¡NO PUEDE SER DEL LIBRO SANTO!”, decía una señora. Le habían comentado que la Biblia dedica una canción a una ramera (prostituta). Ella lo negaba, pero su compañera insistía que era verdad. Una propugnaba por la santidad del texto. La otra por la realidad del escrito. ¿Quién tenía razón? Yo quise enterarme, y en el libro de Isaías encuentro el siguiente texto: A Tiro le pasará lo mismo que a la prostituta de la canción: Toma la guitarra y recorre la ciudad, prostituta olvidada, toca lo mejor que puedas. Puede ser que con tus canciones se vuelvan a acordar de ti. Después de los setenta años, Yahveh se interesará de nuevo por Tiro, quien volverá a cobrar su salario de prostituta.
Usted puede buscar en su Biblia estas palabras. No hay vuelta de hoja, son auténticas. Pero, ¿qué quiso decirnos el profeta con esa figura tan cuestionable? Solo esperamos de él palabras santas, como mensajero de Dios.
Isaías con frases dramáticas describe la destrucción de las ciudades Tiro y Sidón. Las dos eran importantes puertos de Fenicia, situadas en la costa norte de Palestina. Durante siglos fueron famosas por sus barcos que transportaban el trigo de Egipto por todo el Mar Mediterráneo. Su comercio marítimo llegaba incluso a España. En el año 701 el emperador Senaquerib arrasó la ciudad de Tiro.
Isaías, de modo figurado, introduce el poema de la prostituta. Babilonia destruyó Tiro. En ruinas quedó durante 70 años. Al final de este tiempo, la ciudad recobraría su puesto de líder en el comercio marítimo.
El profeta ve el retorno de la ciudad a su gloria como el de una prostituta abandonada, que vuelve a su negocio celebrando por las calles su canción favorita, la copla de “la prostituta olvidada”: Toma la guitarra y recorre la ciudad, prostituta abandonada, toca lo mejor que puedas. Puede ser que con tus canciones se vuelvan a acordar de ti”.
La prostituta es un buen símbolo de Tiro, donde todo lo hace por dinero.
Isaías dice que Tiro se levantará de nuevo como una antigua ramera obligada a volver a su negocio por el hambre, cantando para atraer a sus amantes. Ella se prostituirá vendiendo su mercancía a quien quiera pagar por ella. Después de 70 años de ruina de la ciudad, los beneficios de su trabajo irán a los que temen al Señor.
El hecho de que sus ganancias se aparten para el Señor va en contra de la ley del Pentateuco que dice: No llevarás a la casa de Yahveh, tu Dios, regalo de prostitutas, porque ambas cosas son abominables a los ojos de Yahveh. Las ganancias de una prostituta no pueden ser dadas como ofrenda al Templo.
Jesús visitó estas tierras cuando iba en dirección a las ciudades de Tiro y Sidón. Allí conocería a la mujer cananea, que le suplicó: “¡Señor, hijo de David, ten compasión de mí! Mi hija está atormentada por un demonio”. Tras un breve intercambio de palabras, Jesús le dijo: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla tu deseo”. Y en aquel momento quedó sana su hija.
¿Conocía usted la canción de la prostituta olvidada? ¿Qué me dice a mí esta historia?