Biblia

La Biblia no miente

“LA BIBLIA ESTÁ LLENA DE MENTIRAS”, dicen. Lo que a muchos nos parece una blasfemia, otros lo afirman con seguridad. Será lógico ver las razones que les han llevado a esta conclusión. La mejor manera de hacerlo es ver qué nos dice la Biblia. Dadas las limitaciones del artículo solo se mencionan unos ejemplos.

En el primer libro de la Biblia, el Génesis, se lee: Dijo Dios: «Haya una bóveda en medio de las aguas, para que separe unas aguas de las otras» “. La bóveda a la que se refiere es el firmamento, concebido como una gran carpa o toldo, que separa “las aguas de debajo de las aguas de arriba”. Hoy cualquier muchacho de escuela primaria sabe que las aguas vienen de las nubes, que no existe ni tal carpa ni la separación de las aguas.

Se dice también en el Génesis: “Dijo Dios: «Haya luz», y hubo luz. Atardeció y amaneció: fue el día Primero”. Sin embargo, también nos dice que después, el día cuarto, hizo dos luceros (el Sol y la Luna). ¿Cómo puede haber luz en el día primero si no existía el Sol?

Estos dos ejemplos, leídos literalmente, pudieran ir contra la ciencia de hoy día. Pero, ¿tenemos que fijarnos literalmente en las palabras o saber lo que quiso decir el autor?

Veamos todo este capítulo sobre la creación. Su autor fue un levita, sacerdote judío. Quería presentar varias verdades religiosas: Dios, Creador. Palabra de Dios. Santidad del Sábado. Para ello compone un bello poema que responde a la angustiosa pregunta de quién hizo el mundo.

De forma ingeniosa nos lo presenta en siete etapas o días. Curiosamente los tres primeros días son de separación: luz de las tinieblas (primero), aguas de arriba y de abajo (segundo), continentes y mares (tercero). Los tres días siguientes son de ornamentación o dones al mundo: luces o candeleros (cuarto), animales, aves y peces (quinto), árboles, hierbas y el ser humano (sexto).

El día séptimo es un día especial. Hay que recordar que el número siete significa plenitud o perfección. Lógicamente ese día es importante. Es el día dedicado al Señor. Es el ‘Sabat’ judío, día de descanso y de consagración a Dios. Así lo describe la Biblia: “El Séptimo día Dios descansó”. El sacerdote pretendió dar una sencilla explicación religiosa y no una clase de astronomía. Habla sobre el universo con el conocimiento de su tiempo.

Veamos otro ejemplo. El profeta Isaías vivió en el siglo VIII, escribe un libro en cuya segunda parte se presenta la vida del pueblo judío en el siglo VI. Entre la primera parte del libro y la segunda hay una separación de más de 150 años. ¿Miente la Biblia? ¿Cómo puede atribuir todo el libro a la misma persona?

La explicación de esta aparente incongruencia es bien sencilla. El profeta fue una gran figura, cuyo prestigio sobrevivió por siglos. No es sorprendente que algunos de sus discípulos y admiradores recogieran sus escritos y los juntaran con textos de época posterior, formaran un libro y lo atribuyeran a Isaías.

La Biblia no miente. Fue redactada para expresar el amor de Dios y escrita por unos hombres con las limitaciones de su época. Contiene unos géneros literarios, que requieren una cuidadosa lectura.