Biblia

La Iglesia de Dios

“Mi amigo es de otra iglesia”, le decía el muchacho. Su madre le respondía: “¿Cómo de otra iglesia? Solo hay una iglesia”. Así están las cosas. Una discusión teológica en la cocina con el hijo.

Esto nos lleva a preguntarnos, ¿qué es la iglesia? Muchos responderían con los numerosos edificios dedicados el culto en Nueva York. Otros pensarían en los distintos grupos llamados iglesia, como ha mencionado el muchacho. Quizá sea conveniente volver a las páginas de la Biblia.

El término “iglesia” en hebreo significa “llamar”, “convocar”. Todos “llamados” o reunidos constituían la “asamblea”. En el antiguo Israel se la reconocía como “la asamblea del Seňor”. Siempre era convocada para un acto religioso. Con ocasión se menciona la asamblea del Señor a los pies del Sinaí, junto a Moisés. Él reunió repetidas veces la asamblea en la peregrinación por el desierto o en las estepas de Moab antes de llegar a la tierra prometida. Años más tarde, David reuniría la asamblea en Jerusalén y Salomón convocaría la gran asamblea en el nuevo templo. En Israel la asamblea tenía un significado profundamente religioso. Así cantaba el salmo: “Para ti mi alabanza en la asamblea”.

Posteriormente, la palabra hebrea asamblea se ha traducido indistintamente por iglesia y sinagoga, al ser dos términos casi sinónimos, como lo interpreta el apóstol Santiago.

Resulta lógico que Jesús, al fundar la comunidad de Dios en continuidad con el antiguo, la designara iglesia, el nombre bíblico de la asamblea religiosa. Entre el Israel de los patriarcas y la nueva Iglesia hay a la vez ruptura y continuidad. Así el nuevo testamento aplica al nuevo pueblo de Dios los nombres del antiguo, pero mediante transposiciones y contrastes. La nueva Iglesia es Israel, espiritual y carnal.

Jesús va a crear una nueva asamblea, para ello convoca y forma a los doce, que serán las cabezas del nuevo Israel. Les revela los misterios del reino; él es el pastor del pequeño rebaño anunciado por los profetas. Elige a Pedro como su jefe, diciéndole: “sobre esta piedra edificaré mi (asamblea) Iglesia”.

A este pequeño grupo se le designará con el nombre bíblico, sinagoga o iglesia. Es el “Israel de Dios” o la “iglesia del desierto”. Así se les llamaba a los primeros cristianos. Después de la resurrección de Jesús recibirán la orden de enseñar y bautizar a todas las naciones. Empiezan a visitar pueblos y ciudades, entrar en las casas, participar en sinagogas, anunciar el Reino. En un momento delicado no dudan en convocar a todos los apóstoles a una gran asamblea, que se calificó como el Concilio de Jerusalén. Con un irresistible dinamismo se lanzan a predicar esta asamblea.

Entre los mandatos del Señor hay uno que define claramente a la nueva asamblea. Aparece en el evangelio de Juan diciendo: ”Que todos sean uno”. En otras palabras, solamente hay una Iglesia. Si se habla de la otra Iglesia, ya no se trata de la obra del Señor. Inventar es fácil y puede ser bonito, pero resulta engañoso.

La formación de “otra iglesia” puede estar de moda, porque es más bonita, más acogedora, más de hoy día. Pero ésa no es la iglesia del Señor. Así lo dijo, la Iglesia es una. ¿Sabías que tu iglesia es continuadora de la asamblea de Israel y es única?