Nuestra diócesis

La fe como “mestizaje”

En la comunidad latina, estar en casa y en familia lleva signos específicos: el asiento favorito a donde abuela dice sus historias, el olor de la cocina de mami y el sonido de la televisión a la hora de telenovelas.

Cada detalle evoca la conexión que tenemos unos con otros. Como latinos, siempre estamos cerca: si no físicamente, siempre emocionalmente. Uno puede decir que somos expertos en estar cerca de lo que no podemos ver.

Nuestra familia es como nuestra fe. Hoy en día, el catolicismo es así un símbolo de la cultura y la tradición latinas.

Muchos tenemos santos o pasajes bíblicos favoritos, y podemos encontrarlos en nuestras casas, que han sido bendecidas por sacerdotes. Colgamos cruces en nuestras puertas y hacemos altares a mano para honrar a los santos. Ponemos estatuas en nuestras salas, y damos medallas bendecidas como regalos.

Según el padre Bruce Nieli, C.S.P., es un natural que esas tradiciones formen parte de la cultura hispana global, que ha pasado por un largo proceso de mestizaje.

“El mestizaje es [la mezcla] de dos o más culturas para crear una nueva cultura. Lo tenemos aquí con la cultura española, la cultura africana y la cultura indígena,” explica el padre Nieli.

El padre Nieli nació en Freeport, en Long Island, cuando todavía la isla entera formaba parte de la diócesis de Brooklyn en Nueva York, ha sido amigo de la comunidad católica latina por décadas.

Ahora este sacerdote paulista sirve a la comunidad católica hispana en Austin, Texas. Sus feligreses se han convertido en amigos, familiares y ahijados. Para él una casa latina llena de cruces y estatuas sagradas también es un espectáculo familiar.

La geografía, la experiencia y la historia nos dicen que la forma en que los latinos viven la fe es muy parecida: una mezcla de prácticas.

Imágenes de la Virgen, San Judas y el Niño Jesús de Praga en un altar familiar.

“Pienso que muchos latinos, y muchos católicos de otras regiones, buscamos a Dios en nuestra vida cotidiana”, dice el Dr. Steffano Montano, profesor visitante de Teología Práctica y Educación Religiosa en Fordham University.

“Buscamos maneras de acompañar a Cristo, y ser acompañados, en todos los momentos de nuestro día. Los altarcitos, las estatuas, las devociones, etc. son maneras de dar fuerza ritual y simbólica a esta necesidad de ser acompañados y acompañadores”.

El padre Nieli dice que, al igual que las fotos que nos recuerdan el amor que tenemos por nuestra familia y amigos, Cristo y los santos se transforman en parte de nuestra familia física y espiritual. “Se trata de nuestra familia no solo en la tierra, sino también en el cielo. El latino es una persona amorosa, que vive el amor de Cristo en cuerpo y sangre”, dice.

Es por eso que vemos estos mismos medallones, joyas y representaciones de santos en las calles hoy. A través de su servicio, el padre Nieli ha visto el deseo de llevar el amor de Dios al público como una inclinación natural determinada por la cultura latina.

“Estos son importantes como expresiones de la religión popular y la cultura popular. Pero cuando hablamos de ‘cultura popular’ en la teología latina, no nos referimos a lo que hay en común”, explique el Dr. Jeremy V. Cruz, profesor de Teología Moral en St. John’s University. “Nos referimos a ‘popular’ en el sentido de que viene de la gente, a través de la gente”, dice.

“La religión popular siempre ha sido parte de la manera en que los católicos hemos practicado nuestra fe. El arte, desde el principio, ha sido una manera de expresión que trata de imaginar a Dios en nuestra vida cotidiana y transmitir la fe a las nuevas generaciones,” agregó el Dr. Montano.

“No creo que estemos practicando nuestra religiosidad en casa porque creemos que la casa es el único lugar apropiado. Vemos nuestras imágenes religiosas en público”, piensa. “En términos de iconografía, la Virgen de Guadalupe ha estado presente de la guerra de independencia mexicana hasta la campaña presidencial de Julián Castro”.

Las personas se encuentran con Cristo de mil modos diferentes en cada época. Y la manera en que expresamos nuestro amor por Él también adquiere formas muy diversas en cada época y cada cultura.

Como amamos a Dios, ese amor se multiplica. Y es por eso que lo vemos en nuestras casas, en estatuas, en pinturas y especialmente entre nosotros.