Monseñor José Octavio Ruiz Arenas, secretario del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, visitó nuestra diócesis en octubre pasado. Antes de ser llamado a Roma, fue obispo auxiliar de Bogotá y el primer Arzobispo de Villavicencio.
Nuestra Voz habló con él sobre el Pontificio Consejo del que es secretario y sobre las visitas pastorales del papa Francisco en enero próximo.
Nuestra Voz: ¿De qué se trata el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización?
Monseñor José Octavio Ruiz Arenas: Este es un Consejo que el papa Benedicto XVI creó para darle continuidad a esa invitación que había hecho San Juan Pablo II de hacer una nueva evangelización, es decir, de volver a dar un impulso de dinamismo muy misionero. No se trata de volver a evangelizar, sino de retomar el mismo espíritu y el entusiasmo con que lo hicieron los primeros discípulos que también tuvieron que enfrentarse a muchas dificultades que les presentaba la sociedad.
N.V.: ¿A qué se refiere la Nueva Evangelización?
M.J.O.R.A.: Hay que responder a los nuevos desafíos, pero lo importante es el espíritu con que se debe evangelizar porque no podemos olvidar que la Evangelización es una obra de Dios: Él es el que nos llama. Nosotros —seamos sacerdotes o laicos que evangelizamos— somos instrumentos del Espíritu Santo y no tenemos esa conciencia que se queda en una simple cuestión técnica como si fuera una obra nuestra.
N.V.: ¿Cuáles son esos nuevos desafíos en la Evangelización?
M.J.O.R.A.: Nos encontramos en una situación de secularismo, que es tratar de vivir como si Dios no existiera, olvidando los valores del Evangelio, olvidando que hemos recibido el bautismo y que tenemos que responder a él. Por otra parte, el desafío que tenemos de la indiferencia religiosa generalizada, también el que muchos católicos abandonan la Iglesia para ir a buscar a Dios en otras confesiones y todo eso nos tiene que hacer pensar en qué está fallando la Iglesia. Entonces la Nueva Evangelización busca responder a ese desafío. Los jóvenes sobre todo están en un continente que podríamos decir digital, tenemos que conocer sus lenguajes, tratar de ver cómo los evangelizamos donde ellos se encuentran que es precisamente en los smartphones, en sus tabletas, etc. Este es un desafío muy grande porque ahí tenemos que buscar que sean los mismos jóvenes quienes se conviertan en agentes evangelizadores.
N.V.: ¿Cuál es el papel de los laicos en la evangelización?
M.J.O.R.A.: La evangelización es una labor de todos, todo bautizado desde el momento en que ha recibido el bautismo recibe ese encargo de cumplir también la misión que el Señor nos encargó. Eso quiere decir que el laico, por ejemplo una mamá que le enseña a orar a su hijo, que le da ejemplo, que lo lleva a la misa, que le dice quién es Jesús, etc., está evangelizando y no se necesita que haya hecho un curso de Teología, sino transmitir la fe. Tenemos que ver por ejemplo un abogado o una persona que trabaja en la industria, un obrero, un profesor, cada uno en su ambiente, con su ejemplo y con su palabra debe transmitir ese gozo y esa alegría que se debe manifestar en un compromiso social de amor, de misericordia que fue lo que atrajo a los primeros cristianos.
N.V.: El papa Francisco visitará a Chile y Perú en enero ¿qué pueden esperar estos dos países latinoamericanos de esta visita papal?
M.J.O.R.A.: Tenemos que tener en cuenta que las visitas del Papa son visitas pastorales y va fundamentalmente a reafirmar a sus hermanos en la fe para darles ánimo para que cumplan su tarea con gozo y alegría, en otras palabras, que pongan en práctica lo que él en sus Encíclicas ha comenzado a enseñarnos, sobre todo en la Evangelii Gaudium, la Alegría del Evangelio porque es como su carta de navegación para la Iglesia, la propuesta que él hace para que nosotros cumplamos con la tarea fundamental que tenemos.
N.V.: ¿Cómo ve la Santa Sede la situación de los inmigrantes en Estados Unidos?
M.J.O.R.A.: Hay que tener en cuenta que desde el Vaticano se mira el problema de los inmigrantes, no solamente la situación de Estados Unidos, sino también de Europa que en este momento es supremamente complicada porque sabemos que de África están llegando muchísimas personas, miles y miles cada día a las costas de Italia y de España. Por otra parte, la situación de Estados Unidos preocupa mucho porque sabemos que el crecimiento de la Iglesia Católica en Estados Unidos se debe, en gran parte, a los latinos que han llegado, que han emigrado y es penoso ver cómo esta es una situación de injusticia, sobre todo de aquellas personas que llevan viviendo muchos años acá, que sus hijos nacieron en Estados Unidos y que pueden ver que sus padres pueden ser deportados porque nunca pudieron legalizar su situación. Esperamos que Dios quiera cambien estas políticas, que se haga una ley de inmigración en donde se pueda verdaderamente acoger a tanta gente que ha colaborado al desarrollo del país muchas veces con trabajo humilde, callado, silencioso, pero que realmente ha sido un trabajo importante para el progreso de Estados Unidos. Es una situación preocupante, yo creo que la Iglesia en Estados Unidos ha comenzado a tomar consciencia de esto y por eso esta realidad del V Encuentro que se va a celebrar el año entrante es de mucha importancia porque será precisamente tomar consciencia del valor de lo que es el aporte de los latinos de la Iglesia Católica en la transmisión de la fe cristiana.
N.V.: ¿Cuál es su mensaje para los católicos de la Diócesis de Brooklyn?
M.J.O.R.A.: Sabemos que en la Diócesis de Brooklyn hay muchos latinos, yo creo que lo importante es que como latinos demos buen ejemplo. Muchas veces se nos puede mirar de una manera despectiva porque puede haber quienes tengan comportamientos inadecuados, pero si nosotros como cristianos, como católicos nos comportamos de acuerdo con el Evangelio, vivimos los valores de honestidad, de fidelidad, de misericordia, de colaboración, de amor a los demás, yo creo que vamos a mostrar que la Iglesia tiene mucho que decir y que hacer para el desarrollo de Estados Unidos y particularmente en Nueva York en la zona de la Diócesis de Brooklyn.