Al dolor irreparable de las pérdidas humanas se suma hoy la tortuosa misión de revivir la economía del país en medio de la crisis de salud pública provocada por el coronavirus. De costa a costa, las nuevas normas de sanidad han establecido el uso de guantes desechables y mascarillas, a la vez que nos mantenemos distanciados en salidas esenciales y aislados en casa hasta próximo aviso en las principales urbes del país.
El presidente Donald Trump quiere agilizar la reapertura comercial de Estados Unidos y ha puesto sus cartas sobre la mesa con un plan de tres fases estratégicas para reabrir la nación de inmediato. A la par, pero por su cuenta, grupos de gobernadores han firmado sus propios pactos regionales de alianza para proteger —en un estilo más riguroso— la vida de los habitantes, y paulatinamente resucitar el sector empresarial.
“Comenzamos a ver la manera en la que vamos a reabrir la sociedad con un plan exhaustivo, porque si lo hacemos mal los resultados pueden ser desastrosos”, advirtió Andrew Cuomo, gobernador del estado de Nueva York, en una de sus ruedas de prensa diarias.
Camino a una reapertura económica saludable, Cuomo creó una alianza con los gobernadores de Connecticut, Nueva Jersey, Pennsylvania, Rhode Island y Delaware. La clave, según dijo, esta en tests masivos de COVID-19, ayuda federal y coordinación de servicios.
Pruebas, pruebas… y miles de millones de dólares
Reabrir el país priorizando la salud pública es una tarea dantesca. El gobernador Cuomo pone sobre la mesa lo que considera el punto principal del proceso. “¿Por qué son tan importantes las pruebas? Porque determinan la tasa de infección. A través de ellas encontramos a las personas que tienen el virus y rastreamos sus contactos”, explica.
Realizar millones de pruebas para determinar el nivel de contagio y mitigarlo, y mantener los servicios básicos en plena función para reabrir escuelas y lugares de empleo no será algo simple ni barato.
Cuomo estima que costará miles de millones de dólares que deberían venir del gobierno federal, al igual que los esfuerzos para distribuir los químicos necesarios para procesar los tests del COVID-19.
“Les preguntamos a los 50 principales laboratorios del estado qué necesitaban para doblar el número de pruebas que pueden realizar y todos dijeron lo mismo: ‘Necesitamos más agentes químicos’”, dijo Cuomo, añadiendo que “necesitamos que el gobierno federal supervise la cadena de abastecedores que comienza en China y ayude a que los laboratorios obtengan lo necesario”. Cuomo también pidió 500 mil millones de dólares en estímulos federales para los gobiernos estatales y locales.
Sin embargo, el presidente Trump relegó la responsabilidad de hacer pruebas a los estados y utilizó su cuenta de Twitter para animar a sus seguidores políticos a rebelarse en contra de las “extremas medidas de cuarentena” de los gobernadores demócratas de Michigan, Minnesota y Virginia.
Protestas y manifestaciones
Los tuits de Trump encendieron una peligrosa mecha en un campo minado de angustia, necesidad, incertidumbre económica y frustración. De costa a costa, cientos se han ido a las calles para protestar por sus derechos civiles, acusando a los gobernantes demócratas de violar sus libertades con cuarentenas “innecesarias”.
Trump aplaudió sus acciones diciendo que son “personas muy responsables a quienes se les ha tratado con rudeza”. Pero su llamado no se limitó a “liberar” estos estados, también tuiteó: “…y salven su grandiosa Segunda Enmienda. Está bajo asedio”, escribió el presidente.
“Suena patriótico, pero para las milicias de extremistas es como abanicarles las llamas de sus miedos y paranoias. Estas palabras podrían llevar a alguien a planear y ejecutar un acto de violencia contra algún líder demócrata”, advirtió el analista de seguridad interna, Daryl Johnson, en el diario Daily Beast.
El plan de reapertura económica de Trump
De manera oficial, el presidente midió sus palabras. “Debemos tener una economía en funcionamiento”, dijo ante el país. “Queremos tenerla de regreso muy pronto y eso es lo que ocurrirá”. Al preguntarle la prensa sobre los riesgos de abrir el país demasiado pronto, Trump insistió en que “mantenerlo cerrado también implica muertes”.
El plan de Trump se divide en tres fases, cada una con una duración de 14 días y delega a los estados la ejecución de pruebas para determinar niveles de contagio entre sus pobladores.
En la primera fase, las personas vulnerables deben permanecer en casa, en los lugares públicos se maximiza la distancia física, se prohíbe socializar en grupos de más de 10 personas y se minimizan los viajes no esenciales.
La segunda fase mantiene a los “vulnerables” en casa y la distancia física en lugares públicos, pero se permite socializar en grupos de hasta 50 personas. Además, se pueden reanudar los viajes no esenciales, las escuelas y guarderías pueden reabrir y los lugares de eventos masivos pueden funcionar siguiendo los protocolos de distancia física moderada.
Algunos tipos de cirugías se pueden reanudar, aunque aún se prohíben las visitas a hospitales y hogares de ancianos.
En la última y tercera fase, los llamados ‘vulnerables’ pueden reanudar sus interacciones públicas manteniendo distancia. Las personas de alto riesgo deben minimizar el tiempo que permanecen en ambientes concurridos y se reanudará, sin restricciones, el regreso de todos los trabajadores a sus empleos.
Sin embargo, estados como Texas y Florida se adelantaron a la carrera por reactivar sus economías. En Florida, el regreso a la normalidad se agilizó con la reapertura de playas, eventos deportivos de lucha libre y carreras de autos, entre otros.
Otros nunca impusieron las reglas de “quédate en casa” o las eliminaron a finales de abril, para levantar sus economías. Pero el virus continúa latente y en aumento.
En la costa oeste, los gobernadores de California, Oregón y Washington se unieron para defender sus prolongadas cuarentenas y constatar los límites al sector empresarial, que parece desmoronarse en el cierre. El proceso será doloroso y prolongado, según advierten los expertos en salud pública.
“No es cuestión de regresar a donde estábamos. Se trata de avanzar en formas que son saludables para todos. Pero no será igual”, dijo la doctora Sonia Angell, directora del Departamento de Salud Pública de California, haciendo hincapié en que el concepto de “normalidad” no será el mismo de antes.
“Lo que hagamos hoy controlará la tasa de contagios mañana. Dejas de hacer lo que estás haciendo o te comportas de manera diferente y obtendrás un resultado diferente”, advirtió Cuomo, quien se ha convertido en la figura nacional simbólica de liderazgo gubernamental responsable y sensible.
Reparar una economía devastada por el coronavirus es una labor compleja que conlleva sacrificios para todos.
El gobernador más aclamado del momento lo resume mejor que nadie en Estados Unidos, con un mensaje de gratitud por el trabajo que los héroes de todos los sectores públicos han realizado para controlar la peor amenaza de salud de nuestros tiempos.
“Tengan consuelo en el hecho de que hemos demostrado que realmente podemos controlar la propagación del virus; nos costó muchísimo hacerlo, pero gracias a Dios podemos controlar la propagación”, dijo el gobernador Cuomo.