experiencias de la fe y la misión de sus miembros. He visto que muchos católicos devotos a la misa diaria y la confesión frecuente, están asociados de alguna manera a alguno de estos movimientos. Que son también los que generan más vocaciones en medio de una sequía o escasez vocacional. Por eso, no cabe duda de que los movimientos muestran la belleza y la esperanza de la Iglesia de nuestros días.

En 1986 —contestando a la pregunta del periodista Vitorio Messori— el entonces cardenal Joseph Ratzinger describía estos movimientos eclesiales con los que estaba emergiendo una nueva realidad, una nueva generación en la Iglesia, admitiendo que estaba vigilando esta nueva realidad con gran esperanza. Prosigue diciendo que la Iglesia debería tener siempre la puerta abierta, y dar el espacio para su vida y misión en ella (cfr. J. RATZINGER-V. MESSORI, The Ratzinger Report, San Francisco 1986). Después de ser elegido como sucesor de Pedro, ya como Benedicto XVI, sigue elogiando esta nueva realidad y espera el pleno despliegue de su potencialidad.

El Papa San Juan Pablo II, en numerosos ocasiones, resalta que los movimientos eclesiales surgiendo entorno al Vaticano II son la respuesta dada por el Espíritu Santo. Él subraya que es una respuesta providencial. Él ve en los movimientos una fuerza renovadora que refuerza el cometido de los laicos a vivir su identidad bautismal y desarrollar su misión en la Iglesia y en el mundo actual (cfr. JUAN PABLO II, Mensaje, 30 Mayo 1998, no. 4).

A su vez, el Papa Francisco sigue el visto bueno de sus predecesores. De hecho, considerando a los movimientos eclesiales “una riqueza de la Iglesia que el Espíritu suscita para evangelizar”. El Papa da un paso más, exhortando a que “es muy sano que no pierdan el contacto con esa realidad tan rica de la parroquia del lugar, y que se integren gustosamente en la pastoral orgánica de la Iglesia particular”. Porque si los movimientos miran exclusivamente hacia sus respectivos grupos y se olvidan de las estructuras de la Iglesia, se convertirán en “nómadas sin raíces” (PAPA FRANCISCO, Evangelii Gaudium, n. 29).

He aquí el reto de mi oficio: ser mediador de la integración de los movimientos eclesiales en la parroquia y que estas también den cabida a las potencialidades de estos nuevos brotes en la Iglesia.

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Mons. Jonas Achacoso es Vicario Judicial Adjunto de la Diócesis de Brooklyn, juez del Tribunal de la Diócesis de Brooklyn, y Vicario parroquial de la iglesia Reina de los Ángeles, en Sunnyside, Queens. Ahora también delegado de los Movimientos Eclesiales de la Diócesis de Brooklyn y Queens.  Su columna Derecho y vida puede leerse en la edición mensual de Nuestra Voz.